Javad Rouhi, manifestante pro-Mahsa Amini, evita la pena de muerte pero muere en su celda
Los jueces habían condenado inicialmente a muerte a este hombre de 35 años por motín y apostasía, pero el Tribunal Supremo anuló la sentencia. La versión oficial de la muerte habla de un ataque epiléptico. Grupos de activistas denuncian flagelaciones, torturas y falta de tratamiento. La oleada de detenciones continúa casi un año después de que la mujer kurda de 22 años fuera asesinada a causa de su hiyab.
Teherán (AsiaNews) - Un manifestante iraní, que fue a la cárcel y condenado a muerte por participar en las protestas callejeras que siguieron al asesinato de la joven kurda de 22 años Mahsa Amini a manos de la policía de la moralidad, hace aproximadamente un año, ha muerto en la cárcel a consecuencia de la violencia que sufrió en circunstancias misteriosas. Los jueces de primera instancia habían impuesto la pena de muerte a Javad Rouhi, pero el pasado mes de mayo el Tribunal Supremo anuló la sentencia y devolvió el juicio a otros jueces para que se celebrara una nueva audiencia. Según la versión oficial, el joven de 35 años murió debido a una atención médica inadecuada, tras ser hospitalizado por un ataque epiléptico en su celda.
Una versión refutada por grupos pro derechos y personas cercanas al hombre, para quienes la muerte fue atribuida a las autoridades penitenciarias. La página web Mizan, próxima a la justicia iraní, afirma que "desgraciadamente [Rouhi] murió a pesar de la actuación del personal médico" y que se ha abierto una investigación "para esclarecer las causas". Sin embargo, una hora antes de que se hiciera ayer el anuncio oficial, varios activistas habían anticipado la muerte en las redes sociales, señalando con el dedo a las autoridades judiciales y a los agentes de seguridad que supuestamente lo "mataron".
Rouhi fue detenido pocos días después de la muerte de Mahsa Amini, asesinada bajo custodia de la policía de moralidad que la había arrestado antes en las calles de Teherán, a mediados de septiembre del año pasado, por no llevar correctamente el hiyab, el pañuelo obligatorio en la cabeza. En el juicio, informa la BBC, el hombre fue declarado culpable de "liderar" la revuelta, "destruir bienes" y "apostasía" porque supuestamente -según la acusación- quemó un Corán durante una manifestación. De hecho, en los vídeos que circulan por Internet se le ve bailando y no hay referencias a ningún presunto acto de violencia.
Amnistía Internacional informa que el hombre, de 35 años, fue presuntamente sometido a flagelación, temperaturas bajo cero, descargas eléctricas y se le puso una pistola en la cabeza para obligarlo a hablar durante el interrogatorio. Inicialmente, un tribunal de Nowshahr, en el norte de la República Islámica, había dictado una triple condena a muerte por blasfemia, destrucción de bienes públicos y rebelión contra la seguridad nacional. Las pruebas que aparecieron durante el nuevo examen confirmaron su participación en las protestas a título personal y que sus acciones no entraban en la definición legal de "moharebeh" (guerra contra Dios) y "corrupción en la tierra", delitos que pueden acarrear la pena de muerte según la jurisprudencia islámica.
Mientras tanto, continúa la oleada de detenciones y represión iniciada por las autoridades iraníes en previsión del primer aniversario de la muerte de Mahsa Amini, una fecha sensible que podría desencadenar nuevas protestas callejeras por la libertad y los derechos. El Ministerio de Inteligencia iraní anunció la detención de 14 personas en varias provincias, acusadas de llevar a cabo actos dirigidos a "instigar el caos y el desorden". La nota oficial califica a los detenidos de "terroristas" afiliados a una "red sionista-extremista" e informa de la incautación de "43 artefactos explosivos".
Por último, en relación con la mujer kurda de 22 años, un tribunal de la revolución de Teherán abrió juicio al abogado encargado del caso. Saleh Nikbakht, en libertad bajo fianza tras ser detenido el pasado mes de marzo, debe responder a la acusación de "propaganda contra el sistema", muy probablemente relacionada con entrevistas concedidas a medios de comunicación extranjeros. En el pasado, el abogado también ha representado al director de cine Jafar Panahi y a otros activistas políticos y personalidades de la cultura críticos con las autoridades iraníes.
