27/10/2015, 00.00
CHINA
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La cuestión étnica, bomba de tiempo que amenaza con destruir a China

de James Leibold
En el país viven unos 120 millones de miembros de minorías étnicas y la cuestión del Tibet y de Xinjiang parece que está ya fuera de control para el gobierno central. En la base de todo está la lucha por el poder entre quienes, como el presidente Xi Jinping, quieren eliminar las políticas étnicas y favorecer la integración a toda costa y quien, como su difunto padre, predica la necesidad de tutelar las diferencias entre la población. Sobre todo esto sobresale la larga sombra del exlíder Hu Jintao y del Departamento del Frente Unido, que gestiona los asuntos étnicos y religiosos y no quiere ceder terreno. Por gentil concesión de la Jamestown Foundation (Traducción a cargo de AsiaNews).

Washington (AsiaNews)- Desde que subió al poder en noviembre de 2012, el Secretario general del Partido comunista chino, Xi Jinping, trató de poner su propio imprimatur en el disputado reino de la política étnica. Como también sucedió con otras cuestiones en su agenda, Xi intentó concentrar el poder en su propia persona: considera que este es el único modo para llevar adelante las reformas, contra los intereses velados de los grupos de poder, incluidos aquellos de las relaciones inter-étnicas. De hecho, el lobby minzu (étnico) es una parte potente y tejida en profundidad con la máquina política de la República Popular China.          

Los medios del Estado a menudo alaban a Xi por su íntimo conocimiento y por el personal interés por los casi 120 millones de ciudadanos chinos que forman parte de una minoría étnica y, en modo particular, aquellas de las turbulentas regiones de Xinjiang y del Tíbet. Sus viajes de “inspección” a las regiones de minoría son noticias en primera página, así como sus importantes discursos sobre el tema del trabajo en el campo étnico. Más recientemente, su imagen y sus palabras fueron representados con mucha insistencia durante los festejos por los 50 años de la Región autónoma tibetana y por los 60 de la Región autónoma uighura de Xinjiang (Xinhua,8 de septiembre y 1 de octubre).

Sin embargo, la intervención de Xi Jinping fracasó en poner fin al debate de larga duración y lleno de acrimonia referido a la futura dirección de las políticas étnicas en la República Popular. A Xi le faltan tanto la autoridad como el capital político para empujar la política étnica en la dirección que desea, es decir, en una dirección más asimiladora. Al contrario, él está obstaculizado por la herencia liberal de su padre, Xi Zhongxun, y por la continua influencia de su predecesor, el ex secretario Hu Jintao: dos fuentes potentes de apoyo para el lobby étnico y para su defensa del pluralismo étnico. Todo esto ha llevado a una parálisis política, que deja a los funcionarios locales la tarea de interpretar los mensajes contradictorios que llegan de Beijing. Mientras, aumenta la importancia del trabajo del mantenimiento de la estabilidad, como único método sobre el cual todos convergen, para gestionar el complejo conjunto de contradicciones étnicas.

Desde la creación de la República Popular China en 1949, la política étnica se mantuvo en un estado de constante fluctuación, pasando (a menudo en manera dramática) de la protección de las diferencias étnicas a las tendencias centralistas e integracionistas. El improviso colapso de la Unión Soviética en 1991, dio otro cimbronazo. Los nacionalistas han puesto en guardia las políticas liberales introducidas por el entonces Secretario del partido Hu Yaobang en los años ochenta: éstas habrían puesto a China en una posición precaria no tan disímil de la Unión Soviética bajo Mikhail Gorbachov.

El profesor de la Universidad de Beijing, Ma Rong, sostuvo por un largo tiempo que China comparte las mismas pre-condiciones para una fractura nacional que las de la Unión Soviética, mientras que el influyente docente de política y profesor en la Tsinghua University, Hu Angang, pidió una “segunda generación de políticas étnicas” en la vigilia de la elevación de Xi Jinping al rango de Secretario del Partido (China Brief,6 de julio de 2012). Las actuales políticas, que apoyan estos deseosos reformistas, ponen demasiado énfasis sobre las identidades étnicas, mientras crean barreras institucionales- autonomía administrativa, clasificación étnica, preferencias basadas sobre la étnica- que obstaculizan la fusión natural de grupos diferentes y la creación de una identidad nacional fuerte y compartida. En breve: Ma, Hu y los otros reformistas empujan a los otros reformistas alentando una política que ignore la minzu (la cuestión étnica) y que llegue a naturalizar y hasta eliminar aquellas políticas que se basan en la diferencia étnica.

