Iglesia de Loikaw, fruto del martirio del p. Mario Vergara e Isidoro Ngei Ko Lat
Loikaw (AsiaNews)- El 24 de mayo próximo, en Aversa, serán proclamados beatos el misionero del PIME, p. Mario Vergara, e Isidoro Ngei Ko Lat laico y catequista, asesinados en 1950 en Birmania, en odio a la fe.
Anunciando hoy la beatificación de 2 mártires, el Papa Francisco agregó: "La heroica fidelidad de ellos a Cristo pueda ser de aliento y de ejemplo para los misioneros y especialmente para los catequistas que en las tierras de misión desarrollan una preciosa e insustituible obra apostólica, por la cual toda la Iglesia les agradece.
"Gratitud" es el sentimiento que domina en el conocer la obra de los misioneros del Pime y de sus catequistas en Myanamar y en particular en la tierra del martirio de dos nuevos beatos. En 1950 ellos eran parte de la diócesis de Tounggo: hoy el lugar- la parroquia de Shadaw, en Myanmar centro-oriental, cerca de la frontera con Tailandia-perteneciente a la diócesis de Loikaw, que el pasado abril celebró su jubileo de plata. Tuve la alegría y la fortuna de participar en los festejos, del 26 al 27 de abril pasado y pude apreciar la vitalidad de esta Iglesia rica de vocaciones, fieles, evangelizadores, si bien marcada por la pobreza, marginación, explotación. No va olvidado, de hecho, que hasta hace pocos meses el territorio de la diócesis- en el Estado Kaya-estaba cerrado a los extranjeros por las tensiones y la guerra entre el ejército birmano y las tribus Karen, que duraron casi 50 años.
Sin embargo basta un solo dato para apreciar la fecundidad del trabajo de los misioneros y de los catequistas: los católicos son el 25% de la población, el porcentaje de católicos de todo Myanamar llegaba al 1%.
En ocasión de la beatificación del p. Vergara y del catequista Isidoro, publicamos la narración del viaje y del jubileo de Loikaw.En Facebook hay un álbum de fotos sobre el evento
El 26 de abril a las 17,30 horas, inicia el jubileo de plata de la diócesis. Desde hace horas y horas el centro diocesano y la casa del obispo son el punto de encuentro de un continuo ir y venir de grupos que provienen de cada parte de la diócesis y de Myanmar. Muchos visten con los vestidos tradicionales de los Kaya rojos, blancos y a rayas azules, Padaung; las mujeres con sombreros del color de la tribu, otras con una bufanda colorada alrededor de la frente. Los más jóvenes, varones y mujeres visten remeras y jeans, muestran orgullosas sus méche coloradas de rojo, amarillas y azules en los cabellos y están peinados estilo punk, a la última moda. Todos calzan ojotas, consumidas o nuevas, varios de ellos tienen celular, smarphone, iPad y hasta filmadoras, viejas o nuevas con las cuales siguen o graban la ceremonia.
Pero las cosas más coloridas son las bandas musicales: hay 4 o 5, todos con uniformes blancos, o azules o rojos, marrón, marfil; todos un poco gastados y a menudo no son de la medida de ellos (parcas demasiado grandes, pantalones o grandes o muy estrechos). Pienso que sean una heredad dejada por el Pime porque estas bandas tocan instrumentos occidentales y entre los cantos de ellos el canto preferido es "¡A Dios queremos es nuestro Padre! ¡Virgen María!", ¡que me imagino haya sido compuesto poco antes de la Segunda guerra mundial!
Son realmente las bandas las que dan inicio a la procesión que recorre el perímetro externo del episcopio, llega lentamente hasta la explanada delante de la catedral. La imponente iglesia está construida en estilo birmano ("en forma de abanico"), con decoraciones doradas en los bordes y una torre de campanas con una cruz en la cima de un cono subdividido en 8 niveles, remarcados con decoraciones doradas. En los templos budistas, después de los 8 niveles (que recuerdan las 8 reglas de Buda, el óctuplo sendero), la aguja dorada termina en punta (en la nada del nirvana); aquí en vez, los 8 niveles del separarse del mundo culminan en la cruz, el signo de mayor amor al mundo.
