Intelectual turca va a prisión, por firmar una petición por los derechos de los kurdos

Zübeyde Füsun Üstel debe descontar una pena de un año y tres meses de prisión. Junto a otros 2.000 académicos y pensadores, suscribió una petición titulada “No seremos parte de este crimen”. En el pasado, estudió en ateneos católicos italianos. Antes de entregarse, en la prisión declaró: “La paz triunfará”.

Estambul (AsiaNews) - Condenada a un año y tres meses de prisión por haber suscrito una petición por la paz y el diálogo con la minoría kurda (incluyendo las milicias armadas) que hace tiempo se encuentra bajo la mira del gobierno de Ankara y del presidente Recep Tayyip Erdogan. En estos días se abrieron las puertas de la cárcel para la docente e intelectual turca Zübeyde Füsun Üstel, que lleva sobre sus espaldas estudios en ateneos católicos franceses e italianos y es ex titular de cátedra de la Universidad de Galatasaray, en Estambul.

Una sentencia que confirma la campaña de represión contra los disidentes, voces críticas o simples libres pensadores.

Fuentes locales han informado que los jueces de la Tercera sección penal de la región de Estambul han conminado a 15 meses de prisión a Zübeyde Füsun Üstel, por haber suscrito -junto a otras 2.000 personas- una petición titulada “No seremos parte de este crimen”. Se trata de una campaña que denuncia las violaciones de los derechos humanos en las ciudades de Cizre y Silopi, en la región de Anatolia Oriental y que podría llevar -luego de este veredicto- a otros firmantes a la cárcel, como sucedió a ella.

Activistas y grupos en defensa de los derechos humanos, entre ellos, Civil Rights Defenders hacen un llamamiento por su liberación, resaltando que invitar al respeto de las libertades civiles y la paz no puede ser considerado un crimen de Estado, En un comunicado entregado a los colegas antes de la sentencia, la docente subrayó que “como miembro del cuerpo académico, intelectual y ciudadana, me he unido a un llamamiento por la paz en mi país”. Iré a prisión -agregó- por haber invocado la paz y estoy segura de que tarde o temprano, la paz triunfará”.

Promovida en el 2016, la campaña pide al gobierno turco el libre acceso de los observadores internacionales a aquellas áreas con población mayoritaria turca. A mediados de julio de ese año, el poder del presidente Erdogan vaciló por una noche, a raíz de un (fallido) golpe de Estado organizado por una parte de la cúpula militar, que llevó a la muerte a 250 personas. En los meses siguientes, la dirigencia de Ankara lanzó una caza de brujas (que aún sigue en curso), que ha dejado a decenas de miles de personas tras las rejas; las autoridades también han suspendido o despedido a 150.000 funcionarios públicos o miembros del ejército, entre ellos, a oficiales de alto rango.

Los analistas y especialistas en el tema aluden a ataques dirigidos contra decenas de miles de presuntos opositores, intelectuales, activistas, personalidades que viven en suelo patrio y en el exterior, militares y jueces, docentes y gente común y corriente. Personas a quienes las reúne una sola matriz; la pertenencia, real o presunta, a la red del predicador islámico turco Fethullah Gülen, exiliado en Pennsylvania (Estados Unidos).

Zübeyde Füsun Üstel, exponente de primera línea de varias organizaciones de la sociedad civil, se entregó el 8 de mayo pasado en la guardia de la cárcel femenina de Eskişehir, una ciudad ubicada en el noroeste de Turquía, acompañada por su abogado. En la misma prisión se encuentran otras intelectuales y activistas, personas que, como ella, han dado vida al llamamiento por la libertad y los derechos. Ateniéndose a lo que marca el Código Penal en lo que respecta a delitos vinculados con el “terrorismo”, deberá descontar al menos tres cuartos de sentencia (11 meses) y el resto, bajo libertad condicional.