La Iglesia malasia organiza una pastoral para migrantes, que “son hermanos nuestros, no enemigos”
Dominic Lim, director de la Comisión para el desarrollo humano (AHDC) de la arquidiócesis de Kota Kinabalu, cuenta cómo es la obra que las parroquias llevan a cabo en favor de los inmigrantes. Malasia no forma parte del grupo de países firmantes de la Convención de la ONU sobre los refugiados y por ende no está obligada a dar asilo, trabajo y educación a estas personas. El primer enemigo a ser derrotado “son los prejuicios y los miedos injustificados de los fieles locales”.
Kuala Lumpur (AsiaNews/Agencias) – Los fieles de Sabah “deben aprender cuál es la posición de la Iglesia en relación a los migrantes, y cómo poner en práctica sus enseñanzas sociales, a pesar de los prejuicios negativos contra los extranjeros, que están muy difundidos en nuestra sociedad”. Es lo que dice Dominic Lim, director de la Comisión para el desarrollo humano (AHDC) de la arquidiócesis de Kota Kinabalu (capital del Estado de Sabah) que, en una entrevista al diario Catholic News, cuenta acerca de la obra que la Iglesia local lleva adelante en favor de los migrantes.
Un migrante que llega al territorio malasio, afirma Lim, necesita ser asistido tanto en el plano socio-económico como en el cultural. Esto sólo puede ser efectuado si la población que lo hospeda es educada a fin de no verlo como un enemigo. “La opinión pública debe ser formada de un modo correcto, a fin de evitar miedos injustificados y especulaciones dañinas”. La acción de la Iglesia, cuenta Lim, es inspirada por las palabras pronunciadas por el Papa Francisco en ocasión de la Jornada mundial del migrante: “Los migrantes son nuestros hermanos y hermanas, que están en busca de una vida mejor, lejos de la pobreza, del hambre, de la explotación y de la injusticia”.
Malasia no figura entre los países firmantes de la Convención sobre los refugiados de la ONU (1951) y por ende, no está obligada a dar asilo, trabajo y educación a los migrantes. Son más de 150.000 las personas que solicitan asilo en el país. Casi 140.000 refugiados provienen de Myanmar (incluyendo a la minoría musulmana rohinyá). Los otros países de origen son Sri Lanka, Pakistán, Somalia, Siria, Irak y Palestina.
En los últimos años, con el flujo de migrantes continuamente en aumento, las comunidades cristianas se han movido para organizar respuestas concretas ante la emergencia. A partir del 2011, explica Lim, las Comisiones para el desarrollo humano de tres diócesis se unieron a fin de crear el programa “Amos”. Éste, que toma su nombre del profeta, fue pensado para ayudar a los participantes a comprender su misión en favor de los marginados y de los postergados, especialmente de los migrantes.
Distribuir artículos de primera necesidad, favorecer la integración en la sociedad y la inserción en el mundo del trabajo, brindar una educación a los hijos de los migrantes: son las principales obras de las cuales estos grupos de fieles se ocupan. Además, la Iglesia malasia ha involucrado en este proyecto a los católicos indonesios, que han enviado a varios agentes de trabajo pastoral. El año pasado en Sandakan, cuenta Lim, se celebró el último encuentro general, en el que participaron varios obispos, sacerdotes, religiosos, que pusieron en común sus experiencias de ayuda a los migrantes.
El trabajo común entre diversas diócesis, y entre religiosos y laicos, ha hecho surgir numerosas actividades exitosas en el país: “El trabajo de las congregaciones religiosas –afirma Lim- ha ayudado a muchos feligreses a ver este trabajo con los migrantes como una parte integrante de la misión de la Iglesia misma”. Algunas parroquias, agrega, “han creado comisiones específicas (como es el caso de la pastoral de los filipinos, o la de los indonesios) donde los fieles son ayudados a superar sus temores y preocupaciones”.