Los más de 180 sacerdotes, todos con el alba blanca recorren el trecho de calle entre dos las de gente, curiosas y maravilladas. Cada tanto, hay grupos musicales locales, vestidos de rojo o blanco con echarpe rojo, que tocan flautas de bambú: hay algunos que son finitas como los deditos de un niño y otras gruesas como un brazo, largos casi un metro; además, además del trombón o el gong, usan un extraño instrumento, una especie de trombón construido con un tubo de goma que termina en una trompeta, cuyo sonido recuerda mucho de cerca ¡un bramido de elefante o un graznar lóbrego de la rana toro!
Detrás de los sonadores están las carpas o los puestos del mercado que venden fruta, dulces, ropas, y también recuerdos religiosos (souvenier), rosarios, estampitas, estatuitas del Sagrado Corazón y de la Virgen de Fátima. Los vendedores y los peregrinos llegaron la noche anterior y durmieron en las calles, envueltos en frazadas para estar listos para el inicio de la fiesta. Se estruja el corazón ver la alegría y los ojos cansados pero brillosos en esta pobreza hecha de polvo-los objetos en muestra están expuestos en el suelo, sobre una cobija o una tela distendido en la calle- de ropa no planchada, de cuerpos flacos.
Llegamos a la explanada que acoge al menos a 10 mil personas, además de las que están apretados dentro de la iglesia, en las terrazas y hasta en el techo de la iglesia y de los edificios circunstantes. El obispo, delante de la puerta del perímetro de la catedral corta una cinta para dar inicio al jubileo, luego se dirige hacia una estela, con las fechas, el tema del jubileo y la frase en latín "Euntes docete omnes gentes ("Vayan y enseñen a todas las naciones"), (Mt. 28,19)".
Después de haber bendecido la estela e incensado el lugar, ayudado por tres muchachas en hábitos o trajes de las tribus presentes (Kaya, Kyon, Padaung), se dirige hacia el palco donde se encuentran todos los obispos venidos de Yangon, Pekhon, Taungyi, Toungoo (Taungngu), Kentung, Banmaw...
En el frente del palco están colocadas las imágenes del p. Mario Vergara y de Isidoro, los dos que serán beatificados el 26 de mayo.
El estilo de la velada es como el de las Jornadas de la Juventud, con un enorme grupo de jóvenes que canta y danza el himno de este jubileo que tiene por título "Comunidad de Dios que proclama, adora y testimonia". Después los saludos y las presentaciones del tema, un miembro del concejo pastoral es invitado a leer una breve historia de la diócesis, que dura casi media hora. Se hace notar em compromiso de los primeros evangelizadores del Pime, que han instalaron la Fe y la Iglesia en estas regiones, su estar cercanos al pueblo en los momentos de dificultad, renunciando hasta volver a Italia, el nacimiento de las distintas diócesis, separándose de Toungoo: primera Taungyi y luego Loikaw. En el presente Loikaw es una sufragánea de taungyi.
Loikaw, prototipo de la misión
El trabajo y el desarrollo de las actividades de la diócesis son sorprendentes. Los obispos, los curas y los fieles han debido enfrentar enormes problemas de pobreza, de abusos e injusticias (expropiación forzada de las tierras, refugiados, violencias, torturas,...) potenciando las estructuras de caridad, dispensarios, bancos de ayuda, la distribución de comida a centenares de familias. El hecho impresionante de estos 25 años fue el crecimiento de los cristianos, de los 70 mil que eran pasaron a los 180 mil de hoy y el aumento vertiginoso de las vocaciones sacerdotales y centenares de vocaciones religiosas femeninas en los institutos de las hermanas de la Reparación y de Virgen Niña, además de otros institutos locales.
