La difícil situación de los refugiados armenios en Karabaj
A pesar de las medidas asignadas por el gobierno de Ereván para las decenas de miles de exiliados que huyeron de la zona de mayoría armenia tomada militarmente por Bakú, muchas personas siguen sin tener dónde dormir y se ven obligadas a pasar la noche a cielo abierto. Nadie se fía de las promesas de los azeríes, que ya han borrado todo rastro de raíces cristianas en la otra provincia en litigio, Najicheván.
Ereván (AsiaNews) - A pesar de todos los esfuerzos del gobierno de Ereván, las personas que han huido de Nagorno Karabaj, ahora cedido a Azerbaiyán, se encuentran en una situación muy difícil. Hace unos días, las autoridades armenias empezaron a pagar subsidios por valor de 100.000 drams armenios (unos 235 euros, ed.), y en el centro de recogida de Parakar, los refugiados intentan averiguar cuándo y en qué forma recibirán esta suma.
Uno de ellos, Karo Ovseljan, de la ciudad de Martuni, interrogado por periodistas de Azatutyun, afirma que "hasta ahora no hemos visto ningún tipo de ayuda, nada en absoluto". Como muchos otros confirman, la ayuda por el momento sólo procede de parientes lejanos y algunos conocidos, y también de personas generosas por iniciativa propia. Sin embargo, al menos empiezan a llegar camas y mantas a Parakar.
El primer ministro Nikol Pasinyan anunció en su página de Facebook que "se han transferido los 100.000 drams prometidos a unos 50.000 de nuestros hermanos y hermanas evacuados por la fuerza de Nagorno Karabaj, al menos a los que tenían tarjeta de crédito en el momento de la transferencia". También subrayó que los inválidos de primera y segunda categoría, y los ancianos de más de 75 años, recibirían el dinero en metálico.
La portavoz del Gobierno, Nazeli Bagdasaryan, explicó que los procedimientos de distribución de la ayuda se harán más efectivos en los próximos días, sobre todo si quienes carecen de tarjeta de crédito acuden al banco para abrir una cuenta, que se registrará gratuitamente. Según sus palabras, "en estos momentos estamos cruzando los datos, y a medida que completemos los formularios procederemos a la transferencia del dinero", teniendo en cuenta también el tiempo que necesitan los bancos para enviar las transferencias.
También se está a la espera de la confirmación de otra medida gubernamental, por la que los refugiados que no tengan residencia de referencia en Armenia recibirán 50.000 dracmas mensuales para pagar el alquiler y los servicios municipales. El Estado armenio ha concedido alojamiento temporal a cerca de la mitad de los 100.000 emigrantes forzosos, la mayoría de los cuales se encuentran dispersos en las distintas regiones y no sólo en la zona de concentración, donde los centros de asistencia trabajan duramente, con grandes dificultades.
Los corresponsales han conocido a muchas personas que hasta ahora no tienen dónde dormir y se ven obligadas a pasar la noche a cielo abierto. Como cuenta Elmira Nersisyan, "mi hija y yo nos hemos instalado en un rincón protegido junto a la puerta de la iglesia, no tenemos parientes ni amigos en Armenia... nos han enviado aquí, y seguimos esperando, hasta que alguien venga a buscarnos y nos dé alojamiento". Elmira tiene 74 años y su hija es inválida; huyeron enseguida de Stepanakert, y ella se enteró del centro de acogida por casualidad, mientras vagaba por las calles, "pero espero encontrar un trabajo y arreglármelas para salir adelante", asegura con espíritu orgulloso.
El pensionista Jasha Movsisyan también está solo. Tras escapar del pueblo de Nogarjukh, en la provincia de Askeran, consiguió llegar hasta Ereván, donde encontró a una sobrina que le dio comida y hospitalidad, pero él también dice que "no está acostumbrado a vivir a costa de los demás". El alojamiento es difícil para todos, pero los exiliados de Nagorno Karabaj intentan no deprimirse y miran al futuro con optimismo.
Al fin y al cabo, el infructuoso desenlace del larguísimo conflicto con Azerbaiyán se hizo esperar, y la mayoría de los habitantes de la región habían decidido marcharse de todos modos, sin fiarse de las promesas de los azeríes. Todo el mundo es consciente de la política de borrar las tradiciones y la religión cristianas en las tierras ocupadas por Bakú, como ya ocurrió en la otra provincia de Najicheván, largamente disputada, donde de 83 iglesias armenias sólo se salvaron un par.
Foto: Perfil X de Siranush Sargsyan
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