Kuala Lumpur: crisis del partido que gobierna desde la independencia, ante la prueba del voto
El próximo 19 de noviembre, 21,1 millones de votantes acudirán a las urnas para la renovación de los 222 diputados de la Cámara Baja. La economía malasia se está recuperando tras la pandemia. No obstante, la relación entre el nacionalismo y la inmigración, además de las relaciones entre los malayos musulmanes y otros grupos étnicos, siguen siendo los temas cruciales para el país.
Kuala Lumpur (AsiaNews) - Malasia se prepara para votar: el sábado 19 de noviembre se renovarán los 222 miembros del Dewan Rakiat, la cámara baja del parlamento federal. La contienda podría marcar con claridad la crisis del Barisan National, la coalición formada por UMNO (United Malay National Organization), hegemónica desde la independencia. Hay dos fuerzas enfrentadas que aspiran a tener un rol estable en el gobierno: Pakatan Harapan y Perikatan Nasional, esta última con una fuerte impronta nacionalista, liderada por el partido Bersatu del ex primer ministro Mohyiddin Yasin.
En esta ocasión, las tradicionales cuestiones étnico-religiosas, territoriales e ideológicas se desdibujan un poco entre las agrupaciones políticas rivales. El Barisan National tradicionalmente ha catalizado el voto de los malasios de origen rural, malayo y musulmán, con políticas de apoyo a este componente (que corresponde al 62,5% de los 33,5 millones de malasios). Sin embargo, esta vez podría ver grandes deserciones, y el voto podría volcarse a otros grupos o partidos de orientación más liberal y laicista. De la misma manera, el voto de los componentes chino, indio e indígena podría distribuirse por fuera del habitual horizonte político.
Es casi seguro que la carrera electoral en curso sea decisiva para dos figuras que han marcado la política malasia durante décadas: una actualmente en el poder, la otra un eterno rival. Mahathir Mohamad, de 97 años, ex jefe de gobierno en varias oportunidades y "gran veterano" de la política, se presenta por el partido que fundó, el Gerakan Tanah Air, con su "agenda para una nueva Malasia", libre de corrupción, privilegios y abusos de poder. Por otra parte está Anwar Ibrahim, de 75 años, sometido durante mucho tiempo a una persecución que también le costó años de cárcel y la proscripción en la política. En esta oportunidad intenta confirmar un relanzamiento de su política y de la federación Pakatan Harapan a la que pertenece. Lo hace al frente del Parti Keadilan Rakyat, con una fuerte base en Kuala Lumpur.
Como trasfondo de los juegos de partidos y personalidades están, por supuesto, los temores, el potencial y las perspectivas de uno de los países más estables del sudeste asiático en el ámbito económico y diplomático, pero inestable en el plano político.
La economía malasia sigue activa y sus indicadores económicos señalan que se está recuperando tras la pandemia, antes que una crisis prolongada. Así lo indica también la escasez de mano de obra en la industria, la agricultura, la pesca y la construcción, que ni siquiera la reapertura a la inmigración ha conseguido contrarrestar.
No obstante, los temas centrales en la vida del país siguen siendo la relación entre la inmigración y el nacionalismo, así como la centralidad de los malayos musulmanes con respecto al mosaico étnico y religioso. Y esto es porque el país canaliza los recursos, el empleo y el bienestar en función de las oportunidades políticas.
Por último, el monzón también tendrá un impacto en el voto de los 21,1 millones de electores: en seis estados de Malasia continental ha provocado inmensos daños y ha obligado a interrumpir la campaña electoral en varias zonas.
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