Idlib, civiles hambrientos y víctimas de la lucha de poder entre grupos opositores a Assad
En los campos de refugiados, la gente lucha por encontrar los recursos diarios para la supervivencia, hay escasez de bienes primarios, empezando por los alimentos. De poco valen los esfuerzos de los grupos internacionales, incapaces de satisfacer las necesidades de dos millones de personas. Periodistas y activistas en la mira de las milicias que controlan la zona. La controversia por el fútbol refleja las luchas de poder.
Milán (AsiaNews) - En los campos de refugiados de la provincia noroccidental de Idlib, el último bastión que todavía se encuentra en manos de grupos de oposición y milicias yihadistas que se disputan el poder, la abstinencia diaria de comidas va más allá del Ramadán, el mes sagrado musulmán de ayuno y oración. Las condiciones de vida, ya de por sí duras, se ven agravadas por la crisis económica en que se encuentra sumido todo el país - exacerbada por las sanciones occidentales contra Damasco - que se refleja en una carencia crónica de alimentos. La gente tiene grandes dificultades para reunir los recursos esenciales de la vida diaria y los bienes primarios para alimentar a sus familias, debido a los elevados costos de los alimentos y la escasez crónica de materias primas. Es una “herida” - como recordó el mismo Papa Francisco el domingo 17 de abril, en el mensaje urbi et orbi tras la Misa de Pascua - que chorrea sangre y ahoga el deseo de “paz y reconciliación” de los pueblos de “Líbano, Siria e Irak”.
Desplazados por más de una década de conflicto que desbordó las fronteras de Siria y se convirtió en una sangrienta guerra por delegación entre potencias mundiales, los refugiados de los campos de Idlib tienen cada vez más dificultades para comprar alimentos y bienes de primera necesidad. La agencia de noticias turca Anadolu publicó el testimonio de Ahmad Abu Omar, quien huyó de Hama hace cuatro años y hoy vive en el centro de Qafar Arouq. “No conseguíamos comprar - dice - ni siquiera un kilo de papas, y mucho menos aceite de girasol. Cocinábamos sin aceite. Íbamos al médico, pero no podíamos pagar los medicamentos en la farmacia”.
Una mujer desplazada de nombre Om Ahmad, dice que la falta de alimentos lleva a la gente a recoger hierbas en las montañas y hervirlas, porque no hay nada para comer en las tiendas. Las dificultades también afectan el modo en que los residentes del campo de refugiados viven el Ramadán, una ocasión para la celebración y la vida comunitaria, que interumpe el ayuno diario con momentos de convivencia después del atardecer. Para Mahir Muhammad, no se percibe el ambiente del mes sagrado y “no puedo comprar nada para hacer felices a mis hijos”. Aunque las organizaciones benéficas y los grupos humanitarios intentan proporcionar comidas calientes y organizar campañas de recaudación de fondos, todos sus esfuerzos no alcanzan a satisfacer las necesidades de dos millones de personas desplazadas. Además, la crisis en Idlib también está relacionada con derrumbe de la lira turca, sumado al hecho de que ciertos bienes como el trigo se importan de Turquía, cuya disponibilidad se encuentra afectada por la guerra entre Rusia y Ucrania. La situación está al borde del colapso y los grupos radicales tratan de ocultarlo por todos los medios, amenazando y atacando a los testigos oculares incluyendo activistas y periodistas.
Horrores y censura
En los últimos meses decenas de periodistas y reporteros tuvieron que abandonar el noroeste de Siria e incluso algunos de ellos han pagado grandes sumas de dinero para llegar hasta las costas de Europa y escapar de la persecución de los grupos opositores y de Hayat Tahrir-al-Sham (anteriormente al-Qaeda). Al-Monitor publicó el testimonio de Suhail Zubair (el nombre es ficticio, ndr) que huyó de al-Bab - en las afueras de Alepo - debido a las amenazas de los grupos opositores pro-turcos tras una investigación sobre la violencia en las cárceles de al-Rai y Afrin, donde se encuentran recluidos miles de detenidos. Cuenta que fue amenazado por el jefe de un grupo yihadista: “Las facciones locales - explica - impiden que los organismos internacionales interactúen con los detenidos para evitar que se difundan noticias de abusos y violaciones”. La violencia también afecta a mujeres y a los niños, incluyendoa las niñas de 10 o más años. Un colega de Zubair fue asesinado en diciembre de 2020 por informar desde el lugar.
