07/10/2016, 21.13
INDIA
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Jesuita indio sobre Madre Teresa: Aprendamos del legado que nos ha dejado, para vivir

de Cedric Prakash sj

Hoy se celebra el aniversario de la fundación de las Misioneras de la Caridad. Después del encuentro con la Madre, el Pbro. Cedric Prakash sj tuvo el coraje de admitir lo que nos se atrevía a confesar: el deseo de volverse sacerdote y unirse a los jesuitas. La valentía de desafiar a los poderosos; lo tempestivo de la respuesta en las situaciones de crisis. 

Beirut (AsiaNews) – A la vez que “celebramos esta gran leyenda, tratemos de vivir el rico legado que Madre Teresa nos ha dejado: ser abiertos y amorosos, llegar a quienes están pasando necesidades y, sobre todo, tener el coraje suficiente para decir la verdad a los poderosos”. Es lo que afirma a AsiaNews el Pbro. Cedric Prakash, jesuita indio y reconocido activista, que actualmente se desempeña en el Líbano como parte del Jesuit Refugee Service (JRS) para Oriente Medio. Él afirma que “hoy, día en que se celebra la Fiesta del Santo Rosario, es realmente una fecha especial para las Misioneras de la Caridad, puesto que es el día en que fue fundada su orden”.

El padre  Prakash recuerda que el 7 de octubre de 1950 el Papa Pío XII dio a la santa de Calcuta el permiso para fundar la congregación [reconocida a nivel pontificio en 1965, por el Papa Pablo VI, ndr]. Esto, agrega,  “permitió a la Madre y a sus co-hermanas tener un impacto tal  en el mundo, que pocos grupos políticos han tenido. Las Misioneras no sólo han alcanzado a los indeseables, a las personas que no son amadas ni consideradas y a los que están en os rincones más perdidos del mundo, sino que también han inspirado a miles de personas a hacer lo mismo”.

El 7 de octubre, la Fiesta del Santo Rosario, es un día verdaderamente especial para las Misioneras de la Caridad (las hermanas de Madre Teresa). Ellas lo llaman el “Día de la fundación”. Ese día, en 1950, la Madre Teres ay un pequeño grupo de 12 compañeras recibieron del Vaticano la aprobación como congregación religiosa. Según las palabras de Madre Teresa, la misión fundamental de la Congregación “era cuidar de los hambrientos, de los desnudos, de los sin techo, de los inválidos, los ciegos, leprosos, de todas las personas que se sienten rechazadas, no amadas, no cuidadas por la sociedad, de aquellos que se han convertido en una carga social y son evitados por todos”. Habían pasado cuatro años desde aquél septiembre de 1946, cuando la Madre Teresa –mientras se encontraba en un tren rumbo a Darjeeling – había recibido la inspiración, “la llamada”, de salir de la Congregación a la cual pertenecía [las hermanas de Loreto, ndr] y de hacer por Jesús algo que fuera más tangible, sirviendo a los más pobres entre los pobres.

Desde aquél “Día de la inspiración” hasta hoy, 70 años después, la Madre Teresa y sus co-hermanas han tenido un impacto tal en el mundo que pocos grupos políticos han tenido.  Las Misioneras no sólo han alcanzado a los indeseables, a quienes no son amados o no son considerados en los rincones más perdidos del mundo, sino que también han inspirado a miles de personas a hacer lo mismo. Esto fue del todo evidente el 4 de septiembre de 2016, cuando la Madre Teresa fue canonizada; personas de todo el mundo, prescindiendo de su credo o identidad nacional, la honraron como SANTA, pero también por el legado más importante que nos ha transmitido: el coraje de vivir en las pequeñas, simples y ordinarias dimensiones de nuestras vidas cotidianas. 

Entonces, ¿cómo puedo vivir el legado que esta leyenda me ha entregado? Puedo hacerlo recorriendo todos los encuentros que he tenido con la santa en casi 25 años. ¡Esas experiencias profundas que llegan al corazón de un ser humano; esas reuniones preciosas que siempre estarán grabadas en la memoria, en el corazón de la persona!

Mi primer encuentro con la Madre Teresa fue al azar. En 1972 yo era un niño y estaba trabajando en Madrás [ahora Chennai, en Tamil Nadu - ndr] para la All India Catholic University Federation (AICUF). Entre octubre y noviembre de ese año fui a Calcuta para una reunión. Por la mañana el Pbro. Babu Beckers (Jesuita), el capellán de la AICUF, decidió llevarme con él a visitar las Misioneras de la Caridad. En ese momento yo no sabía nada de la Madre Teresa, ni de las Misioneras de la Caridad. Cuando me la presentaron, pensé que me haría las preguntas habituales. "¿De dónde eres? ¿Qué haces?". Pero, de repente, me preguntó: "Joven, ¿qué quieres hacer en la vida?". Me sorprendió, ¡realmente no sabía qué decir! Murmuré: "Tal vez, abogado". En ese momento la madre sonrió y respondió: "Joven, ¡tienes que seguir a Jesús! ¡Debes seguir a Jesús!".

