08/01/2024, 10.11
RUSIA
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La economía de guerra en Rusia

de Vladimir Rozanskij

En los análisis de la evolución social y económica para 2024 en Moscú, surge una bastante obvia y muy dolorosa: la guerra no terminará este año. El sector militar-industrial seguirá atrayendo mano de obra y recursos financieros y materiales, lo que afectará cada vez más a las cuentas.

Moscú (AsiaNews) - A principios de año es normal leer en diversas publicaciones previsiones sobre las expectativas de la evolución social y económica, y en Rusia están dando mucho que hablar las de los analistas daneses de Saxo Bank, un grupo que trata de ir más allá de las estimaciones de los indicadores para encontrar incluso elementos "imprevisibles y subestimados", muchos de los cuales se están haciendo realidad. En efecto, los acontecimientos que han tenido lugar en Rusia en los últimos años han dado giros que ni siquiera los autores más atrevidos de "antiutopías" habrían podido imaginar a principios de la década de 2000.

En los análisis rusos de los "factores imprevisibles", surge uno bastante obvio y muy doloroso: la guerra no terminará este año. Por mucho que Rusia y Ucrania intenten conseguir éxitos parciales sobre el terreno, parece claro que no avanzamos hacia una "congelación" o un armisticio, y mucho menos hacia la derrota final del adversario o un tratado de paz satisfactorio. Y puesto que la guerra es ahora el factor decisivo en la redefinición de la economía rusa, no hay esperanza de estabilizar los diversos sectores sometidos a cambios constantes. Baste decir que la guerra ya se ha "tragado" al menos a un millón de personas, contando sólo a los 300.000 movilizados y 640.000 soldados contratados, según cifras oficiales, y dejando de lado a los caídos y heridos a diversos niveles. El sector militar-industrial seguirá atrayendo mano de obra y recursos financieros y materiales, afectando cada vez más a la economía en general.

Un factor decididamente más imprevisible se refiere a la fluctuación del precio del petróleo, fijado por los occidentales en 60 dólares por barril como medida de contención de las exportaciones rusas, uno de los principales elementos de la economía euroasiática. Algunos análisis, en cambio, suponen que el precio caerá por debajo de ese umbral en 2024, hasta situarse en torno a los 40 dólares, debido a la ralentización de la economía mundial y, en especial, de la economía china. Además, a medio plazo, se supone un descenso significativo del uso de gasolina y gasóleo, debido al crecimiento del transporte eléctrico. Hasta ahora, la limitación a este cambio era la falta de la infraestructura necesaria para recargar las baterías, pero ahora esto parece haberse superado en la mayoría de los países más afectados, incluida China, y las empresas automovilísticas están acelerando en las variantes eléctricas de los vehículos de transporte.

La reducción de las exportaciones de energía provoca un estancamiento general de la economía rusa y una reducción de la producción de bienes de consumo. La generosa financiación estatal no basta para reactivar la producción local, lo que exige un aumento de las importaciones, que se traduce en una nueva caída del valor del rublo. Se cree que en cuanto el tipo de cambio del dólar vuelva a superar los 100 rublos, el Banco Central suspenderá todas las operaciones, cerrando la Bolsa de Moscú a las divisas "hostiles". Esta será la completa y definitiva "desdolarización" de la economía rusa, deseada por el Kremlin, para pasar a los intercambios con las monedas de países amigos, principalmente en la relación yuan-rublo. El dólar seguirá en el mercado negro, como en la época soviética, y el tipo de cambio se disparará por encima de los 150 rublos.

Otras previsiones pintan un panorama bastante preocupante, con una inflación superior al 25% y la inevitable quiebra de las pequeñas y medianas empresas, y de las que más dependen de las exportaciones, consecuencias que no pueden frenarse sólo con medidas administrativas. Por el contrario, el exceso de activismo de las administraciones, especialmente las locales, podría causar más problemas, como el uso de racionamientos y tarjetas para diversos artículos, lo que provocaría efectos en cadena en todos los servicios sociales. Estos y otros problemas indican que la guerra y la agitación geopolítica sólo favorecen a los barones de las armas y a los oligarcas del poder, pero ponen de rodillas a poblaciones enteras.

 

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