Krasnaja Gorka, la ‘bella Montaña’ del tiempo de Pascua
Los recuerdos de los rituales paganos se mezclan con la simbología cristiana para exaltar la resurrección de Cristo, que da la vida. Los huevos coloreados, la temporada de los matrimonios y las pruebas de la resurrección.
Moscú (AsiaNews) - Al concluir la Octava de Pascua el domingo pasado, 5 de mayo, los ortodoxos han celebrado la llamada “Antipascha”, el fin de la semana pascual, que en la tradición popular también es llamado la “Bella Montaña”, Krasnaja Gorka. En la fiesta, se funden motivos cristianos y sugestiones del paganismo eslavo, con la colecta de los huevos pascuales en las plazas. Los huevos son hechos rodar, y son arrojados y pisoteados por la multitud exultante. El tiempo pascual también es la temporada de los matrimonios (foto 4) y de los banquetes de bodas, que duran semana enteras.
Ekaterina Dorokhova, vice presidente del Centro de Folklore Ruso, cuenta que este tiempo festivo se vincula a los rituales paganos de la divinidad eslava Jarylo, el dios del sol, de la fuerza y la fecundidad, si bien no hay un acuerdo unánime con respecto a esta atribución. El protoierej Artemij Vladimirov, capellán del monasterio femenino Alekseevskij de Moscú, sostiene que “el cristianismo ha exaltado estos rituales naturales de la vida en el campo, y los ha iluminado con la alegría de la resurrección de Cristo; en estos días releemos a continuación la homilía de San Juan Crisóstomo, en la cual se proclama que la vida vivifica”.
“Es el tiempo de la vida nueva y de la familia” recuerda el protoierej Vladimir Vigilianskij, párroco de la iglesia de Santa Tatjana, en la Universidad Lomonosov. Al tiempo pascual se asocia el principio de la procreación y de la multiplicación de la especie humana, que hoy se ve amenazada por la dramática crisis demográfica que rige en Rusia y en toda Europa. Es también por esto que la fiesta se denomina la “Bella Montaña”, jugando con el doble sentido de la palabra rusa krasnyj, que significa “bello” y al mismo tiempo “rojo”, como es el color litúrgico del Tiempo Pascual, y también el color con el que se decoran los huevos duros, que en estos días se regalan, como símbolo de la concepción de la vida.
Es probable que el “montículo” con el que actualmente se celebra provenga de la costumbre de hacer rodar huevos por una pendiente, tratando de pegarle a los que ya fueron lanzados, un alegre juego infantil que incluso ha sido descrito por algunos escritores rusos como Shmelev y Artemev. Una variante más “competitiva” consiste en arrojarse unos a otros los huevos, como gesto de buenos deseos. En los huevos se enlazan muchas tradiciones populares; siendo un símbolo pascual, se considera que este alimento, de sabor nada desagradable, tiene un efecto calmante para todo tipo de enfermedades, simplemente apoyándolo sobre la parte del cuerpo que está enferma.
La tradición ortodoxa atribuye a Santa María Magdalena la preparación del primer huevo pascual decorado (foto 3), “que ella habría regalado al emperador Tiberio en Roma, exclamando ¡Christus resurrexit a mortuis!”, como recuerda el Padre Artemij. Una tradición distinta considera que luego de la resurrección de Cristo, los huevos se habrían teñido de color rojo milagrosamente, luego de que unos judíos desafiaron a los cristianos a mostrar la prueba de resurrección. La prueba elegida habría sido precisamente la de los huevos, teñidos del color de la sangre de Cristo en la cruz.
La “prueba” de la resurrección, en efecto, es el tema de la Antipascha, que en Oriente coincide con el “Domingo de Tomás”, el apóstol de la duda de fe, que luego iría a predicar el Evangelio hasta suelo indio. Los relatos apócrifos, particularmente difundidos en las Iglesias orientales, cuentan que Tomás padeció el martirio luego de ser atacado con una lanza que lo hirió en su costado, justamente en el mismo lugar donde quería colocar su dedo para obtener la certeza de la fe.
07/04/2018 15:45