'Jesucristo, nuestra esperanza': nuevo ciclo de catequesis de Francisco para el Jubileo

En la audiencia del miércoles, el Pontífice inició su reflexión sobre el tema de la infancia de Jesús. Explicó los significados relacionados con la genealogía, que incluye algunos nombres de mujer y se encuentra al comienzo del Evangelio de Mateo: "Nadie se da la vida a sí mismo, sino que la recibe de otros como un don". Para Navidad, invitó a tener el pesebre en casa: “Un elemento importante de espiritualidad y cultura”. Oración por la paz en Oriente Medio, Ucrania y Myanmar.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Durante todo el año jubilar se desarrollará en las audiencias generales de los miércoles el ciclo de catequesis titulado “Jesucristo, nuestra esperanza” que el Papa Francisco inauguró esta mañana. Hoy la audiencia se llevó a cabo en el Aula Pablo VI del Vaticano y asistieron cerca de 7.000 fieles. Cristo es “la meta de nuestra peregrinación y Él mismo es la vía, el camino que debemos recorrer”, afirmó, cuando ya faltan pocos días para el comienzo del Año Santo, cuyo lema es “Peregrinos de la esperanza”. Después de leer en varias lenguas el Evangelio según Mateo sobre la "genealogía de Jesús" (Mt 1,1-3.15-16), el Papa habló sobre la infancia de Cristo y el significado de la genealogía al comienzo del Evangelio de Mateo.

“Los Evangelios de la infancia relatan la concepción virginal de Jesús y su nacimiento del vientre de María; recuerdan las profecías mesiánicas que se cumplen en Él y hablan de la paternidad legal de José”, explicó Bergoglio. E inmediatamente a continuación señaló las diferencias entre el evangelista Lucas, que narra “con los ojos de María”, y Mateo, que lo hace “con los de José”. El segundo "abre su Evangelio y todo el canon del Nuevo Testamento con «la genealogía de Jesucristo hijo de David, hijo de Abraham» (Mateo 1:1)". Una lista donde “están presentes algunos nombres, por así decir, problemáticos”, que termina y “florece” en María y Jesucristo.

A través del género de la genealogía se puede comprender que “nadie se da la vida a sí mismo, sino que la recibe como don de otros; en este caso, se trata del pueblo elegido, y de los que heredan el depósito de la fe de sus padres”. Pero, respecto a las genealogías del Antiguo Testamento, la que da comienzo a todo el canon del Nuevo Testamento contiene también nombres de mujeres, en una cultura en la que "el padre es quien impone el nombre al hijo". Hay cinco nombres femeninos: Tamar, Rahab, Rut, Betsabé y María de Nazaret. “Las cuatro primeras mujeres están unidas no por el hecho de ser pecadoras, como a veces se dice, sino por el hecho de ser extranjeras respecto del pueblo de Israel”, explicó el Papa. Estas "se mencionan junto al hombre que nació de ellas o al que engendraron. Pero María, por el contrario, adquiere un protagonismo especial", añadió.

“Marca un nuevo comienzo, ella misma es un nuevo comienzo, porque en su historia ya no es la criatura humana la protagonista de la generación, sino Dios mismo”. El verbo “nació” es el que sugiere este valor vinculado a la presencia de María. "«Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo» (Mt 1,16).", dice el pasaje. Jesús es "verdadero Dios y verdadero hombre". Francisco concluyó la catequesis diciendo a los presentes: «Despertemos en nosotros una memoria agradecida hacia nuestros antepasados. Y, sobre todo, demos gracias a Dios, que a través de la Madre Iglesia nos ha engendrado para la vida eterna, la vida de Jesús, nuestra esperanza”.

Al final de la audiencia, dirigiéndose a los peregrinos de lengua italiana, el Pontífice recordó la Navidad, ya muy próxima. “Ahora está cerca y me gusta pensar que ustedes tienen en sus casas un pesebre”, dijo, recordando la tradición que comenzó san Francisco de Asís en 1223, quien realizó la primera representación de la natividad. “Este importante elemento de nuestra espiritualidad y de nuestra cultura es una manera sugerente de recordar a Jesús que vino a vivir entre nosotros”.

Por último, no faltó el llamamiento a la paz mundial. “Recemos por la paz. No olvidemos a los pueblos que sufren la guerra: Palestina, Israel, y todos los que sufren, Ucrania, Myanmar… - dijo -. No olvidemos rezar por la paz, para que terminen las guerras. Pidamos al Príncipe de la Paz, al Señor, que nos conceda esta gracia: la paz, la paz en el mundo. La guerra, no lo olvidemos, siempre es una derrota, ¡siempre! La guerra siempre es una derrota”. Estas palabras fueron recibidas con un largo aplauso.