La campaña de "sinicización" para asegurar el monopolio del poder del Partido Comunista de China
Beijing (AsiaNews) – El presidente de China, Xi Jinping, a finales de septiembre de 2015, al conmemorar el 2565 aniversario del nacimiento de Confucio en Beijing, enfatizó que la cultura era el alma de una nación. "Si un país o una nación –dijo- no aprecian su propio pensamiento y su cultura, si pierden su alma, no importa qué país o qué nación sea, no podrán permanecer fuertes ni afrontar sus retos del futuro".
De un tiempo a esta parte, el tan cacareado “sueño” chino, impulsado por Xi Jinping, está dando paso a otra campaña, típica de regímenes dictatoriales, para acallar las masas con nuevas propuestas que entusiasmen al pueblo. Ahora, le toca el turno a la llamada “sinicización” que poco a poco va tomando fuerza, con la finalidad de controlar las mentes de la gente al más puro estilo de la Revolución Cultural de la década de 1965 a 1975.
Dentro de este marco de la sinicización, el presidente Xi se ha aliado con el confucianismo y la cultura tradicional china, como únicos resortes para mantener ciertos valores y puntos de referencia que el pueblo chino no encuentra, desde hace décadas, en el partido Comunista, otrora enemigo acérrimo de Confucio. Pero las paradojas están a la orden del día y el agridulce, por utilizar un término gastronómico en China, se fusiona en el mismo plato con sabores que son incluso opuestos.
El presidente Xi, en noviembre 2014 visitó el Templo de Confucio en Qufu, y no ocultó su admiración por los Analectas y los Diálogos de Confucio. En mayo de 2015, Xi visitó la Universidad de Pekín, donde impartió un discurso elogiando los esfuerzos de reconocidas personalidades y estudiosos confucionistas y su aportación a la sociedad. En aquella ocasión, en un discurso en la Universidad Normal de Beijing el 9 de septiembre de 2013, expresó su preocupación por la eliminación de poemas y ensayos chinos clásicos en los libros de texto escolares. "Los Clásicos -dijo- deben ser incorporados en las mentes de los estudiantes para que se conviertan en los" genes "de la cultura china". Desde entonces, las escuelas y colegios han incluido en los currículos escolares el estudio de los Clásicos. Así, las autoridades educativas de Beijing anunciaron que añadirían más poemas chinos clásicos en los libros de texto a partir de septiembre de 2015.
Como trasfondo está el malestar del gobierno chino por la tendencia a una cierta "adoración¨ de todo lo que es occidental, al menos por parte de las nuevas generaciones en China. El impacto en el mundo de la religión no se hizo esperar. En los días previos a la Navidad de 2014, hubo directrices contundentes en los estratos académicos de las universidades en China de prohibir manifestaciones festivas de claro tinte occidental en la Navidad. En Yuci, Shanxi, donde hay una fuerte presencia de universidades, así como en Xian, Shaanxi, las normas fueron tajantes, causando en los estudiantes un cierto miedo a celebrar la Navidad con toques occidentales.
En la misma línea, la Navidad pasada, en los grandes centros comerciales se prohibió que hubiera música navideña, y la presencia policial en muchas iglesias confirmaba una preocupación que puede ir más allá de los meros cantos navideños. La influencia de la cultura occidental que tiene su impacto en la China actual y por encima de todo la nula referencia del Partido Comunista como faro y cauce de valores en una sociedad donde la corrupción cabalga por sus anchas y el culto al dinero parece tomar la delantera a todo otro valor en la sociedad, están en la base de la nueva campaña de “sinicización”.
Pero la cosa va más allá. Detrás de esta campaña que se toma y retoma en ciertos momentos puntuales del año, como pueden ser la Navidad o el aniversario de Confucio, para seguir insistiendo en lo mismo, hay otros síntomas más preocupantes. Del 12 de octubre al 3 de diciembre del año pasado, la Universidad de Zhengzhou, en la provincia de Henan, en China central, impartió un curso de indoctrinación en aras de fomentar la tan cacareada “sinicización” de la esfera religiosa. Para ello, la universidad de Zhengzhou, capital de la provincia central de Henan, organizó un curso de dos meses, para explicar la trayectoria de las religiones en China y su papel en a sociedad. Organizado por los departamentos de asuntos religiosos del gobierno, cinco profesores universitarios impartieron un curso intensivo en el que se hizo particular hincapié en el papel de la religión durante la dinastía Qing. En las clases impartidas, a las que acudieron más de 50 participantes, entre los cuales había cuatro laicos, tres religiosas y tres sacerdotes católicos, se insistió en la relación entre religión y cultura china, y del papel de la religión en la sociedad.
Los profesores no dudaron en lanzar claros ataques a la religión católica y mostrar “las deficiencias” de la misma en tal campo, al menos así lo interpretaron los académicos que impartían las clases. Incluso se atrevieron a afirmar que el incremento de creyentes protestantes se debe a su apertura a la sinizacion y adaptación a la cultura local, en detrimento de los católicos -así argüían- que se aferraron a sus creencias extranjeras sin relación con la cultura local. La lección era clara y la sinicización implicaba no sólo el aprecio de la propia cultura, sino que la religión, bajo el amparo de tal estrategia, debería servir a los intereses del Socialismo chino.
Los dos meses de "indoctrinación" costeada por el gobierno cubrió todos los gastos de los participantes que durante dos meses fueron acomodados en el campus universitario, se hizo previa inscripción. Los participantes formaban parte de las cinco religiones oficialmente reconocidas, budismo, taoísmo, islam, catolicismo y protestantismo. Al concluir, los participantes tuvieron que rendir un examen final.
Está por verse si tal iniciativa se ha extendido a otras provincias. Todo parece indicar que pueda ser una táctica para preparar la próxima reunión de alto nivel dentro de la Iglesia católica en China, organizada por el gobierno, sin saberse aún las fechas concretas en las que incluso se dice que el propio presidente Xi podría participar. La campaña de “sinicización” podría, así, tener consecuencias más que preocupantes para el futuro de la religión católica en particular. En sí, apela al patriotismo, una fibra muy sensible ante la cual la sociedad china pueda ser fácilmente influenciada, aunque su finalidad no sea otra que la de intentar doblegar la cerviz de las masas a los intereses del Partido, que no es otro que mantener bajo férreo control la mente de las personas, algo magistralmente utilizado por el partido comunista desde la llegada de Mao al poder hasta hoy.
[texto original en español]
23/12/2015
03/01/2019 10:59