Jerusalén. En el funeral de Shireen atacaron un lugar de acogida
Jamil Koussa explica el trabajo del hospital que, con motivo del funeral de la periodista de Al Jazeera, fue objeto de un ataque "brutal e injustificado" de la policía israelí. El centro recibe pacientes de todas las religiones y es un punto de referencia para la asistencia sanitaria palestina. También atiende a los inmigrantes que no tienen cobertura médica. Se mantiene la voluntad de continuar la misión.
Jerusalén (AsiaNews)- Desde hace décadas la “misión de las Hermanas de San José” atiende enfermos “de todas las religiones” y “ofrece atención médica”, sin hacer distinciones “entre musulmanes, cristianos y judíos”. Y de pronto, durante una página oscura de la historia de la perenne disputa entre israelíes y palestinos, con una periodista cristiana asesinada, ha sido objeto de una razzia policial "brutal e injustificada". Casi dos semanas después, la violencia que se desató durante el funeral de Shireen Abu-Akleh sigue grabada en la mente de Jamil Koussa, director general del hospital St. Joseph de Jerusalén. “Como institución -cuenta a AsiaNews- nuestro único papel era recibir los cuerpos y colocarlos en los ataúdes”, pero “nos encontramos rodeados de agentes”.
El ataque de la policía israelí -en contra de las directivas del Shin Bet, según trascendió en estas horas- ha provocado rechazo e indignación, alimentando los sentimientos de rabia y frustración que ya incubaba la población palestina por la muerte de la periodista. Shireen Abu-Akleh fue asesinada, con toda probabilidad y como lo demuestran nuevos testimonios, por las balas de los soldados israelíes que participaban en una operación de patrullaje en Yenín. La violencia en el funeral fue objeto de una durísima -e inusual en contenido y tono- declaración de condena de las Iglesias de Tierra Santa y del patriarca latino.
“La gente, explica Jamil Koussa, llevaba banderas y entonaba cantos. Nosotros, como hospital, hablamos con el jefe de policía para pedir que el funeral pudiera desarrollarse de manera tranquila y pacífica. Pero nos rechazaron e irrumpieron, golpeando a la gente”. Admite que “no esperábamos una actitud tan dura, parecía que había una orden de arriba de atacar” como lo hicieron, con porras, balas de goma y gases lacrimógenos. “En el asalto -sigue diciendo- uno de nuestros médicos también resultó herido; el raid continuó en el servicio de emergencias y se generó una gran confusión en todos las salas. Lo que era injustificable, porque ninguno de nosotros quería provocar confusión ni arrojó piedras, sino sólo dos o tres botellas de agua vacías, mientras los agentes golpeaban indiscriminadamente a los que cargaban los ataúdes. ¡Fue una exhibición de fuerza!”.
El St. Joseph Hospital, ubicado en el barrio en disputa de Sheikh Jarrah, en Jerusalén Este, fue fundado en 1956 por las Hermanas de San José de la Aparición. Era un centro moderno que debía sustituir en sus funciones al St. Louis Hospital, que había quedado bajo control israelí tras la división de la ciudad santa y el armisticio de 1949. Forma parte de la red de hospitales de la zona Este, administrada por los árabes, y del sistema de salud palestino para Cisjordania. También recibe pacientes provenientes de la Franja de Gaza.
La construcción comenzó en 1954 y se completó dos años después. Se encuentra en la zona norte del distrito y en el pasado se produjeron varios episodios polémicos relacionados con la propiedad de la zona, que también es disputada por grupos de colonos judíos. El hospital dispone de un presupuesto anual que siempre ha contado con el apoyo de benefactores y del gobierno de Estados Unidos, hasta que en 2018 el entonces presidente Donald Trump decidió los recortes que privaron de una financiación de casi 20 millones de euros al St. Joseph y otras obras palestinas. Cuando estalló la pandemia del nuevo coronavirus, fue el primero en todo Jerusalén Este que acondicionó un pabellón completo para pacientes con Covid-19, demostrando una vez más la importancia que reviste para la ciudad y sus habitantes.
Su servicio de maternidad es famoso por acoger y ayudar a las futuras madres de todos los credos, sin hacer distinciones, y esa es la filosofía que anima todos los ámbitos del establecimiento. “En el St. Joseph -confirma el director- tenemos muchos inmigrantes que llegan a Israel y Jerusalén sin estatus legal y sin seguro médico. Nosotros les ofrecemos atención y medicamentos, ponemos a disposición recursos humanos y económicos para tratar al mayor número de personas posible, para hacer el bien a todos, empezando por los más pobres”.
“El hospital -subraya Jamil Koussa- es un punto de referencia para la comunidad árabe de Jerusalén, donde hay pocas instituciones clínicas. Y es conocido por su ambiente pacífico, por su apertura a todos, por la búsqueda del diálogo, de la unidad a pesar de las diferencias entre los miembros de las distintas religiones. Lo que ocurrió en el funeral de Shireen ha dejado una marca, pero no tememos más violencia y continuaremos con nuestra misión. Persiste en cambio el temor por lo que puede ocurrir en Jerusalén, donde la tensión sigue siendo muy elevada”. El director del St. Joseph reserva una última reflexión a la periodista asesinada a quien “conocía desde que tenía ocho años. Yo fui su profesor de gimnasia en el colegio de las Hermanas del Rosario. Era una chica tranquila, creativa, estudiosa -concluye- que fue y será siempre un ejemplo y un punto de referencia. Incluso para esos policías que nos atacaron”.