Los opositores- entre los cuales están el profesor Yang Shenming de la Minzu University- apoyan, en cambio, el repensar que la teoría y la política étnica conduciría al “caos ideológico” y a una agitación política y social (Cuaes, 23 de febrero de 2012, Phoenix News,30 de marzo de 2014). Abran la “minzu box”, dicen, y desencadenarán un arsenal de contradicciones similares a las de la caja de Pandora que minarán la cooperación, la solidaridad y la confianza basilares para resolver los problemas sociales en una nación multiétnica como la China. La inmensidad de la facción en apoyo del minzu garantiza una oposición ruidosa a cada cambio del “status quo”, gracias a una red compleja de “Comisiones para los asuntos étnicos y religiosos” que dan trabajo a millones de funcionarios, gastando miles de millones de dólares de los fondos estatales.

Existen diversos motivos para creer que Xi Jinping es muy patético con la agenda integracionista. Varias veces él subrayó en modo consistente la importancia de la unidad nacional en el contexto de su “Sueño chino”, mientras que se quedó la mayor parte de las veces en silencio sobre el tema de la autonomía étnica, de su lenguaje y de su cultura. Reportó en vida y promovió las “cuatro identificaciones”, que insisten sobre la afinidad de las minorías con la madre patria, sobre la raza/nación china, sobre la cultura china y sobre el camino socialista “con características chinas”. Mientras tanto, esta teoría promueve un sentido de pertenencia colectiva a través de la instrucción en lengua mandarín y la educación patriótica en las regiones de frontera. Xi también recordó con fuerza “la igualdad de todos ante la ley” en lugar de los derechos diferenciados por grupos étnicos que están contenidos en la Constitución china (People´s Daily, 21 de noviembre de 2014; Xinhua, 28 de agosto).

El controvertido tema de la “comisión étnica” es ahora uno de los “principios guías” del trabajo étnico en el tiempo de gobierno de Xi Jinping. En vez de promover la diversidad étnica, el Partido relanza la integración residencial, las escuelas en común para todos y una mayor migración y movilidad interétnica. El concepto de “comisión étnica” está estrechamente unido con otro influyente reformista en el campo de las políticas étnicas, el ex Director ejecutivo del Departamento por el Frente Unido del Trabajo, Zhu Weiqun, quien considera que esta comisión es una tendencia social e histórica, a la cual no se puede oponer resistencia (China Brief, 19 de junio de 2014).

La fallida intervención de Xi

Durante el Fórum central para el trabajo étnico, en septiembre de 2014, Xi Jinping trató de “consolidar el pensamiento” y llevar adelante el debate sobre la política étnica a una conclusión (China Brief, 7 de noviembre de 2014). En su discurso pidió confianza para el actual acercamiento del Partido comunista a la cuestión, y recordó la necesidad de “recorrer en manera incesante el justo camino de la única solución china a la cuestión étnica”. Xi fue crítico contra quien, como Ma Rong y Hu Angang, alaban modelos extranjeros, como una versión idealizada por el “melting pot” americano. Luego agregó en manera dramática, “hay personas que dicen que no tenemos necesidad del sistema que tenemos en otras provincias. Esta visión está equivocada y es perniciosa desde el punto de vista político. Quiero nuevamente declarar con claridad a cada uno que ¡debemos dejar de sostener a que el sistema de la autonomía étnica debería ser abolida!”. (China Ethnic Daily, 15 de noviembre de 2014). De nuevo, en su discurso, Xi se refirió a las “cuatro identificaciones”, a la centralidad de la comisión étnica, dejando bien pocas esperanzas a aquellos que pensaban que quisiese cambiar las políticas étnicas en una nueva dirección.

La mediación de Xi Jinping hizo poco para terminar el debate. En realidad, durante su liderazgo, las divisiones al interior de la comunidad de aquellos que se ocupan de etnias empeoraron, haciéndose más públicas y más personales. Ambos lados han cantado victoria delante de los medios, subrayando aquellas partes del discurso de Xi que iban en apoyo del propio punto de vista. Ma Rong, por ejemplo, escribió un largo análisis en el cual sostiene que el meeting ha dado “un importante reajuste” del pensamiento, rompiendo “la estructura dual” que divide la sociedad china en dos mitades desiguales: la mayoría Han y las minorías étnicas. Como respuesta, su rival académico Hao Shiyuan se presentó con su artículo: éste sostiene que el discurso de Xi ha reafirmado la centralidad de la autonomía étnica y de las políticas actuales y que se debe poner fin a los erróneos y confusos puntos de vista que han reinado en los últimos años.

