Kuwait, el neo-Emir contra el gobierno y el parlamento: " dañado" el país

En su (primer) discurso de investidura, el jeque Meshal arremete contra las instituciones que no han impreso 'cambio ni corrección' al rumbo. También están en el punto de mira las decisiones que "no cumplen" las normas de "equidad y justicia". El país sigue dependiendo de los ingresos del crudo y no tiene planes para una era post-petróleo. La perspectiva de recortes del gasto público.

Ciudad de Kuwait (AsiaNews) - Un durísimo ataque al Parlamento y al ejecutivo, acusados de perjudicar los intereses nacionales. El nuevo emir de Kuwait, jeque Meshal al-Ahmed al-Sabah, en su primer discurso tras jurar formalmente ante los diputados como decimoséptimo gobernante del país, no ahorró críticas y promesas de cambio. Al tomar el relevo de su hermanastro el jeque Nawaf, fallecido el 16 de diciembre, deberá sacar al país de las ciénagas de la parálisis política y el bloqueo de las reformas; en particular del sector público, que ha convertido a la nación, en alza tras haber archivado la invasión iraquí y la primera guerra del Golfo, en uno de los Estados más atrasados de la zona.

El gobierno de su predecesor, de corta duración y minado por una enfermedad que comprometió su salud y su capacidad de liderazgo, se caracterizó por el estancamiento político y la posterior disolución del parlamento y dimisión del gobierno. "Hay obligaciones", subrayó el gobernante de 83 años dirigiéndose a los diputados, que "hay que cumplir", pero "no hemos notado ningún cambio ni corrección" de rumbo. Por el contrario, el Ejecutivo y el Parlamento han "perjudicado" los intereses del país y de su pueblo, empezando por los nombramientos y ascensos en la función pública que "no responden a las más simples normas de justicia y equidad". De ahí, entre las primeras medidas, la congelación temporal de todos los ascensos y nombramientos, tras firmar el 5 de diciembre un decreto que impone una pausa de tres meses -prorrogable- en la contratación estatal.

Al término del discurso, el gobierno presentó su dimisión como acto de procedimiento para permitir el nombramiento de un nuevo primer ministro.

El emirato se rige por una monarquía constitucional, con un sistema de gobierno parlamentario que es también el más antiguo del Golfo; el primer parlamento se eligió en 1963, dos años después de la independencia del Reino Unido, el 19 de junio de 1961. Goza de enormes poderes, como aprobar y bloquear leyes, interpelar a ministros y presentar mociones de censura contra altos funcionarios. El Majlis al-Umma está compuesto por 50 miembros, elegidos en elecciones celebradas cada cuatro años; también puede destituir al primer ministro u otros ministros, confirmar el nombramiento del príncipe heredero y del emir, cuyo trono es hereditario, mientras que la línea política sigue siendo conservadora.

Kuwait tiene una población de unos 4,4 millones de habitantes, en su mayoría trabajadores extranjeros, a los que no se concede el derecho de voto y es poco probable que obtengan la ciudadanía. El emirato, que fue la primera nación árabe en adoptar una constitución en 1962, se caracteriza por una extrema inestabilidad política con un enfrentamiento institucional entre el gobierno y el parlamento, que ha bloqueado las reformas fiscales. Y ha dificultado su desarrollo económico: Kuwait es uno de los principales exportadores de petróleo (cuyos ingresos suponen el 90% de la renta), pero los frecuentes casos de corrupción y el choque frontal entre Parlamento y Gobierno han creado periodos de estancamiento político.

Al comentar las palabras del nuevo Emir, Bader al-Saif, profesor de la Universidad de Kuwait, habla de "uno de los primeros discursos más enérgicos pronunciados por un gobernante entrante". El pasaje más significativo y sin precedentes, añade en un post de sus asociados, "es la clara nota de culpa hacia el Gobierno y el Parlamento". Después de todo, el jeque Meshal pasó muchos años en el Ministerio del Interior y fue jefe adjunto de la Guardia Nacional de 2004 a 2020. Al haber pasado la mayor parte de su carrera en el aparato de seguridad, se ha mantenido al margen de las a menudo agrias disputas intrafamiliares. En política exterior, debería conservar la posición equilibrada que le permite ser aliado de Estados Unidos, al tiempo que mantiene buenas relaciones con Irán y los países del Golfo, empezando por Arabia Saudí. Sin embargo, serán necesarios nuevos esfuerzos en economía e innovación, entre otras cosas porque, a diferencia de otros, el emirato no ha diversificado sus recursos y sigue atado al crudo, por lo que una de sus prioridades será garantizar la transición a una era postpetróleo.

Las decisiones de los próximos años determinarán si Kuwait prosperará o no a largo plazo", subraya el economista y experto en el Golfo Justin Alexander, director de Khalij Economics y economista jefe de Mena Advisors. La prioridad, prosigue, tendrá que pasar por "establecer políticas fiscales y económicas que pongan al país en el buen camino", así como por "superar las disputas políticas que han llevado a Kuwait a subestimar su potencial". La primera prueba para el nuevo emir es la elección del príncipe heredero -un año es el tiempo disponible-, pero la cuestión central es si será capaz de identificar y apoyar a una "nueva generación de líderes", empezando por la elección del nuevo primer ministro llamado a formar el ejecutivo. Fronterizo con Arabia Saudí e Irak, Kuwait posee el 7% de las reservas mundiales de petróleo, está poco endeudado y cuenta con uno de los fondos soberanos más sólidos del mundo. Sin embargo, los conflictos internos entre las instituciones y el gasto público bloquean su desarrollo: baste decir que en el proyecto de presupuesto 2023/4 hay más de 86.000 millones de dólares para gasto público, de los cuales el 80% se destina a salarios de funcionarios y subvenciones a fondo perdido.