Jornada Mundial de las Misiones: ‘Hay una necesidad urgente de misioneros de esperanza’
Hoy se dio a conocer el mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones, que suele celebrarse el tercer domingo de octubre. El título es "«No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hechos 4:20). "Ponerse en “estado de misión” es un efecto del agradecimiento" por el encuentro con Jesucristo. Los primeros cristianos transformaron "todos los inconvenientes, las contradicciones y las dificultades en una oportunidad para la misión". "En esta época de pandemia... la misión de la compasión es una necesidad urgente", para superar el "más cobarde de los escepticismos: 'todo da igual, nada cambiará'". Rezar por las vocaciones misioneras, "un llamado que Él nos hace a todos, aunque no de la misma manera". Se adjunta el texto completo.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “Hay una necesidad urgente de misioneros de esperanza”: es el grito que recorre todo el Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2021, que se celebra habitualmente el tercer domingo de octubre. De manera inusual, el Papa Francisco dio a conocer hoy el Mensaje, que suele publicarse en distintos idiomas poco antes de Pentecostés, hacia el mes de mayo.
El título retoma una frase de los Hechos de los Apóstoles: «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hechos 4:20).
El pontífice muestra ante todo que los cristianos "no pueden dejar de hablar" porque tuvieron un encuentro tan pleno y definitivo que hace incontenible su misión: "El amor siempre está en movimiento y nos pone en movimiento para compartir el anuncio más hermoso y esperanzador: «Hemos encontrado al Mesías» (Jn 1,41)". A partir de este encuentro -continúa- florece "el milagro de la gratuidad, el don gratuito de sí. Tampoco el fervor misionero puede obtenerse como consecuencia de un razonamiento o de un cálculo. Ponerse en “estado de misión” es un efecto del agradecimiento».
Una lectura sobre los Hechos de los Apóstoles muestra que la vida de los primeros cristianos no fue fácil: “las historias de postergaciones y encierros se cruzaban con resistencias internas y externas”. Sin embargo, eso “los impulsó a transformar todos los inconvenientes, las contradicciones y las dificultades en una oportunidad para la misión”. Los límites y los obstáculos se convirtieron en lugares privilegiados para ungir todo y a todos con el Espíritu del Señor. Nada ni nadie podía quedar ajeno a ese anuncio liberador". En ellos, prosigue, maduró la «convicción de que Dios puede actuar en cualquier circunstancia, incluso en medio de aparentes fracasos» y la certeza de que «quien se ofrece y entrega a Dios por amor seguramente será fecundo» (cf. Jn 15,5)".
Este parece ser el centro del Mensaje porque aquí toca el momento actual: “Así también nosotros: tampoco es fácil el momento actual de nuestra historia. La situación de la pandemia evidenció y amplificó el dolor, la soledad, la pobreza y las injusticias que ya tantos
padecían y puso al descubierto nuestras falsas seguridades y las fragmentaciones y polarizaciones que silenciosamente nos laceran. Los más frágiles y vulnerables experimentaron aún más su vulnerabilidad y fragilidad. Hemos experimentado el desánimo, el desencanto, el cansancio, y hasta la amargura conformista y desesperanzadora pudo apoderarse de nuestras miradas. Sin embargo, nosotros «no nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Jesús como Cristo y Señor, pues no somos más que servidores de ustedes por causa de Jesús» (2 Co 4,5). Por eso sentimos resonar en nuestras comunidades y familias la Palabra de vida que se hace eco en nuestros corazones y nos dice: «No está aquí: ¡ha resucitado!» (Lc 24,6)”.
“En este tiempo de pandemia”, agrega, “ante la tentación de enmascarar y justificar la indiferencia y la apatía en nombre del sano distanciamiento social, urge la misión de la compasión capaz de hacer de la necesaria distancia un lugar de encuentro, cuidado y promoción”.
La misericordia que se recibe en el encuentro con Cristo genera "solidaridad" y "pasión" por el bien común, que triunfa sobre el "escepticismo más cobarde: 'todo da igual, nada va a cambiar'.
El último punto del Mensaje es “una invitación para cada uno de nosotros”; a ‘hacernos cargo’ y dar a conocer aquello que tenemos en el corazón. Sin este impulso misionero personal, "nuestra vida de fe se debilita, pierde profecía y capacidad de asombro y gratitud en el aislamiento personal o encerrándose en pequeños grupos; por su propia dinámica exige una creciente apertura capaz de llegar y abrazar a todos”.
Por eso es importante ser "agradecidos" con los cristianos de los Hechos de los Apóstoles, así como con los misioneros contemporáneos, con “quienes fueron capaces de ponerse en camino, dejar su tierra y sus hogares para que el Evangelio pueda alcanzar sin demoras y sin miedos esos rincones de pueblos y ciudades donde tantas vidas se encuentran sedientas de bendición”. Pero también es necesario "ser valientes" y "rezar" «al dueño de la mies, para que envíe trabajadores para su cosecha». Y es un llamado que Él nos hace a todos, aunque no de la misma manera”.
“Vivir la misión – concluye - es aventurarse a desarrollar los mismos sentimientos de Cristo Jesús y creer con Él que quien está a mi lado es también mi hermano y mi hermana. Que su amor de compasión despierte también nuestro corazón y nos vuelva a todos discípulos misioneros”. “Que María, la primera discípula misionera, haga crecer en todos los bautizados el deseo de ser sal y luz en nuestras tierras (cf. Mt 5,13-14)”.
Para leer el texto completo del mensaje en distintos idiomas, ver el archivo adjunto.
VAT-B0056-XX.01-.pdf |
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