Alaa Haitham - otro seudónimo - trabajó mucho tiempo en la provincia antes de huir con su familia tras recibir amenazas de los milicianos de Hayat Tahrir al-Sham. Explica que la zona está controlada por "yihadistas y excombatientes de Isis y Jabhat al-Nusra, que atacan a los periodistas y a quienes critican sus políticas". La periodista agrega que ella misma ha recibido amenazas de muerte por un trabajo sobre la condición de las mujeres periodistas, "víctimas de agresiones, detenciones sumarias y violaciones por parte de miembros del HTS". Decenas de periodistas y activistas están recluidos en cárceles de los territorios controlados por la oposición, mientras que otros han sido secuestrados y asesinados y al menos 17 han huido en los últimos tres meses porque estaban en peligro. Según un informe de mayo de 2021 del Centro Sirio para los Medios de Comunicación y la Libertad de Expresión, socio de Reporteros sin Fronteras (RSF), la guerra siria se cobró la vida de más de 700 periodistas entre 2011 y 2021, mientras que el país ocupó el año pasado el puesto 173 sobre 180 países del mundo en cuanto a libertad de prensa.
El desafío del fútbol
Una cuestión que exacerba la tensión en Idlib es la lucha interna por el poder entre grupos que estuvieron unidos en el pasado por la guerra contra Assad pero que discrepan en todo lo demás. Recientemente la decisión del comandante del ala militar del HTS, Abu Hassan al-Hamwi, de participar en la final de un torneo de fútbol desató una furiosa polémica. Los grupos yihadistas acusan a Hayat Tahrir al-Sham de perder el tiempo con el fútbol y el deporte en general, "desperdiciando la sangre de los muyahidines" y distrayéndolos de sus tareas y objetivos. Otros han apodado al ala militar de Hts el "ala futbolera" por su pasión por el fútbol. “Hay muertos y heridos todos los días -dice Abu Mohammed al-Halabi- pero la preocupación de los dirigentes de HTS es organizar un campeonato de fútbol. Durante el bombardeo de algunas aldeas en la zona [de Idlib], el comandante Abu Hassan al-Hamwi estaba ocupado mirando el partido". Un portavoz de HTS, bajo condición de anonimato, responde: "Los grupos extremistas que critican la organización del torneo de fútbol están inspirados en el odio" porque las actividades deportivas fortalecen "los lazos de fraternidad y el amor y mejoran el estado físico".
Observadores y expertos miran con atención la polémica en torno al deporte porque forma parte de la lucha de poder entre grupos más o menos radicales, desde Isis hasta al-Qaeda. “En este momento HTS es una autoridad en Idlib y tiene su propio proyecto - señala Orabi Abdel-Hay Orabi, periodista sirio especializado en los movimientos yihadistas- que el gobierno de Salvación [anti-Assad] está trabajando para implementar. Las actividades deportivas, culturales y religiosas que favorecen el estado de ánimo de la población local son funcionales al proyecto. HTS está utilizando este tipo de actividades para acercarse a la gente y demostrar que pertenece a esta zona y que sus combatientes pertenecen a esta cultura. Ya no es la misma organización yihadista que en el pasado estaba catalogada como terrorista”.
"PUERTA DE ORIENTE" ES EL BOLETÍN DE ASIANOWS DEDICADO A ORIENTE MEDIO ¿QUIERES RECIBIRLO TODOS LOS MARTES EN TU CORREO? SUSCRÍBETE AL BOLETÍN EN ESTE ENLACE
26/09/2023 13:04