de sr. Dorothy Fernandes

El testimonio de una monja que lleva 20 años atendiendo a los sin techo y los necesitados de los barrios marginales de Bihar: "Demasiado a menudo experimentan que no son importantes, que nadie se detiene a fijarse en ellos. En cambio, escuchamos sus preguntas, difíciles de responder".

Patna (AsiaNews) - La Iglesia celebra hoy en todo el mundo la Jornada Mundial de los Pobres, instituida por el Papa Francisco al final del Jubileo de la Misericordia. "No apartar la mirada de los pobres" es el tema sugerido por el pontífice para esta cita. A este respecto, publicamos una reflexión de sor Dorothy Fernandes, religiosa de las Hermanas de la Presentación, que en el estado indio de Bihar es fundadora y directora de la ONG Aashray Abhiyan, al servicio de las personas sin hogar y necesitadas que residen en barrios marginales urbanos y rurales. Activa desde 2003, esta organización asiste actualmente a casi 6.000 familias, el 96% de las cuales no son cristianas.

Un ser humano necesita sobre todo comida y cobijo para mantenerse. Nuestra Constitución nos da derecho a la vida, pero garantiza a unos pocos privilegiados el derecho a la tierra. Estamos con el gobierno cuando se trata de desarrollo; pero entonces, ¿por qué siempre son sólo los pobres los que tienen que sacrificar sus vidas?

El llamado de este día a "No apartar la mirada de los pobres" nos refuerza una vez más en nuestras convicciones. Es el compromiso de "ser la voz de los sin voz, el poder de los sin poder" lo que nos ayuda a no apartar la mirada de los menos privilegiados.

¿Quiénes son los pobres y dónde los encontramos? Son aquellos que han sido descartados, despojados de su dignidad y a menudo tratados como la escoria de la sociedad. Aunque poseen pocos bienes del mundo, irradian alegría, no se quejan de lo que no tienen, sino que viven con lo mínimo en busca de la felicidad. Encarnan la alegría, siempre dispuestos a dar lo poco que poseen, recordándonos la verdad de que "Dios ama al que da con alegría". Cuando nos comprometemos con nuestras comunidades más alejadas, aprendemos profundas lecciones estando cerca de ellas.

Con demasiada frecuencia experimentan que no son importantes, que nadie se detiene en ellos, ni se compromete con ellos. En cambio, escuchamos con interés sus historias. Nos reunimos en Malaai Pakkadi, la gente acudió con gran entusiasmo y sentido de la responsabilidad.

Nos hicieron preguntas difíciles de responder, pero fueron palabras profundas, porque sacaron a relucir su dolor. 'La tierra pertenece a Dios, que nos envió a esta tierra: entonces, ¿cómo es que ciertas tierras pertenecen al gobierno o a algunas personas que tienen el poder adquisitivo? No pedimos dinero, riqueza, sino un trozo de tierra que nos proteja de la lluvia, el sol, el viento; un lugar donde descansar tras una dura jornada de trabajo. Trabajamos duro; somos jornaleros, no tenemos un trabajo fijo. En estos tiempos difíciles, con la inflación, el precio de los productos de primera necesidad es tan alto que resulta imposible incluso hacer dos comidas al día. La sanidad y la educación son un sueño para la mayoría de nosotros".

Hemos vivido en este lugar durante casi seis décadas, cuando era una jungla, con árboles y animales salvajes rodeándonos. Hemos hecho que este lugar sea habitable y ahora el gobierno dice que la tierra es suya. El lugar junto a la carretera donde vivíamos se ha convertido en un parque, donde el gobierno cobra 10 euros por el paseo matutino. Parece que la tierra y todas las instalaciones pertenecen sólo a los ricos. ¿Acaso no son seres humanos como nosotros?

(Colaboró Nirmala Carvalho)

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