La antigua Antioquía después de Assad
La caída del régimen de Damasco ha traído también reacciones en el patriarcado ortodoxo heredero de una de las sedes más importantes del cristianismo antiguo, con un misterioso movimiento simpatizante del nuevo régimen islamista que -entre acusaciones de colaboracionismo y viejos rencores- pide la dimisión de Ioann X. En el trasfondo están las relaciones con Moscú, con la que esta Iglesia sigue vinculada, aunque sin haber roto con Constantinopla.
Moscú (AsiaNews) - La caída del régimen de Bashar al Assad ha provocado movimientos telúricos en el patriarcado ortodoxo de Antioquía, el más oriental de la «pentarquía apostólica» de los primeros siglos del cristianismo, que hoy tiene su sede en Damasco. También se ha formado un «Movimiento por los cambios antioquenos», compuesto por cristianos favorables al nuevo régimen islamista, que exigiría la dimisión del patriarca prorruso Ioann X (Yazigi), acusado de «ser culpable de colaborar con los regímenes de Assad y Putin».
No está claro a quién representa realmente el movimiento antipatriarcal, pero la reacción de la prensa siria demuestra su capacidad para influir en los equilibrios internos del mundo eclesiástico y social, teniendo en cuenta además las dificultades del patriarcado para establecer un diálogo con el nuevo poder de Damasco. La legitimidad del papel de Ioann X, además, ya había sido cuestionada cuando fue elegido en 2012 porque se le acusó de violar ciertas disposiciones del estatuto de la Iglesia antioquena, según el cual los candidatos al trono patriarcal sólo podían ser metropolitanos con al menos cinco años desde su nombramiento, mientras que a Yazigi le faltaban unos meses.
El sínodo ya modificó el estatuto durante la elección, y el gobierno de Assad confirmó inmediatamente estos cambios, celebrando enfáticamente la elección de Ioann X. Los adversarios del patriarca tuvieron que tragarse el sapo, que ahora vuelve a la carga, acusando al patriarcado de haber permitido que Assad se inmiscuyera en los asuntos internos de la Iglesia, que así «perdería su independencia», y los ortodoxos sirios «la confianza en sus líderes espirituales».
Ioann acaba de cumplir 69 años y es originario de la provincia noroccidental de Latakia, patria del clan Assad, donde también se encuentran bases militares rusas. En 2013, el hermano menor del patriarca, el entonces metropolitano de Alepo Pavel (Yazigi), fue secuestrado junto con el arzobispo de la Iglesia sirio-jacobita Mar Grigorios Ioann Ibrahim. Su destino sigue siendo desconocido a día de hoy, aunque la prensa local informó de que fueron asesinados por terroristas del Isis, opositores a Assad.
Cuatro días después de que Assad huyera a Moscú, donde se le concedió asilo político, Ioann X acudió a su vez a la capital rusa, donde se entrevistó con el Patriarca Kirill (Gundjaev), quien le expresó su solidaridad por «el sufrimiento que Siria está padeciendo actualmente». Desde el Patriarcado de Moscú llegaron llamamientos a oponerse militarmente a las fuerzas islamistas, cuando la capital Damasco aún no había sido conquistada, pues de lo contrario Rusia habría «perdido su estatuto de Katekhon», es decir, de terraplén universal contra el mal, según la expresión del protodiácono Vladimir Vasilik, profesor de la Academia Teológica de San Petersburgo. En su opinión, no defender al régimen de Assad supondría una «vergonzosa derrota también en Ucrania, debido a la negativa a defender a los cristianos en cualquier lugar de la esfera terrenal».
Antes de la guerra -que ha hecho que muchos abandonen el país-, los cristianos representaban el 5-6% de los más de 20 millones de habitantes de Siria; entre ellos, la mayoría son ortodoxos arabófonos del patriarcado de Antioquía, cerca de medio millón de fieles, dirigidos por jerarcas de etnia griega. Bajo Assad, la Navidad y la Pascua se celebraban como fiestas nacionales del Estado, mientras que este año, en Nochebuena, Ioann X tuvo su primer contacto con el Dr. Abu Omar, miembro del gobierno interino, que le transmitió los deseos del nuevo líder Al-Jolani, quien aseguró «el respeto de los derechos de los cristianos» en Siria.
El Patriarcado de Antioquía permanece en suspenso político y también eclesiástico, ya que es la única Iglesia que apoya explícitamente a Moscú, sin haber roto relaciones con Constantinopla, con el telón de fondo del reconocimiento de la autocefalia de Kiev. Y si el país sufriera una islamización decisiva, no se puede descartar que la antigua sede antioquena se desplace en otras direcciones, como ha ocurrido varias veces en la historia. Tal vez al Líbano, si no incluso a Moscú, en el cálido abrazo de la Tercera Roma.
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