La dimisión del presidente de Abjasia sacudida por las protestas
En la región separatista de Georgia, bajo control de Moscú desde hace 15 años, miles de personas se han sublevado contra los acuerdos del gobierno con oligarcas rusos. Bžanija anunció el paso atrás «para preservar la estabilidad y el orden constitucional». No son acontecimientos sin precedentes para Sujumi, que sin embargo está destinada a permanecer firmemente en manos del Kremlin.
Tiflis (AsiaNews) - En una fase de gran agitación popular en Georgia, dividida entre la orientación de la mayoría hacia Moscú y la de la oposición hacia Europa, ha cobrado resonancia la crisis de Abjasia, región separatista que junto con Osetia del Sur está bajo control ruso desde hace 15 años. Los ciudadanos de Abjasia se han levantado contra los acuerdos de las estructuras gubernamentales con los oligarcas rusos, exigiendo que «no vendan el país».
Las manifestaciones de los últimos días han llevado a los manifestantes a romper las puertas del edificio del parlamento y a asaltar también la administración presidencial, exigiendo la dimisión del autoproclamado «presidente de la república», Aslan Bžanija, que tras un primer intento de conciliación desapareció, para reaparecer en su país natal y anunciar finalmente su dimisión, aceptada por el parlamento de Sujumi. En el vídeo difundido por el ya ex presidente, éste asegura que se encuentra «en mi pueblo de Tamyš con mis familiares y amigos», desmintiendo los rumores de que haya huido a Rusia, y afirmando que dimitió «para preservar la estabilidad y el orden constitucional del país».
El Parlamento nombró vicepresidente a Badra Gunba en lugar de Bžanija, y nombró primer ministro a Valerij Bganba, antiguo presidente de la Cámara Baja, en lugar de Aleksandr Ankbav, que también dimitió de su cargo. El actual presidente del Parlamento, Laša Ašuba, declaró que «por enésima vez teníamos que reconducir nuestro Estado por la senda de la legalidad, fundamental para la vida de nuestro pueblo». Por ello, los diputados aplazaron la sesión en la que debía ratificarse el acuerdo de inversión con Moscú, y desde la administración presidencial se prometió anularlo. La oficina de prensa del presidente hizo público el texto de un acuerdo firmado entre las autoridades y los opositores durante la revuelta, en el que estos últimos se comprometían a abandonar el palacio ocupado y liberar el centro de Sujumi, a cambio de la dimisión de Bžanija y el rechazo del contrato con los rusos.
No son hechos sin precedentes en la tumultuosa región separatista de Georgia, donde ha habido varios presidentes puestos en fuga por la población durante protestas callejeras. El propio Bžanija había llegado al poder de esta forma en 2019, destrozando las ventanas y puertas del edificio gubernamental y obligando a dimitir a su predecesor. Para evitar el efecto boomerang, había acondicionado el edificio con sistemas de blindaje, coches acorazados y videovigilancia, protegido por un gran número de guardaespaldas, pero estas medidas no sirvieron de nada ante las multitudes que invadieron las instalaciones del poder.
El acuerdo firmado con empresarios rusos el 15 de noviembre reavivó los enfrentamientos, revelando que incluso en las zonas más prorrusas del territorio georgiano no se aceptaba el dominio de Moscú, que con sus oligarcas se haría con todas las tierras abjasias que pudieran reportar beneficios. Bžanija había hecho todo lo posible, ocultando documentos de los acuerdos, deteniendo a activistas contrarios a ellos, ignorando las voces contrarias de la opinión pública, los consejos de ancianos y otros, pero entonces se extendieron los rumores sobre la corrupción de varios diputados a los que los rusos supuestamente habían prometido una comisión de 12 millones de rublos (casi 15 mil euros) por votar a favor, lo que provocó nuevas reacciones entre los 250 mil habitantes de Abjasia. En la primera sesión sobre este tema, sólo se presentaron 21 de los 35 diputados que componen la cámara parlamentaria, sin poder alcanzar los 18 votos necesarios para su aprobación.
El gobierno desplegó entonces camiones y vehículos blindados con cañones de agua y gases lacrimógenos frente al parlamento, y reunió a todas las fuerzas policiales posibles, pero nada pudo detener la embestida de la multitud. Ahora se espera la nueva actuación de la «lucha por la independencia» de Abjasia, sabiendo muy bien que quien llegue al poder sólo puede ser una marioneta en manos del Kremlin. A pesar de su dimisión, Putin ignoró las protestas invitando a Bžanija a Moscú para la celebración del 80 aniversario de la victoria sobre los nazis el 9 de mayo de 2025, mientras que el ex presidente de Georgia, Mijaíl Saakašvili, elogió a los manifestantes abjasios, que «lograron hacer lo que todos los georgianos deberían hacer, bloquear la colonización de los rusos».
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