La Iglesia tailandesa lucha contra el alquiler de vientres

de Weena Kowitwanij

Para Chertchai Lertjitlaeka, médico Camiliano, la práctica de los vientres en alquiler "viola la relación de la honestidad y la transparencia entre los cónyuges". Después de varios escándalos, en julio de 2015, Tailandia ha prohibido la subrogación para parejas extranjeras. Abogado para los Derechos Humanos: "La salud reproductiva es un derecho para todos, pero las madres de alquiler no saben nada de los efectos secundarios de las sustancias que toman embarazadas".

Bangkok (AsiaNews) - La madre de alquiler "es una práctica ilegal porque viola el deber del amor de la madre, la relación entre la pareja y su responsabilidad generativa". Así el p. Chertchai Lertjitlaeka, médico perteneciente a la congregación de San Camilo y bioético, reitera la posición de la Iglesia, que se ha opuesto siempre en todos los sentidos a la lacra de la subrogación, en el que Tailandia ha visto numerosos avances en los últimos tiempos.

Habiendo sido un destino favorito para las parejas extranjeras (homosexuales o no) en busca de un útero a "renta" (por unos 13 mil dólares), el país ha promulgado una serie de leyes que regulan la práctica y la defensa de los derechos del niño. El 30 de julio de 2015 ha entrado en vigor el “Act to Protect Babies Born through Assisted Reproductive Technologies”, que pone fin al mercado del útero en renta, que prohíbe la subrogación comercial y la compra-venta de semen y óvulos. Las únicas personas que tienen el derecho de utilizar estas técnicas son parejas heterosexuales tailandeses, casados y sin hijos.

El Medical Council of Thailand (Mct) prescribe que la madre de alquiler debe estar relacionada directamente o del padre o de la madre biológica, pero no la abuela del niño. Además, la madre de alquiler ya debe haber estado embarazada y tener el permiso de su marido, que no pueden más adelante negarse a reconocer al niño no nacido como hijo suyo. La ley tailandesa, de hecho, considera a la mujer que da a luz al niño como la madre, y los que solicitan el parentesco no tiene un derecho automático sobre el recién nacido.

En julio pasado, una chica tailandesa si ha negado a firmar los documentos que permitirían a una pareja de homosexuales (un americano y un español) de adoptar la niña dio a luz y extraditarla del país.

El “Act to Protect Babies” se produjo después de una serie de escándalos que han sacudido al país. La primera referida a Gammy, nacido de madre de alquiler tailandesa y abandonado por los padres biológicos (australianos) por estar afectado por el síndrome de Down. Después de una larga batalla legal, ahora Gammy vive en Koy, la madre de alquiler.

La segunda historia trata de un hombre japonés, quien resultó ser el padre biológico de al menos 16 niños nacidos a través de tailandeses sustitutas. Los medios locales llamaron al evento "la fábrica de los niños"

La subrogación es inmoral, reanuda el p. Lertjitlaeka, "porque el embarazo es específico para las parejas casadas y es una cuestión de honestidad, que exige el respeto entre marido y mujer", lo cual es negado por la entrada de una tercera persona (el médico) en el proceso de inseminación artificial.

Naiyana Supapueng, abogado de derechos humanos y ex miembro de National Human Rights, advierte de las consecuencias de la práctica: "Si bien la salud reproductiva es un derecho de todos, las madres de alquiler y sus maridos no saben nada de los efectos (incluso a larga plazo) de las sustancias químicas que se administran a la mujer. En algunos casos también pueden producir quistes o tumores".