India: el Pbro. Rayarala Vijay Kumar, del PIME, es el nuevo obispo de Srikakulam
Hace años que el misionero se ocupa de la rehabilitación de los leprosos y de la difusión del carisma del PIME: “Estoy contento, pero al mismo tiempo, siento un poco de temor. Espero lograr llevar adelante la diócesis, con la ayuda de Dios”.
Eluru (AsiaNews) – Esta mañana, el Papa Francisco designó al Pbro. Rayarala Vijay Kumar, superior regional del PIME (Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras) en la India, como obispo de Srikakulam, en Andhra Pradesh. En diálogo con AsiaNews él afirma con alegría; “Estoy realmente contento. No me lo esperaba, para mí ha sido una sorpresa. Les pido que recen por mí”.
El sacerdote cuenta cómo fue el momento en que recibió la noticia de su nombramiento de parte de la Santa Sede: “Acababa de enviar una circular a varios hermanos del instituto sobre algunas novedades referidas a la misión de Taloja, cuando llegó el anuncio. La noticia me tomó desprevenido”. Luego comenta su estado de ánimo: “Estoy contento, pero al mismo tiempo siento un poco de temor al tener que afrontar una nueva realidad, más grande y diversa, donde el PIME está ausente. Espero lograr llevar adelante la diócesis, con la ayuda de Dios”.
El sacerdote nació en una familia católica el 15 de octubre de 1969 en Naidupet, en la diócesis de Khammam (Estado de Telangana). Su padre era catequista de la parroquia y era un laico muy activo en la pastoral local. Su profesión, cuenta Mons. Rayarala, “era la medicina de atención primaria. Amaba la poesía y el arte, producía estatuillas y montaba obras teatrales para animar la vida del pueblo”. Siente una profunda estima y afecto por su madre, que sigue con vida: “Con 10 hijos, ocho varones y dos mujeres, no podía hacer otra cosa que mandar. Y todavía lo hace”. Luego agrega: “Cuando le conté que quería hacerme sacerdote, al principio se enfadó, porque pensaba que estaba bromeando. Pero luego me dijo que si hacía esto seriamente, ella sería la persona más feliz del mundo”.
El sacerdote creció con el ejemplo de los misioneros italianos del PIME y se define como un “producto” de ellos. En sus años de juventud, él ya visitaba las misiones en compañía del Padre Benito Picascia, en aquél entonces superior regional, y del Padre Thota Balaswamy, con quien paseaba por las aldeas tocando un tambor. Estudió Filosofía en Pune, y luego, de 1993 a 1998, estudió Teología en el seminario del PIME en Monza.
Luego de su ordenación sacerdotal, que se realizó el 29 de agosto de 1998, él regresó a la India donde entre 1998 y el 2000 fue el animador de los institutos javerianos de Eluru; luego fue destinado como misionero a Papúa Nueva Guinea, donde permaneció desde el 2003 hasta el 2006. Desde aquél año vive en la India y se dedica a difundir el carisma del PIME, ocupándose de la rehabilitación de personas enfermas de lepra. Esto fue posible, en parte, gracias a la intuición del Pbro, Carlo Torriani, fundador del leprosario de Swarga Dwar de Bombay, que vio en él un “signo”.
Desde el 2014, se desempeña como superior regional de Instituto en la India y actualmente cursa su segundo mandato. Su labor constante en favor de los últimos de la sociedad lo llevó a fundar, en febrero de este año, la primera “Casa de la Misericordia” del PIME en Taloja, en el mismo lugar donde se acoge a los enfermos de lepra y HIV/SIDA. Se trata del Hogar que menciona al principio, cuando comenta que recibió el anuncio del nombramiento episcopal. El PIME Mercy Home, explica, “procura ser un puente” entre las religiones y dar a conocer las condiciones de vida de los leprosos, derribando al mismo tiempo la desconfianza que rodea a los enfermos del mal de Hansen, que son marginados, al igual que los dalits. “Cualquiera que nos ve -sostiene- comprende que no estamos trabajando para hacer proselitismo y convertir a la gente, sino por la humanidad”.
Cuando piensa en su vocación, Mons. Rayarala afirma: “Es como estar en una escalera mecánica: si respondes Sí a la llamada de Dios, das el primer paso. Luego la escalera se mueve sola, porque es Dios el que hace todo el resto. Esto no quiere decir que no haya dificultades. Pero hay una fuerza invisible que te ayuda a crecer en la vida, y poco a poco te hacer seguir adelante. La escalera que se mueve es la fuerza de Dios, que camina contigo”. (A.C.F.)