Impatrianty: Los nuevos rusos de Occidente
En Šuj tuvo lugar la primera reunión de inmigrantes «ideológicos» que han llegado al país gracias a los visados «por razones espirituales y morales» introducidos por Putin para personas de países «poco amistosos» que apoyan los ideales del mundo ruso. Para obtener un permiso de residencia de tres años basta con presentar un seguro médico y firmar una declaración ideológica.
Moscú (AsiaNews) - En la biblioteca de la ciudad de Šuj, en la región rusa de Ivanovo, se han reunido inmigrantes «ideológicos» de Alemania, Bélgica, Austria, EE.UU. y otros países occidentales para evaluar las perspectivas y las tareas de la vida en Rusia, que han elegido por los «valores tradicionales» en contra de la política de sus países de origen. La reunión estuvo encabezada por la diputada Maria Butina (en la foto), ex espía rusa en Estados Unidos. Para ellos se acuñó el nuevo término «impatriados» en lugar de «repatriados», que representa lo contrario de los inmigrantes que deben ser deportados por la seguridad del país. El término fue propuesto en febrero de 2024 por la estudiante italiana Irene Cecchini en un foro con Vladimir Putin, afirmando que se había «enamorado de Rusia».
Butina anunció la formación de toda una infraestructura para atraer cada vez a más extranjeros que pretendan venir a Rusia desde Occidente, ya que un decreto del presidente Vladimir Putin instituyó «visados por razones espirituales y morales» para personas que procedan de países «poco amistosos» pero apoyen los ideales del «mundo ruso». La nueva empresa organizará «viajes de demostración» a todas las ciudades de Rusia a las que se trasladarán los «impatriados», y los que ya se han instalado tienen la tarea de comentar y elogiar la vida en Rusia a través de TikTok y diversas plataformas sociales.
La corresponsal de Novaja Evropa Julia Akhmedova trató de entender si los «impatriados» están realmente motivados por valores ideológicos, o más bien por gratificaciones materiales. Utilizando nombres ficticios, entrevistó a algunos de ellos, como el asiático Syan, un comerciante de criptodivisas que llegó en otoño de 2024 para «entender mejor Rusia» y así poder seguir las transacciones financieras de forma más exhaustiva. En su opinión, en su país y en muchos otros se difunden «imágenes unilaterales y distorsionadas de Rusia», mientras que sus colegas son todos «gente buena, honesta y eficiente».
Según otros «impatriados», los países de los que proceden son «vasallos de Estados Unidos», y también alaban las campañas militares estadounidenses en Afganistán y Siria, donde en cambio «siembran el caos en todo el mundo» acusando a los rusos de ser «degenerados sin Dios». Los «nuevos rusos» sienten gran veneración por la personalidad de Vladimir Putin, «es una persona muy inteligente y nos gusta escucharle», porque a diferencia de la mayoría de los políticos «no hace discursos inútiles y vacíos y es capaz de tomar decisiones estratégicas a largo plazo».
Muchos viajan a Rusia empujados por el excesivo coste de la vida en sus propios países, a menudo inasequible incluso con buenos sueldos. La propia Syan cuenta que encontró muchas dificultades para obtener un visado para Rusia, pero «en un momento dado me dirigí a Dios» para preguntarle si «realmente Rusia es el país para mí», y al día siguiente se publicó el decreto de Putin para visados «espirituales».
La llegada a Moscú es descrita por los «impatriados» como una especie de «entrada al paraíso», en una ciudad «supertecnológica, muy moderna y acogedora», aunque algunos consideren a los moscovitas «un poco demasiado tacaños», y en cualquier caso también es muy apreciada la cocina local, no demasiado salada ni picante en comparación con la comida asiática, pero mucho más rica y sabrosa que la occidental, y sobre todo «sin organismos modificados genéticamente». Varios siguen trabajando en línea para empresas de sus países, pero el sueldo les permite mantener un nivel de vida mucho más satisfactorio en Rusia.
Para obtener un permiso de residencia como «impatriado», basta con presentar un seguro médico y firmar una declaración que justifique el viaje con «el rechazo de la política del propio Estado, que impone visiones ideológicas que contradicen los valores morales y espirituales tradicionales rusos», obteniendo inmediatamente un visado de tres años sin siquiera presentarse a los exámenes de lengua rusa y de historia y legislación de la Federación. Por supuesto, a los «impatriados» se les permite viajar a cualquier parte y «repatriarse» todo el tiempo que necesiten, y quizás incluso contar a sus (¿antiguos?) compatriotas las maravillas de la Rusia de Putin.
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