Kazajistán, encrucijada de conflictos

de Vladimir Rozanskij

La incertidumbre económica está poniendo a prueba las condiciones de vida y de trabajo en varias zonas de Asia Central, causa explícita de las protestas de hace dos años. Moscú teme que Occidente quiera arrebatar Astana a la influencia rusa, pero Kazajistán sigue siendo un miembro activo de las alianzas militares y económicas euroasiáticas.

Astana (AsiaNews) - La multiplicación de conflictos en tantas zonas del mundo presenta un escenario cada vez más preocupante para el año que acaba de comenzar. Se teme la apertura de nuevos frentes y la escalada de tensiones que parecían latentes, como señala el analista Vladimir Prokhvatilov, colaborador de la Academia Rusa de Ciencias Militares en el sitio web ura.ru.

Las zonas de mayor riesgo, según el experto, son Medio Oriente y Asia Central, e informa del temor generalizado entre los líderes políticos rusos a que "Occidente esté preparando un golpe de Estado en Kazajistán, para arrebatárselo a la influencia rusa". Podrían repetirse los disturbios de enero de 2022, también según Prokhvatilov "inspirados por Estados Unidos y Gran Bretaña".

De hecho, las incertidumbres de la economía están poniendo a prueba las condiciones de vida y de trabajo en varias partes de Asia Central, y ésta fue la causa explícita de las protestas de hace dos años, cuando los habitantes de las ciudades kazajas de Žanaozen y Aktau, en la parte occidental de la república, protestaron contra el repentino aumento de los precios del gas licuado, lo que implicó a otras ciudades, especialmente a la metrópolis más poblada, Almaty.

Otro experto en Kazajistán, el profesor Nurlan Munbaev, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York y de la Fundación Astana para el Parlamentarismo, cree que es difícil suponer hoy un nuevo conflicto interno en el país, "depende de muchos factores internos y externos, del desarrollo de las instituciones democráticas y de la sociedad civil, pero también de las relaciones con Rusia y otros países". Sin embargo, hay algunos puntos a destacar, recordando que Kazajistán es el principal socio de Rusia en Asia Central y miembro activo de alianzas militares y económicas euroasiáticas como la Csto y la Eaes, lazos que no son fáciles de romper o incluso debilitar.

La política de Akorda, el palacio del presidente Kasym-Žomart Tokaev, pretende mantener una línea "multiportadora" con los países vecinos, las grandes potencias asiáticas e incluso Occidente. Las reformas para la democratización y la modernización del país luchan por dar resultados concretos en todos los países de Asia Central, pero representan necesidades muy sentidas por las poblaciones locales. Según Munbaev, una intervención desestabilizadora de los occidentales es bastante improbable, porque correría el riesgo de hacer vanos todos los esfuerzos realizados en los últimos años.

Otro observador, el politólogo Egor Kuroptev, director de la Fundación Rusia Libre en el Cáucaso Sur, cree que "al Kremlin le interesa aumentar las tensiones, sembrar la ansiedad y los temores en toda Rusia, indicando nuevos enemigos a los que hacer frente, cuando la mayoría de la población está agotada por el clima de guerra y movilización". No cree que los occidentales tengan interés en inmiscuirse en los asuntos internos de Kazajistán o de otros países de la región, mientras que "harán todo lo posible por favorecer el curso democrático" en ellos. En opinión de Kuroptev, las alarmas difundidas por Moscú son "herramientas habituales de propaganda y manipulación, que el régimen de Putin utiliza para mantener su estatus y su poder".

Condenar los "planes bélicos de Occidente", los complots para derrocar regímenes existentes o apoderarse de territorios y recursos económicos, suelen ser las premisas con las que Rusia justifica sus "invasiones defensivas", recuerda el politólogo, lo que podría ocurrir en Kazajistán como consecuencia de la "congelación del conflicto ucraniano".