Wang Zhengwei, director de la potente Comisión estatal para los asuntos étnicos (y él mismo miembro de la minoría Hui), publicó su personal resumen del encuentro, declarando que el discurso de Xi. “pone la palabra fin” al debate sobre las políticas étnicas (Qiushu, 16 de octubre de 2014). Sin embargo, un mes más tarde, uno de sus vice en la Comisión -el funcionario tibetano, Danzhu´angben- ofreció extractos aún más extensos sobre el texto de Xi, esclareciendo que el nuevo jefe del partido favorece algunos graduales ajustamientos a políticas concretas - como la planificación familiar y las preferencias en el campo de la instrucción para las minorías- así como querer poner fin a la creación de nuevos grupos étnicos y regiones autónomas. Cincuenta seis minzu - dice Danzhu´angben, citando a Xi-  son cincuenta seis minzu. No queremos dividir aún más” (China Ethnic Daily, 15 de noviembre de 2014).

 Continúa la influencia de Hu Jintao

No obstante el clamor creciente por la reforma de la política étnica, el aparato minzu permanece como un potente grupo de interés con un formidable aliado: el ex Secretario general Hu Jintao. Muchos hombres de Hu siguen en posiciones claves de autoridad, cuando hablamos de etnias y según Willy Lam (analista y gran conocedor del mundo chino, ndr) la Liga comunista juvenil guiada por Hu “es la única camarilla en el Partido que puede proponer algún tipo de desafío a Xi y a sus potentes aliados”.

No obstante continuas voces digan que un aliado de Xi Jinping esté en pista para reemplazar al Secretario del Partido de Xianjiang, Zhang Chunxian, éste permanece en su puesto a pesar de la reciente violencia y presuntos ligámenes con el ex -potentísimo jefe de la Seguridad, Zhou Yongkang, ahora purgado (Duowei, 27 de septiembre). Tíbet fue por largo tiempo un bastión de Hu Jintao, el lugar donde él fue Secretario general del Partido desde 1988 a 1992. De hecho, las regiones de frontera como Tíbet, Xinjiang, Qinghai y el Inner Mongolia fueron usados como importantes campos de prueba para los funcionarios de la Liga juvenil, entre ellos, el candidato para reemplazar a Xi Jinping durante el 20° Congreso del partido en el año 2022, Hu Chunhua. Este pasó casi 20 años en Tíbet, y llegó al rango de vice Secretario del Partido local desde 2003 al 2006, antes de convertirse en Secretario de la Región autónoma del Inner Mongolia en 2009.

También las acciones de otro aliado de Hu Jintao, el director de la Comisión estatal para los asuntos étnicos, Wang Zhengwei, están en crecimiento. En abril de 2015 fue nombrado vicepresidente del Departamento por el Frente unido del trabajo. Ahora Wang detenta tres posiciones de liderazgo nacional: la Conferencia consultora política del pueblo chino, la Comisión y el Frente Unido. Y está entre quienes se prevé que ingresen al Politburó durante el 19° Congreso del Partido y podría incluso llegar a guiar al Frente Unido (Dagongbao, 15 de abril). Si esto llegase a suceder, sería el primer líder desde los tiempos de Li Weihan (1949-1954) quien ocupó al mismo tiempo los máximos cargos relativos a las etnias, al mismo tiempo que los del Partido y el Estado, y sería el primer miembro de una minoría en alcanzar este resultado.

La nueva base de poder institucional para los reformadores de las políticas étnicas es la mucho menos potente Comisión para los Asuntos étnicos y religiosos de la Conferencia consultora política del pueblo chino, de la cual Zhu Weiqun es director desde que se retirara del Frente Unido. En cambio de resbalar hacia atrás, Zhu se hizo cada vez más incisivo sobre la necesidad de una reforma étnica. En mayo de 2015, por ejemplo, un coloquio entre Zhu y escritor tibetano Alai se convirtió en vital, a causa de la inusual crítica expresada en relación al actual acercamiento a la cuestión (Phoenix News, 31 de mayo). Sin embargo, él sería obligado a retirarse durante el 19° Congreso del Partido, y por el momento no parece que haya ninguno con suficiente poder político como para tomar su causa luego se su jubilación.

La larga sombra del padre

El deseo de Xi Jinping de romper con la actual política étnica no es obstaculizado sólo por su predecesor, sino también por a extensa herencia política del padre en el mismo campo. El anciano Xi era muy conocido por ser un experto en las cuestiones relativas a las minorías: él sirvió antes en el nor-oeste durante los años Cuarenta y Cincuenta, y luego en Beijing como vice Premier con la delegación para las etnias, las religiones y el Frente unido durante los años Ochenta. Xi Zhongxun muchas veces vio el peligro de las “desviaciones de izquierda” en el trabajo étnico y ha subrayado la necesidad de una consideración atenta hacia las culturas, los lenguajes y las identidades después de la Revolución cultural y esto produjo en 1984 la aprobación de la Ley sobre la autonomía regional y de un descargo de normas en favor de las minorías contra la cual, hoy, arremeten los reformadores (Phoenix News, 21 de octubre de 2014).  

