La OMS acude en ayuda de China: El virus no proviene de un laboratorio de Wuhan
En los últimos días, Donald Trump y Mike Pompeo dijeron poseer “pruebas” sobre el laboratorio de Wuhan desde donde habría surgido el virus. Sin embargo, hasta ahora no las han presentado. Australia, la UE, Suecia y Alemania solicitan una investigación internacional sobre el origen del virus, pero China no acepta. Para el Global Times, Mike Pompeo “traiciona el cristianismo”, porque miente, y atenta contra el “noveno mandamiento”.
Roma (AsiaNews) – La Organización Mundial de la Salud (OMS) salió a socorrer a China una vez más, excluyendo que el nuevo coronavirus se haya originado en un laboratorio de Wuhan, como fue denunciado por el presidente de los EEUU, Donald Trump, y por el Secretario de Estado americano, Mike Pompeo.
Ayer, en una sesión informativa virtual, el director del área de emergencias de la OMS, Michael Ryan, dijo “no haber recibido ningún dato o prueba específica del gobierno de los EEUU sobre el supuesto origen del virus”, e invitó a los Estados Unidos a “compartir dichas pruebas”, si es que existen.
En los últimos días, Trump dijo que hay pruebas de que el Covid-19 se originó en un laboratorio de Wuhan. Su Secretario de Estado dijo también que existen “enormes pruebas” sobre este origen, pero también reveló que de momento no puede hablar de ellas.
Pocos días antes, la CIA también declaró que quiere estudiar si la epidemia “comenzó por el contacto con animales infectados o si fue el resultado de un accidente de laboratorio”. Sin embargo, la CIA parece excluir que el virus haya sido creado en un laboratorio. No obstante, según algunos observadores, es igualmente factible que el virus se haya “escapado” de un laboratorio, como consecuencia de algún incidente.
Varios científicos y publicaciones descartan totalmente que el virus haya sido creado por el hombre. La tesis más acreditada – incluso por el gobierno chino – es que éste se haya originado en el mercado de pescado de Wuhan, donde se venden animales vivos para consumo humano.
Cabe destacar que hay científicos chinos que dudan que el virus se haya originado en el mercado de pescado, y sugieren que podría haber sido “importado del exterior”.
Según un estudio de la Academia china de Ciencias Sociales y del Instituto de Investigaciones científicas sobre el cerebro, publicado el 21 de febrero pasado, el virus debe haber hecho su aparición a fines de noviembre del 2019, y se estabilizó a principios de diciembre en el mercado de pescado de la ciudad.
Si bien no con la vehemencia y las amenazas de los EEUU –Trump amenazó con aplicar nuevos aranceles sobre los productos chinos, a causa del origen del virus –, varios gobiernos exigen a China las aclaraciones del caso. Entre éstos figuran Francia, Alemania y Gran Bretaña. Para el presidente francés Emmanuel Macron, “hay cosas que sucedieron [en Wuhan], que no sabemos”. Para la canciller alemana Angela Merkel, es necesario que Beijing comparta más información sobre el Covid-19.
La cuestión central no se ciñe solamente al origen del virus. Según fuente de AsiaNews, China no está compartiendo toda la información que posee sobre el genoma del Covid-19, y está brindando apenas un mapa parcial a la comunidad científica internacional. De esta forma, Beijing parecería querer ganar tiempo, para hallar una vacuna eficaz antes, y mejor, que los demás países.
Con ello puede verse que la cuestión sobre el origen del virus, antes que científica o humanitaria, es de naturaleza puramente económica. Y es solo por ello que se convierte en una cuestión política, con EEUU y China acusándose mutuamente de manipular la información.
Las acusaciones de Trump y Pompeo chocan con las del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, que acusa a los soldados de los Estados Unidos de haber “infectado” Wuhan durante los Juegos de guerra mundiales realizados en octubre del 2019.
Otra acusación de Beijing es que con sus tesis, Trump busca distraer la atención de su pueblo, de la torpeza con que él y su administración gestionaron la pandemia. En este momento, Estados Unidos es la nación con mayor número de casos positivos (1,180 millones) y muertos (68.934).
Por su parte, Australia, junto con la UE, Suecia y Alemania, exigen una investigación internacional sobre el origen del virus, pero China no acepta investigar. La OMS se ha ofrecido a formar parte de un equipo de científicos para estudiar el caso junto a los expertos chinos. Sin embargo, para muchos, el organismo de la ONU en materia de salud ha perdido toda credibilidad, por haber secundado a China en numerosas oportunidades durante esta crisis.
En esta partida donde todo está permitido, también hay aspectos ridículos. La revista Global Times, en su edición de hoy, brinda un editorial en la cual se acusa a Mike Pompeo de ser un “traidor del cristianismo” porque continúa “mintiendo”.
El Global Times tiene lazos con el Diario del Pueblo y por lo tanto, es visto como una voz prácticamente oficialista. En el editorial se afirma que Pompeo, con sus declaraciones sobre las “enormes pruebas”, a propósito del laboratorio de Wuhan, atenta contra el “noveno mandamiento”, por haber dado falso testimonio.
En realidad, el mandamiento que prohíbe dar falso testimonio es el octavo. Pero este no es el despropósito más grande del artículo. El punto que resulta más crítico, es cuando este defiende a China por haberse demorado en dar el alerta por la epidemia, ya que afirma que “los expertos en medicina china necesitaban tiempo para aprender algo más sobre el coronavirus”. Lo cierto es que los médicos ya sabían desde el mes de diciembre que estaba en curso una epidemia con un nuevo virus que podía transmitirse de persona a persona, pero la policía los silenció a todos. Entre ellos, cabe recordar al héroe Li Wenliang. China ha silenciado a todos los que criticaron al gobierno por su gestión de la pandemia. En síntesis: el octavo mandamiento encuentra numerosos traidores, de una parte y de otra, y mientras tanto, el virus se propaga por el mundo.