Kadyrov inicia la lucha sobre los Rohingyá y va contra Putin
El presidente checheno polémico hacia las posiciones sobre la minoría islámica en Myanmar. Musulmanes manifiestan en Moscú, mientras que rige una ley sobre las manifestaciones no autorizadas. Un millón de islámicos en Grozny.
Moscú (AsiaNews)- El presidente checheno, Ramzan Kadyrov está desencadenando una dura polémica contra Vladimir Putin sobre la cuestión de los Rohingyá. La polémica puso en crisis las recientes expresiones de estima del presidente ruso hacia la comunidad islámica, difundidas en ocasión de la Fiesta de Kurban-Bayram. Las tensiones se sienten hasta en las manifestaciones callejeras de los musulmanes contra el gobierno de Moscú (foto 19 y en Grozny.
Kadyrov (foto 2) había intervenido en los días pasados contra la política de Putin hacia Myanmar, donde está en curso una violenta represión contra la minoría Rohingyá. El presidente checheno, histórico aliado de Putin, difundió un video-intervención en Instagram, en el cual declara que apoya posiciones diversas de las oficiales del gobierno ruso. Vladimir Putin respondió en manera despreciativa, negando a kadyrov cualquier función en lo que se refiere a la política exterior. Durante la conferencia de prensa conclusiva de la cumbre entre los países Brics en Xiamen, el líder ruso recordó que “en lo que se refiere a los ciudadanos rusos sobre la política exterior del Estado ruso, toda persona tiene el derecho de tener su opinión. Y esto independientemente del rol que él revista. Los dirigentes de la región no hacen excepción a esta regla. Os aseguro que no existe ninguna rebelión representada por la dirigencia de Chechenia”.
Provocados por las palabras de Karadyrov, centenares de musulmanes se reunieron en un cortejo no anunciado ni autorizado por Moscú, manifestando frente a la embajada de Myanmar y atacando verbalmente a las autoridades y contra la población budista del país. El 4 de setiembre, en el centro de la capital chechena, Grozny, casi un millón de musulmanes se reunió para expresar la propia solidaridad a la mayoría islámica de los Rohingyá (foto 3). Es necesario recordar que en marzo pasado, Moscú había bloqueado junto a Beijing una resolución del Consejo de seguridad en apoyo de los musulmanes en Myanmar.
La manifestación de Moscú suscitó mucha impresión en la población. Inmediatamente después de las pacíficas celebraciones de la fiesta de Eid-al-adha, ver a grupos de musulmanes manifestar por las calles gritando “¡Allah Akbar!” parecía imprevisible.
Este año en Rusia es particularmente elevada la alarma pública frente a manifestaciones no autorizadas, después de aquellas de los jóvenes contra la corrupción inspiradas por la oposición, como el movimiento de Aleksej Naval´nyj. Justo en estos meses el gobierno aprobó una serie de reglas restrictivas sobre el orden público y la libertad de opinión, estableciendo límites inéditos, hasta la ley actualmente en discusión sobre el reato de “comportamiento indeseable contra el Estado” castigable con arrestos y expulsiones.
Kadyrov tiene todas las capacidades para poner en crisis a la autoridad del gobierno central. Él fue impuesto por Putin después de los conflictos en la región, que han caracterizado el inicio de su primer mandato presidencial. Su figura parecía un reflejo de la “mano dura” moscovita sobre cada renacimiento bélico y terrorista en la incandescente zona del Cáucaso. Justamente Chechenia era indicada por Putin como central del terrorismo internacional, sin que la opinión pública mundial le diese gran crédito a sus palabras, salvo cuando después reverse después de los hechos del 11 de setiembre de 2001. Con las manifestaciones de estos días, la República chechena vuelve a aparecer como un peligroso refugio del islam radical, de la cual Rusia esperaba estar inmunizada.
Además, ya desde la finalización de la Unión Soviética se fabulaba sobre el “tesoro del PECUS”, los inagotables fondos de partido que se habrían escondido justamente en Chechenia y después jamás encontrados. Sobre la base de esta probable leyenda, los jefes chechenos (o “la mafia chechena”, según algunos), habrían conservado un fuerte poder de influencia sobre el mismo gobierno de Moscú. La inesperada revuelta de Karydov podría anunciar el inicio del declino del mismo Putin.
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