El anciano Xi estaba cerca, en modo particular, al 10° Panchen Lama, y se dice que conservó un reloj que le regaló el 14º Dalai Lama en 1954. Después de la imprevista muerte del Panchen Lama en 1989, Xi Zhongxun hizo publicar un largo artículo en su memoria en el People´s Daily, en el cual alababa el patriotismo y la devoción de su “querido amigo”, al mismo tiempo que condenaba los errores “de izquierda” realizados en el pasado en referencia a las políticas sobre el Tíbet. Después de la muerte de Mao Zedong, Xi Zhong trabajó junto al Panchen Lama para poner en acto una serie de significativas reformas políticas en Tíbet y den otras regiones étnicas, creando el actual sistema.

A diferencia de su padre, Xi Jinping tiene poca familiaridad y poca experiencia directa con las cuestiones étnicas: él ha pasado su carrera entera en provincias costeras como Hebei, Fujian y Zhejiang. Una sección de 5.000 caracteres de su libro “Casting off Poverty” (publicado en 1992) es considerada como su primera contribución al argumento 8CPC News, 2 de noviembre de 2014). De hecho, no hay una sola frase sobre la política étnica en el libro más reciente de Xi Jinping “On Governace”, que contiene solamente dos vagas referencias a lo largo de todo el texto.

En estridente contraste, la contribución del padre a la cuestión étnica y religiosa fue subrayada en los artículos, libros y hasta series televisivas creadas para conmemorar el centenario de su nacimiento, en 2013. “El trabajo sobre las etnias- escribió Wang Zhengwei- fue un hilo indisoluble durante la vida del compañero Xi Zhongxun, gracias al cual él ha dado una enorme contribución para resolver el problema étnico de nuestro país” (China Ethnic Daily, 15 de octubre de 2013).

En breve: cada movimiento realizado por Xi Jinping para disminuir los derechos de las minorías étnicas y su autonomía sería vista como un repudiar en manera directa la herencia de su padre, quien a menudo es recordado por aquellos que citan palabras del anciano Xi para defender el “status quo”.

Conclusión: la seguridad reina sobre todo

Dada la falta de un consenso en la dirigencia central, los funcionarios locales se quedaron sin una guía clara sobre como balancear la autonomía étnica con la mezcla étnica. Inciertos sobre cómo proceder, la mayor parte de estos funcionarios subraya la importancia de la estabilidad “ante todo”, empleando sus considerables fondos de previsión y bienestar social para inhibir las contradicciones étnicas. En realidad, la parálisis política y loa continuos desórdenes étnicos dejan la mano libre a los funcionarios de seguridad, en tanto y en cuanto no se brinda una respuesta a las motivaciones que provocan estas tensiones.

Como presidente de la neonata Comisión para la Seguridad Nacional, Xi Jinping tiene una influencia notable sobre la agenda de la seguridad, y las fuerzas que la componen emergen, cada vez más, como una de las más importantes bases de poder. En los discursos pronunciados hasta ahora, Xi constantemente subrayó la importancia de mantener la estabilidad, un tema común en los últimos decenios, pero que ha llegado a definir el acercamiento de Xi a los problemas étnicos.

En nombre de la lucha contra los “tres males” (separatismo, extremismo y terrorismo), los funcionarios de la seguridad han tomado no sólo las regiones de frontera como Xinjiang y Tíbet, sino que están adoptando, cada vez más, métodos similares a los de la policía militarizada en todo el país. Sin embargo, el hecho de restablecer la seguridad en la sociedad china no logra enfrentar una de las cuestiones fundamentales en juego en el debate político étnico.

En síntesis, mientras los aparatos de seguridad han demostrado ser, en gran parte, eficaces en el olfatear la ola de auto-inmolaciones en Tíbet y los ataques terroristas relacionados con los uighuros, el antagonismo étnico se afinó en algunas partes de la sociedad china, apenas las autoridades comenzaron a adentrarse más en profundidad en el monitoreo ya omnipresente de la sociedad. Sin los esfuerzos necesarios para enfrentar estas tensiones siempre crecientes, cada pluralismo estable y armonioso continuará escapando de las manos de los políticos chinos.

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