Israel refuerza las repatriaciones por el predominio hebreo: expulsa migrante filipina y su hijo

Rosemarie Pérez y su hijo Rohan de 13 años, repatriados después de una breve batalla legal. El muchacho jamás vio Filipinas. Una situación análoga afecta a otros centenares de trabajadores migrantes y esto preocupa a la Iglesia. Mons. Marcuzzo: problema “gravísimo”, fruto de las políticas “de extrema derecha” para disminuir la población no hebrea.

Jerusalén (AsiaNews)- Durante la noche se concluyó con éxito negativo, la batalla legal de una trabajadora migrante de origen filipino y del hijo de 13 años, nacido en Israel, obligados a dejar el país después del vencimiento del permiso de residencia. La Corte suprema, después de una primera- y provisoria- suspensión de la decisión, dio el permiso para el vía libre al proceso que llevó a la expulsión de Rosemarie Pérez y de Rohan su hijo de 13 años. Ambos cargados a la fuerza en un vuelo directo a Bangkok, en Tailandia, para luego tomar la coincidencia hacia Manila. Hacia una tierra que el joven jamás vio y que no considera como propia.

Fuentes locales refieren que Rosemarie y su hijo Rohan (en la Foto) fueron embarcados a bordo de un avión, acompañados por una guardia de seguridad. Una precaución más adoptadas por las autoridades israelíes, después que el día precedente la mujer había realizado una protesta a bordo de un avión (dirigido a Hong Kong) y que llevó a los responsables del aeropuerto internacional Ben Gurion de Tel Aviv a proceder al desembarque, teniéndolos en una sala del aeropuerto.

La semana pasada los funcionarios de inmigración habían ordenado el arresto de los 2, porque el permiso de residencia había caducado desde hacía tiempo. Sabine Haddad, vocero de la autoridad para la inmigración, precisa que “vivió 10 años (sobre 20 en total en Israel, ndr) en condiciones de ilegalidad”.

Interpelado por AsiaNews, Mons. Giacinto-Boulos Marcuzzo, obispo auxiliar y vicario patriarcal de Jerusalén, habla de problema “gravísimo” al cual la Iglesia mira “con preocupación”. No es “aceptable”, agrega, que estas personas “sean expulsadas y es fundamental cambiar la ley” que permite las expulsiones. Estas personas, prosigue, “no constituyen ningún peligro para la seguridad y muchísimas personas, entre los mismos israelíes, están en contra. Pero la voz más fuerte manda y prevalecen las políticas de esta derecha” que se coloca “en un esquema más general” que mira a “disminuir la población no hebrea. Por esto nosotros sacerdotes y religiosos extranjeros no representamos un peligro, porque no producimos hijos” al contrario “de las familias inmigradas, si bien pacíficas”.

El caso de la familia filipina es la primera repatriación forzada- en el contexto de una serie de arrestos que llevó a la detención de un centenar de trabajadores extranjeros- que involucra también a un joven en edad escolar, además nacido en Israel y que habla sólo hebreo. El joven estudia en la Bialik Rogozin School de Tel Aviv y tendría que iniciar dentro de poco el octavo año.

Rosemarie Pérez llegó a Filipinas en el año 2000 y había trabajado como asistente o cuidadora de personas. Siete años más tarde murió el empleador y ella decidió permanecer- en modo ilegal- en Oriente Medio, realizando diversos trabajos. Detrás de la elección, está el hecho que en Filipinas no tenía familiares que la esperasen, el padre del niño, un turco, había decidido volver a su país de origen, abandonándolos.

La Autoridad israelí para la inmigración y la población, que forma parte de los ministerios del Interior, entiende continuar la campaña de arrestos y expulsiones, que involucra in primis a la comunidad migrante filipina. Para los abogados de la familia es “inaceptables” expulsar a un jovencito nacido y crecido en el territorio y cuya madre vive y trabaja desde hace 20 años en el país.

Una elección criticada con fuerza por los jefes de la Iglesia católica local, que expresan “gran preocupación” por las políticas de expulsión actual del gobierno, subrayando que “es imposible ignorar las particulares circunstancias de estas mujeres y niños, nacidos en Israel”. El el documento, firmado entre otros por el administrador apostólico del Patriarcado latino Mons. Pierbattista Pizzaballa, por el arzobispo greco-melquita Yousef Matta y por el maronita de Haifa Haifa Moussa el-Hage, se recuerda que la misma sociedad israelí “tenía necesidad” de ellos. Estas personas han ocupado funciones “esenciales” en materia de asistencia y en “condiciones difíciles” con ancianos, enfermos crónicos o para la limpieza de las casas y Por el respeto de estos niños, escriben los jefes cristianos, ¿no es posible prever que puedan que “puedan continuar viviendo en esta tierra en la cual nacieron?”.

Entre cuantos arriesgan la expulsión están también 2 hermanas de Tel Aviv de 11 y 9 años, que jamás han pisado el suelo de los países de sus padres. “Nací aquí” en Israel, afirma Sivan “y es injusto que después de haber nacido, tener una familia, amigos, escuelas y estudios, nos digan...tiene que irse a lugares que apenas conocemos”. En la época la madre no quiso separarse de las hijas apenas nacidas, prefiriendo tenerlas consigo si bien en condiciones de ilegalidad.

Según la ley, de hecho, una trabajadora migrante extranjera embarazada debe enviar a su hijo apenas nazca al país de origen, como condición para obtener la renovación de la visa. Sin embargo, muchas madres rechazan hacerlo y viven en condiciones de ilegalidad, a menudo realizando trabajos humildes es condiciones de semi-explotación. Hasta hoy en Israel hay al menos 60 mil cuidadoras extranjeras, la mayor parte son mujeres, de las cuales la mitad provienen de Filipinas, seguidas después por las de Nepal (15%), India, Sri Lanka y Moldavia (10% cada una). La parte restante es originaria del este europeo.