La cruz de los católicos rusos
A los católicos moscovitas no se les permitió salir de los alrededores de la Catedral de la Inmaculada Concepción durante el Vía Crucis. Mons. Paolo Pezzi: "Nuestro camino está inscrito en la comunión con Cristo". Las raíces "extranjeras" de la comunidad católica de la capital. "Cristo no eligió la cruz, le fue dada"
Moscú (AsiaNews) - Este año los católicos de la capital lograron reunirse para realizar el Vía Crucis al aire libre el primero de abril, pero no obtuvieron el permiso para salir de los alrededores de la Catedral de la Inmaculada Concepción. La comunidad polaca local construyó la iglesia gótica justo antes de la revolución y debió cerrarla de inmediato para volver a consagrarla recién en 1990, tras la caída del régimen comunista.
El arzobispo de la iglesia de la Madre de Dios, en Moscú, monseñor Paolo Pezzi, abrió la procesión recordando que "nuestro camino está inscrito en la comunión con Cristo, es la entrada de Cristo y de su salvación en nuestras vidas, que se cumple en la cruz".
Este año es el centenario del proceso de Petrogrado, que condenó a muerte a los mártires católicos rusos. Hoy, más que nunca, el vía crucis es verdaderamente una expresión de dolor compartido, por la dramática circunstancia de la guerra en curso contra Ucrania, que deja en todos el deseo de una redención y reconciliación.
Así, el arzobispo recuerda que "el camino de la cruz es nuestro camino, para crecer en la amistad con Cristo. Nos acerca a Él de un modo aún más intenso: si hemos encontrado a Cristo, si vivimos de su memoria, si nos detenemos ante su rostro ensangrentado, entonces, la amistad y la fraternidad es el único modo de relación entre los hombres”.
Precisamente la historia del catolicismo en Rusia recuerda las numerosas tragedias de la historia en el enfrentamiento entre los eslavos orientales a ambos lados de los ríos, y la necesidad de redescubrir el sentido de la convivencia y del intercambio de dones entre los pueblos y las Iglesias.
La comunidad católica de Moscú, y de toda Rusia, constituye una minoría. Históricamente ha estado formada por ciudadanos con antiguas raíces polacas y ucranianas, pero también lituanas, alemanas y de muchos países "amigos" de la época soviética. Y entre éstos hay africanos y sudamericanos, católicos armenios que huyeron de las guerras civiles en el Cáucaso, y muchos rusos que han reconocido en las tradiciones del catolicismo una parte de su tradición rusa, que siempre ha estado abierta al encuentro entre Oriente y Occidente.
Las cuatro diócesis de Moscú, Saratov en el Volga, Novosibirsk en el centro de Siberia e Irkutsk cerca del lago Bajkal son testigos de estas historias, de la dispersión y las deportaciones. Pero también, del renacimiento de la fe, en un país donde había sido perseguida durante mucho tiempo.
El 19 de marzo, en Murmansk, más allá del Círculo Polar Ártico, el obispo auxiliar de San Petersburgo, de etnia rusa, Mons. Nikolai Dubinin, tuvo la alegría de consagrar diácono a otro católico ruso. Se trata de Denis Malov, un misionero claretiano que se convertirá en sacerdote para continuar la gran misión de evangelización y caridad de su congregación en Rusia.
Ahora, los católicos moscovitas siguen a su pastor desde los dos lados del gran patio de la catedral, que los soviéticos habían transformado en un edificio de cuatro plantas de talleres y oficinas, y bajo la bóveda se encontraba el auditorio para las conferencias sobre el "ateísmo científico", que caracterizaba a todas las instituciones del régimen comunista. A principios de los años noventa, la comunidad polaca de Moscú celebraba la Santa Misa con los sacerdotes salesianos delante del portón cerrado, aún cuando el frío invernal congelaba hasta el vino consagrado del cáliz. Finalmente lograron que se les devuelva el edificio, que fue refaccionado gracias a la caridad de los hermanos de todo el mundo.
Actualmente hay dos iglesias católicas oficiales en la capital: la de la Inmaculada Concepción y la histórica iglesia francesa de San Luis, la única que permaneció abierta durante los años del comunismo, junto con la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes de Leningrado, también vinculada históricamente a la presencia de diplomáticos franceses. Sin embargo, hay otras parroquias registradas, que se reúnen en las dos iglesias o en establecimientos privados. Desde hace dos años, también utilizan las instalaciones recientemente restauradas en torno al edificio histórico de la Iglesia de los Santos Pedro y Pablo, iglesia de los católicos moscovitas desde el siglo XIX.
Tras un largo y agitado proceso judicial, los católicos lograron recuperar al menos una parte del complejo, donde se encontraban las instituciones educativas y caritativas de la vivaz comunidad moscovita. Ahora aguardan, que Casación les restituya definitivamente todo el "barrio católico" del centro de la ciudad.
Durante el Vía Crucis, en las distintas estaciones se leyeron meditaciones de autores como Charles Peguy, Boris Pasternak, Anna Ajmátova y el santo Papa Juan Pablo II, a quien le habría encantado consagrar en persona la catedral reconstruida, enviando más tarde a su Secretario de Estado, el card. Angelo Sodano.
Al cierre de la celebración, desde el altar, mons. Pezzi recordó que "la Iglesia se ha difundido por el mundo gracias a la predicación de apóstoles y doctores, sacerdotes y laicos, y cada uno de nosotros, gracias al Bautismo, se ha convertido en piedra fundamental del edificio espiritual en el que Cristo Señor nos une en un solo Cuerpo". El arzobispo subrayó que "Cristo no eligió la cruz, le fue dada, y no nos corresponde a nosotros elegir cuál debe ser nuestra cruz, debemos llevarla, incluso cuando parezca demasiado pesada".
31/07/2020 11:31
25/10/2021 11:04