28/04/2015, 00.00
CHINA
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Kong Zhenlan, una madre para decenas de niños huérfanos y abandonados

La historia de Kong, que desde los años 70 acoge en su casa a niños minusválidos y huérfanos del condado Qi: “Cada niño es como un pequeño Jesús”. Su fe inspiró la vocación sacerdotal de uno de sus hijos naturales, p. Fan: “Nosotros somos todos hermanos, no hay diferencia”

Jiuji (AsiaNews/Ucanews)- Por 42 años, Kong Zhenlan, una mujer católica de la provincia china de Shanxi, recibió e hizo crecer a huérfanos minusválidos y niños abandonados junto a sus hijos y esto inspiró a uno de sus hijos en hacerse sacerdote. El p. Anthony Fan Changliang, el hijo de Kong, dice que la adopción de los huérfanos en su pueblo católico de Jiuji, en el condado de Qi, tiene una gran tradición.

Antes de la revolución comunista de 1949, la antigua parroquia del pueblo había mantenido una tradición de caridad y de ayuda a los huérfanos. Los católicos cuentan que cuando la religión fue oprimida en los dos decenios siguientes de la revolución, esta noble costumbre y todo el trabajo caritativo fueron bloqueados.

El p. fan, observa que su madre inició a adoptar a los huérfanos minusválidos en 1977 y dice que en los años 70, hubo un aumento de niños abandonados, pero no había horfanatos. El sacerdote recuerda que, cuando era joven, la falta de curaciones médicas y la salud débil de los niños había aumentado notablemente la tasa de mortalidad de los más pequeños. Además, la muerte de algunos niños y el insostenible peso financiero que la familia debía soportar lo habían entristecido mucho.

Cuenta que por un tiempo perdió la fe, pero las palabras que la madre le solía repetir lo han llevado a pensar más en profundidad: “Amar a los pobres es amar a Jesús. Cada uno de estos niños es un hermanito más pequeño, un pequeño Jesús. Cuando nosotros nos ocupamos de nuestros hermanos, nosotros nos estamos ocupando de Jesús”.

El p. Fan cuenta que sólo después de terminar el noviciado comprender totalmente estas palabras y abrazar en pleno la misión de su madre. Cuando se le pregunta cuántos hermanos y hermanas biológicos tiene y cuántos adoptados, responde: “Nosotros somos todos hermanos, no hay diferencia”. “Es una bendición” el hecho que su madre sea capaz de amar a estos niños “con un amor que viene de la fe, en un modo que le da también placer”.

Kong y su marido han iniciado esta obra de caridad cuando tenían 24 años. Ahora ambos tiene 66 años, 11 de sus hijos adoptados crecieron, bien autónomamente y ayudan en la obra de caridad de la madre. “Nosotros le debemos mucho. Sin ella no habríamos podido crecer y no hubiésemos haber vivido una vida bella”, dice uno de ellos.

Por el momento, la señora Kong tiene en custodia a 18 niños: neonatos, niños del jardín de infantes y algunos estudiantes de las escuelas profesionales. Además de darles comida, hospitalidad y ropas, la mujer se ocupa también del crecimiento en la fe, en la salud y en la capacidad de comunicar con los otros. Siendo ahora anciana, jorobada y debilitada, oficialmente no le está permitido adoptar más de 3 niños. No obstante esto, la mujer rechazó los muchos pedidos hechos por el gobierno local de enviar a sus niños al horfanato estatal.

Como su actividad es en práctica ilegal, Kong no puede recibir subsidios económicos del gobierno. Para sustentar a su gran familia, la mujer ofrece tratamientos de agopuntura, mientras que el marido trabaja en una posada. Pero ellos reciben donaciones de la población local, conmovida por su gran amor por los niños abandonados.

 

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