Kabul: el cultivo de opio aumentó casi un tercio
Según Naciones Unidas, la cosecha de este año se puede convertir en 380 toneladas de heroína. Los beneficios de los agricultores se han triplicado en el último año, pero eso no se ha traducido automáticamente en un aumento del poder adquisitivo debido a la crisis económica y humanitaria. Precisamente la prohibición de cultivarlo que anunciaron los talibanes (escasamente llevada a la práctica) fue lo que hizo subir los precios.
Kabul (AsiaNews) - El cultivo de la amapola para opio -principal ingrediente para la producción de heroína- creció casi un tercio desde que los talibanes tomaron el poder en agosto de 2021, a pesar de la prohibición impuesta por las autoridades de facto del Emirato Islámico en abril de este año. Por el contrario, fue precisamente el anuncio de la prohibición lo que casi duplicó los precios y obligó a los agricultores -acorralados por la crisis económica y humanitaria del país, como el resto de la población- a destinar los campos al cultivo de amapola en vez de trigo.
El último informe de la Oficina de las Naciones Unidas para el Control de Drogas y la Prevención del Delito (ONUDD), que desde la década de 1990 monitorea las tendencias en el mercado de drogas ilícitas, releva esta dramática situación.
Según el documento, en 2022 la tierra dedicada al cultivo de amapola aumentó en 56 mil hectáreas (32%) y llegó a un total de 233 mil, convirtiendo la cosecha de este año en la tercera más grande de la historia. Los ingresos de los agricultores se triplicaron, pasando de 425 millones de dólares en 2021 a 1.400 millones de dólares en 2022, cifra que equivale al 29% del valor del sector agrícola en 2021. Pero, señala Naciones Unidas, “esta suma representa solo una fracción de los ingresos derivados de la producción y el tráfico nacionales. A lo largo de la cadena de suministro de drogas ilícitas fuera del país se van acumulando sumas muy superiores”.
Afganistán cubre el 80% de la demanda mundial de opiáceos. El cultivo de la amapola sigue concentrándose en las regiones del sudoeste, donde se encuentra el 73% de las superficies cultivadas. En la provincia de Hilmand, por ejemplo, una quinta parte de la tierra cultivable se dedica al opio y se sustrae -debido a los mayores ingresos- a los cultivos de subsistencia. Según estimaciones de la UNODC, la cosecha de 2022 puede convertirse en hasta 380 toneladas de heroína, cuyo grado de pureza va del 50% al 70%.
La siembra para la cosecha de 2023 se debe realizar a principios de noviembre (es decir, en los próximos días) pero los agricultores, que ahora dependen de las ganancias procedentes de la venta de opiáceos -en 2021 el tráfico ilícito de drogas representó entre el 9% y el 14% del PBI de Afganistán-, se encuentran en una situación de gran incertidumbre porque no saben si la prohibición de los talibanes se aplicará o no el próximo año.
"Los agricultores afganos están atrapados en la economía ilegal de opiáceos, mientras que las incautaciones en el país sugieren que el tráfico de drogas no se ha detenido”, comentó la directora ejecutiva de la UNODC, Ghada Waly. Las ganancias derivadas de la venta de opio, sin embargo, no se traducen automáticamente en un mayor poder adquisitivo, recordó. el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, porque en el último año la inflación también se ha disparado y el precio de los alimentos aumentó alrededor del 35%.
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