Algunos sacerdotes también se han ido como misioneros como "Fidei donum" a Perú, a las islas Fiji, a Madagascar, y 4 se hicieron misioneros del Pime y trabajan en Papua Nueva Guinea, en Guinea Bissau, en África y en la Filipinas.
Pero la experiencia más maravillosa es la de los Zetanam (evangelizadores) y de los catequistas. Los Zetaman son un grupo de hombres y mujeres que por años han visitado pueblos perdidos de la diócesis se convierten en agentes evangelizadores y desarrollo. En cada lugar donde fueron han constituido la sala para el catecismo, junto a un dispensario y una escuelita para niños. Ahora que el gobierno ha nacionalizado las escuelas, ellos se especializaron en abrir jardines de infantes (que no caen bajo la influencia de la educación totalitaria del régimen y de esta hay mucha necesidad, dado que muy a menudo ahora todos los padres trabajan en la ciudad.
Al menos 8 de estos Zetaman murieron de privaciones y de malaria en el ir a vivir a los lugares más lejanos y pobres, imitando de cerca el estilo o modo que los misioneros del Pime han seguido en su evangelización.
También los catequistas son los protagonistas de una epopea: actualmente son 195 algunos reciben sólo 40 dólares por mes, pero en general ellos trabajan gratis, y se deben procurar por sí mismos lo esencial para vivir. Si las personas que ellos evangelizan no les dan algo, ellos se ponen a trabajar la tierra para sacar al menos algo para comer y subsistir. Quedándose en un pueblo comienzan la obra con ligámenes de amistad, con ayudas, con el testimonio de su propia fe que llega hasta dar la vida por el pueblo.
En la vigilia del jubileo, fueron premiadas 8 personas por el compromiso desarrollado en estos 25 años y 25 catequistas. Se presentaron en el palco con sus ojotas, algunos en sus vestidos tradicionales, otros con pantalones, todos en modo muy simple y en un modo un poco desprolijo: asemejaban tanto a esos peregrinos que se ven en el cuadro de Caravaggio de la Virgen de Loreto. También estos peregrinos birmanos tienen los pies marcados por tanto caminar y por el trabajo de la tierra: los rostros escavados por las arrugas y por el sol; las manos curtidas y gruesas que aprietan a las del obispo cohibidos y sonrientes. Se debe a ellos si la diócesis ha hecho elevar el porcentaje de los católicos por todo el estado, que ahora llegó al 255. ¡Y pensar que en todo Myanmar los católicos no eran ni siquiera el 1%!
No por nada, mons. Matthias u Shwe, arzobispo de Taungyi, al cual se le encomendó la homilía de la vigilia, dice que Loikaw se convirtió en el "prototipo" de la misión en Myanmar. Después de haber recordado brevemente las metas logradas por la comunidad de Loilaw, mons. Matthias pide a los fieles de canalizar el futuro en 3 direcciones. La primera es conservar la gratitud por la fe recibida, el don más precioso, con la oración y la adoración. La segunda es la de no perder la memoria de los misioneros de del Pime, que han traído la fe con coraje y sacrificio hasta el martirio. Y aquí recordó que dentro de poco serán beatificados Mario Vergara e Isidoro. "También nosotros-dice- debemos testimoniar la fe hasta el martirio"
La tercera dimensión es que todos, también los fieles deben ser misioneros en sus propias vidas cotidianas, no dejando esta tarea sólo a los sacerdotes y catequistas. También el obispo Sotero, en una conversación tenida con él, me dice que llegó el tiempo de personalizar la fe, de asimilarla más personalmente, tanto que hay que mostrar en la vida la novedad del Evangelio.
Mons. Matthias subraya que el jubileo de Loikaw empuja a toda la Iglesia birmana a repensar en su evangelización con coraje, e encontrar nuevas formas y nuevos modos de proponer la fe a una sociedad que busca a Dios.