Junta tailandesa: 'operación transparencia’ contra los monjes budistas
Bajo investigación por escándalos financieros 45 templos en toda la nación. Una decena de monjes fueron obligados a dejar sus comunidades y ahora están en la cárcel. Entre ellos 3 miembros del Consejo supremo, algo que nunca había sucedido. Esposados también funcionarios de los entes gubernamentales. Jamás antes de ahora un gobierno tailandés había realizado tanta limpieza en el Sangha como en las pasadas semanas.
Bangkok (AsiaNews/EdA) – Desde el inicio de mayo, en el país está en curso una ola sin precedentes de arrestos entre los monjes budistas de alto rango, involucrados en casos de apropiación indebida. Esto parece indicar la voluntad de la junta militar en el poder de limpiar a la comunidad monástica, cuya credibilidad a los ojos de los fieles fue erosionada por años de escándalos.
Jamás había sucedido antes que ahora que un gobierno tailandés haya realizado tanta limpieza en el Sangha, la comunidad religiosa budista del país. Esta cuenta con cerca de 300 mil monjes, distribuidos en 37 mil templos. Los arrestos han afectado hasta ahora a 45 templos en toda la nación. Una decena de monjes fueron obligados a dejar sus comunidades y ahora están en la cárcel. Otras diversas decenas de funcionarios del National Buddhist Bureau, el ente gubernamental encargado de la gestión del Sangha, están involucrados y el dinero substraído en modo indebido asciende a diversos millones de euros. Están involucrados 3 miembros del Consejo supremo del Shanga, el más alto órgano religioso del reino que incluye en total a unos 20 miembros. Dos están ya encarcelados y un tercero fue arrestado el 30 de mayo, después de estar prófugo por 6 días. Entre los templos terminados bajo investigación, 3, entre los cuales el famoso Templo de la Montaña de oro o Wat Saket de Bangkok, son de importancia nacional y bajo el patronato real. En la historia de Tailandia, jamás sucedió que un miembro del Consejo fuese puesto en prisión.
Las irregularidades financieras se refieren a los 110 millones de euros que son dados cada año por el Estado a la comunidad monástica y destinados a la manutención y a la construcción de edificios; al desarrollo de la educación religiosa; a la promoción del budismo y a los sueldos de uno 40 mil monjes que tenían cargos en la administración monástica. Los secuestros de los fondos se concentraron n las dos primeras áreas. El mecanismo era simple: los funcionarios de la Oficina nacional budista, vertían sumas sacadas del balance destinados a los abades, que custodiaban los varios templos, para proyectos de construcción o educativos. Los abades enviaban la mayor parte del dinero público a las cuentas bancarias personales de los funcionarios. La práctica estaba en uso desde hace muchos años, pero el nuevo jefe del National Buddhist Bureau, el teniente coronel de la policía Pongporn Pramsaneh, quiso ponerle fin a tal costumbre.
Gran parte de la opinión pública tailandesa apoya las operaciones de la policía para una mayor claridad en la gestión de los fondos. Las donaciones dadas por los fieles suman uno 3,2 millardos de euros por año. Sin embargo, según el Sangha Act, la ley monástica en vigor, los abades de los templos gestionan las donaciones como lo deseen. En línea de principio, los abades deberían instituir un “comité de gestión”, que debe enviar relaciones e informes financieros anuales al National Buddhist Bureau. En realidad este comité está compuesto por personas seleccionadas según la cercanía con el abad y no según sus capacidades. Además, las autoridades civiles no pueden pedir una auditoría independiente y estos informes no pueden ser divulgados al público.
Tal falta de transparencia lleva a muchos observadores a preguntarse si las auditorías independientes sean conducidas en modo sistemático sobre todas las transacciones financieras de los templos budistas. Sin embargo, para los líderes militares del país la operación de limpieza permanece delicada, puesto que algunos consideran que esos no tengan autoridad moral (barami, en lengua tailandesa) para intervenir tan a fondo en los negocios monásticos. De hecho, los generales en el poder están muy lejos de ser considerados irreprensibles: cada vez que alguno de ellos es acusado de corrupción, la junta tapó el caso y nunca dispuso ninguna sanción.