27/08/2022, 16.19
LÍBANO - ORIENTE MEDIO
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Kisrawan, jóvenes cristianos (y musulmanes) unidos en torno al tema de la fraternidad

de Fady Noun

La Jeunesse étudiante chrétienne (JEC), con la coordinación de la organización en Oriente Medio, promovió un seminario de dos días, el primer evento presencial post-Covid. El trabajo se centró en la encíclica “Fratelli tutti” y en el Documento de Abu Dabi sobre la Fraternidad. La explosión en el puerto de Beirut y el asesinato de la periodista palestina son ocasiones para la unidad y la "fusión" entre comunidades diferentes.

Beirut (AsiaNews) - La coordinación regional de la Jeunesse étudiante chrétienne (JEC) de Líbano, Siria, Jordania, Palestina y Egipto ha relanzado recientemente sus actividades en la era post-Covid, organizando un encuentro de dos días en el distrito de Kisrawan, en Líbano, los días 23 y 24 de agosto. Una cita destinada a orientar más eficazmente sobre el contenido de la encíclica "Fratelli Tutti" (Todos Hermanos, 2020) del Papa Francisco acerca de la fraternidad y la amistad, así como el Documento de Abu Dabi sobre la Fraternidad Humana, de 2019. El evento contó con la participación de 36 chicas y chicos, dos de ellos musulmanes de la Fundación Adyan del Líbano, que asistieron a las sesiones.

Ahora bien, ¿cómo se puede vivir siendo "todos hermanos", según el lema de San Francisco, en este tiempo de depredadores y lobos? "La fraternidad es el reto de este tiempo", asegura el padre Joseph Salloum, sacerdote maronita y capellán de la JEC de Oriente Medio. El sacerdote cuenta que en la sesión participaron dos miembros permanentes del movimiento, Innocent Odongo (Uganda) y Roy Ibrahim (Líbano), como parte de un marco más amplio de formación en la sede central de París. 

 

Un momento fuerte

La convivencia libanesa, a la que Juan Pablo II señaló como modelo de relaciones humanas, en un contexto tanto social como político, surgió con fuerza en uno de los momentos más significativos de las sesiones. Fue durante el testimonio de Ziad Fahed, un profesor universitario. Se trata de una historia real, que bien puede servir de parábola moderna. Ocurrió en Qalamoun, en la costa del norte del Líbano, en plena guerra civil. Un día de invierno, un hombre de la región sale a pescar. Está en una barca, sabiendo que en los días de poca niebla abundan los peces. De repente oye gritos y, para su sorpresa, ve a tres niños, aparentemente menores de 10 años, y un perro, a la deriva a bordo de una balsa improvisada. Están hambrientos, pues no han tocado alimento durante tres días. Los rescata y se los lleva con él.

La historia se hace conocida en la opinión pública. Estamos atravesando una época de secuestros y, según algunos, había que aprovechar la ocasión para llegar a un acuerdo de intercambio de rehenes. Sin embargo, para este modesto pescador libanés, íntegro e incorruptible, las leyes de la hospitalidad son sagradas. Finalmente, gracias a la Cruz Roja libanesa, los niños son devueltos a sus padres, que los habían llevado a una playa de Beirut y creían haberlos perdido para siempre, arrastrados por la corriente del mar. Hoy, el hijo de este hombre, el jeque Firas Ballout, tras ver a su padre comportarse así, es uno de los principales protagonistas del diálogo entre culturas y religiones en Trípoli. Esta historia, tan clara, se presta bien a resumir la sesión: "¿Quién es mi prójimo?" le preguntan a Jesús, quien responde citando la parábola del buen samaritano: “mi prójimo es cualquier hombre al que yo me acerque”, y luego añade: "Ve y haz tú lo mismo".

 

¿Es aplicable este código?

Pero, entrando en el meollo de la cuestión, ¿es este código aplicable en un Oriente Medio desgarrado o en una Palestina en la que su pueblo queda a merced de las balas? ¿No estamos ante un optimismo que roza la ingenuidad? La catastrófica explosión en el puerto de Beirut el 4 de agosto de 2020, que desencadenó un movimiento de solidaridad sin precedentes entre los jóvenes, y el asesinato de la periodista cristiana palestina Shirine Abou Aqleh (el pasado mes de mayo) se presentan como modelos de unidad, en la medida en que ayudaron a los libaneses y palestinos de todas las confesiones a "fusionarse". A reaccionar como un solo pueblo, ante las desgracias que los afectan.

"Es toda Palestina la que enterró a Shirine Abou Aqleh", señala Raffy, un palestino, que recuerda cómo todo el mundo fue testigo de la brutalidad de la policía israelí, que estuvo a punto de volcar el féretro de la periodista, tratando por todos los medios de impedir su traslado en una procesión.

 

Un movimiento internacional

Fundado en Francia en la década de 1910, el movimiento internacional Jeunesse étudiante chrétienne (JEC) está orientado a los jóvenes, estudiantes de secundaria y universitarios, creyentes o no, que comparten valores humanistas y cristianos. Se los anima a abrirse al mundo que les rodea según el enfoque "See, Judge, Act" (Ver, juzgar, actuar). Reconocida por la Santa Sede, la JEC tiene un estatus operativo en la Unesco. Presente en 86 países, cuenta con unos 600 miembros en las parroquias de Beirut, Saida y Zahlé.

 

Una experiencia de aprendizaje difícil

A lo largo de dos días, unos treinta jóvenes pudieron escuchar a testigos, profesores, teólogos y políticos que les hablaron del difícil aprendizaje del concepto de fraternidad, en un contexto regional todavía tenso.

El primer día estuvo dedicado a la encíclica “Fratelli Tutti” y al Documento sobre la Fraternidad Humana, presentados por Roula Talhouq, profesora del Instituto de Ciencias Religiosas de la USJ, y el padre Tony Khoury. La tarde estuvo marcada por los testimonios de Raymond Nader, ex exponente de las Fuerzas Libanesas cuyo viaje espiritual pasa por el convento de Annaya y la tumba de San Charbel. Y también por Ziad Fahed, profesor de la Universidad de Louaizé, admirador del hermano Roger de Taizé. Ambos, profundamente cambiados por los efectos de la guerra civil (1975-90).

El segundo día fue más didáctico, con presentaciones más clásicas sobre la coexistencia, a cargo de teólogos cristianos y musulmanes: el P. Elie Haddad, los jeques Hussein Ali el-Amine y Mohammad Nokkari, así como figuras políticas consolidadas como el ex ministro Ibrahim Chamseddine y el diputado Adib Abdel Massih (Koura), y líderes emergentes como Mira Neaimeh (Consejo de Iglesias de Oriente Medio) y Nijad Charafeddine, sobrino del imán Moussa Sadr de Beirut, Saida y Zahlé.

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