Tenía mucha vergüenza. No había osado revelarle que siempre había cultivado el deseo de ser sacerdote. En realidad, yo quise unirme a los jesuitas en junio de 1972, pero luego renuncié. El hecho de involucrarme en el AICUF hizo surgir en mí preguntas, incluso me planteaba si la Iglesia existía realmente con Cristo y su mensaje. De alguna manera, en aquel tiempo ya no me entusiasmaba más volverme sacerdote; ese deseo se había desvanecido. Para ser honesto, si bien nunca dejaba de ir a la misa todos los días, ya no estaba seguro de si creía o no: su desafío me hizo reflexionar profundamente.

Al día siguiente, visité un “basti” (un barrio marginal, donde viven muchos pobres) lleno de refugiados de Bangladesh. En el momento más alto de la guerra entre Pakistán Oriental y Occidental, más de 10 millones de refugiados de Pakistán Oriental (actual Bangladesh) habían ingresado a Bengala Occidental y en particular a las zonas en torno a Calcuta. Si bien la guerra había finalizado un año antes (en diciembre de 1971), en los barrios marginados de la ciudad aún vivían miles de ellos, en condiciones desesperadas. De repente, mientras caminaba en aquel “basti” hubo una especie de fuga. Centenares de personas se arrojaban contra un automóvil (una especie de taxi) que acababa de llegar. Eran Madre Teresa y dos co-hermanas. Fue increíble observar el modo en el que  aquellos pobres seres humanos se arrodillaban a sus pies y la llamaban “Ma”, madre. Ella y sus hermanas parecían su ancla de salvación -distribuían comida, remedios, vestimenta y una caricia amorosa a todos. Las vi acercarse a los enfermos. ¡Esa escena, en esa parte sucia y maloliente de la ciudad, dejó dentro de mí una impresión profunda y duradera! ¡Algo que no podré olvidar jamás! Madre Teresa se ocupaba de ellos de una manera incondicional; los pobres, los refugiados, habían encontrado en ella un verdadero refugio.

El 31 de octubre de 1984, Indira Ghandi, (entonces) Premier de India, ¡fue asesinada! ¡Delhi y otras partes del norte de la India eran un remolino de violencia, con la brutalidad y el asesinato de sijs (una de los guardias del cuerpo que había disparado era sij)! Algunas ciudades como Delhi estaban en llamas. Rajiv Ghandi, Premier que había sucedido a su madre asesinada, pidió a Madre Teresa que fuera allí. Ella fue inmediatamente y brindó una gran ayuda para devolver la paz a la ciudad. Nosotros éramos estudiantes de Teología en el Vidya Jyoti Delhi. Organizamos una manifestación por la paz, y la Madre Teresa estaba allí con nosotros. Dado que era uno de los coordinadores de la organización de los jesuitas para el socorro, la rehabilitación y la reconciliación, transcurrí mucho tiempo con ella. La Madre dijo al gobernador de Delhi que yo debía ser destinado al Ludlow Castle Relief camp, donde habían encontrado refugio centenares de sijs. El gobernador no tenía otra opción que escucharla. En el “documento de identidad” que había preparado para mí, ella había escrito: “Misionero de la Caridad”. Madre Teresa contestó inmediatamente a la situación de crisis; ponía en práctica lo que pensaba de la mejor manera posible.

¡En marzo de 1996, tuve el privilegio de invitar a Madre Teresa a Ahmedabad y organizar allí un programa para ella! Keshav Varma, comisario municipal de la ciudad, me ayudó a hacer de aquel evento algo memorable. Además escribió una carta a quien entonces era el intendente de la ciudad, una mujer, para poder organizar una ceremonia de bienvenida cívica para la Madre. La intendente, Bhavna Dave, que pertenecía al partido de derecha hindú, el BJP (Bharatiya Janata Party, nacionalistas), rechazó el pedido de manera rotunda. Sin haberse desanimado, Varma realizó una ceremonia (tea party) en la residencia oficial, invitando a varios personajes destacados de la ciudad para que conocieran a Madre Teresa. La intendente Dave se hizo una escapada veloz hasta el lugar. El marido de la intendente, que la acompañaba, trató de importunar a la Madre diciendo: “¿Por qué convierte a las personas al cristianismo?”. Pero luego quedó petrificado por la respuesta, que la santa le dio del modo más humilde y gentil: “Yo no tengo el poder de convertir a nadie; pero si tú tienes el deseo de convertirte, yo rezaré a Jesús por ti, para que toque tu vida”. Seguramente a Madre Teresa no le faltaba coraje para tomar una posición sobre temas sensibles.

Por lo tanto, mientras celebramos esta gran leyenda, probemos vivir el rico legado que ella nos ha dejado: ser abiertos y amorosos, llegar hasta aquellos que están pasando necesidades y,  sobre todo,  ¡tener el coraje suficiente para decir la verdad a los poderosos!

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