Hong Kong después de la revolución
Hong Kong (AsiaNews)- las protestas pro-democracia en acto en Hong Kong- conocidas como el movimiento de Occupy Central" o la "revolución de los paraguas"- han cambiado en modo fundamental la relación entre el gobierno central de Beijing y la Región de administración especial (Sra). Por la primera vez desde 1997, cuando Hong Kong volvió bajo la soberanía de China, centenares de miles de residentes bajaron a las calles para expresar su oposición contra el sofocante control de Beijing sobre los desarrollos políticos de la Sar. En modo aún más significativo, la vehemente e inesperada demostración del "poder del pueblo" que obligó a Beijing a reconocer los límites de la "excepción china", según la cual la administración del partido comunista chino (Pcc) tiene el derecho de ignorar los valores universales, y las naciones extranjeras no pueden interferir en los asuntos internos del país. Decenas de chinos en el interior, muy famosos han expresado su apoyo a los activistas de Hong Kong, mientras que la prensa extranjera y políticos piden a Xi Jinping que respete los pedidos de los estudiantes que manifiestan en la Sar. Si la dirigencia china bajo el presidente Xi, atacará duramente al disenso en Hong Kong y en China, esto dará al mundo una clara indicación de la pista política que el presidente Xi intenta seguir para su casi super-potencia del crecimiento acelerado.
Volver a escribir la política de Hong Kong
Los activistas de Hong Kong- cuyo núcleo está constituido por estudiantes universitarios- desafían a Beijing de un modo que puede ser comprendida a la luz de los cambios de las dinámicas políticas de la Sar. Desde un punto de vista, la campaña de Occupy Central guiada por estudiantes es una protesta contra la dura decisión tomada por la Asamblea general del pueblo en relación con el mecanismo electoral del Jefe del Ejecutivo de Hong Kong en el año 2017 [v. Xinhua, 31 de agosto].
Si bien es descripta como una elección a sufragio universal sobre la base de "una persona, un voto", China estableció que una Comisión para los nombramientos- compuesta por 1.200 personas, en su mayor parte pro-Beijing- pueda poner un veto o aprobar a los candidatos que aspiren a ser Jefe del Ejecutivo, tiene que antes asegurase más del 50% del apoyo de la Comisión, y luego ser inscriptos como candidatos legales para el cargo. Según Alan Leong, diputado democrático y ex presidente de la Asociación de abogados de Hong Kong, esta "es una elección al estilo nord- coreano", totalmente fuera del respeto de las promesas de un alto nivel de autonomía para Hong Kong.[. Singtao Daily, e de septiembre; Associated Press,31 de agosto].
Desde un punto de vista más profundo, el movimiento Occupy central- cuyo eslogan es "tener confianza en el pueblo; los cambios suceden sólo con la confrontación y la batalla"- representa un nivel sin precedentes del despertar y de la responsabilidad política en la historia de Hong Kong (v. Radio Free Asia, 24 septiembre; [Singtao Daily,22 de septiembre]. Si bien los residentes en la Sar son definidos como "animales económicos" que se preocupan sólo del propio standard de vida, centenares de miles de habitantes han desafiado a los gases lacrimógenos y otras duras tácticas de la policía por ocupar las zonas alrededor de las oficinas del gobierno en Central, así como en diversas zonas de la ciudad.
Sobre la cuestión de la lucha por los derechos electorales y los otros ideales democráticos, ya desde los años 80, la primera generación de políticos de Hong Kong ha en gran y larga parte respetado los parámetros impuestos por el gobierno- antes por la administración colonial británica y luego en 1997, por la dirigencia china. Según el comentador político de Hong Kong, Joseph Lian, la actual cruzada política en curso- que por primera vez es guiada por los estudiantes- representa "una nueva generación, que osa desafiar las reglas de juego impuestas por la dirigencia del Partido comunista chino". "Dado que muchos líderes estudiantiles jugarán con toda probabilidad un rol activo en los próximos 2 o 3 decenios, Beijing se está confrontando contra válidos adversarios", explica aún Lian, ex director del Hong KongEconomic Journal [ v. Hong Kong Kournal, 9 de octubre].
Según Ho-Fung Hung, docente de sociología en la Johns Hopkins University, la revolución de los paraguas representa "un rito de pasaje para una sociedad civil autónoma". Hung está impresionado por el hecho que los líderes del movimiento sean "jóvenes, autónomos nuevos ciudadanos que se organizaron a través de las redes sociales" [v. Ming Pao, 13 de octubre]
Hong Kong recibe apoyo en el extranjero y en la patria
Para agravar los problemas de Beijing, está el hecho de que la revolución de los paraguas ha detenido al atención de los medios globales y la de los políticos del mundo occidental. Desde la vuelta de Hong Kong a la madre patria en 1997, sólo los EEUU intervinieron en la distriba relacionada a si Beijing haya honrado o no su compromiso de dar a los 7 millones de habitantes de la Sar un alto nivel de autonomía". Quizás a causa de creciente influencia internacional de China- y de su enorme mercado- hasta el reino Unido se mantuvo constantemente lejos de los juicios negativos sobre la transformación en negativo del compromiso. "una nación, dos sistemas", que es la base de la Declaración conjunta chino-británica de 1084, sobre la vuelta de la ex colonia británica a la madre patria.
Sin embargo, después que la policía de Hong Kong disparó 87 unidades de gas lacrimógeno contra los manifestantes el 28 de septiembre pasado, el Secretario general de las Naciones unidas, Ban Ki.moon emitió un comunicado en el cual invita con urgencia a "todos aquellos que están involucrados a resolver toda diferencia en modo pacífico y que salvaguarde los principios democráticos [v.Upi, 30 de septiembre]. Es la primera en tiempos recientes que el jefe de las naciones unidas comenta las políticas de Hong Kong.
Lo mismo se puede decir de aquellas naciones que con el tiempo e convirtieron en estrechos aliados económicos de China. En la vigilia de la visita del primer ministro li keqiang a Alemania, en los primeros días de octubre, el presidente alemán Joachim Gauck comparó a la Revolución de los Paraguas con las protestas anti-soviéticas sucedidas en Alemania oriental a fines de 1989. Gauk dijo que la experiencia de Alemania oriental demostró "cuánto sea importante hasta hoy defender la democracia", agregando que "los jóvenes manifestantes de Hong Kong lo han entendido muy bien" [v. ABC News, 9 de octubre, RTHK, 9 de octubre].
La Revolución de los Paraguas es única también porque ha accionado una caja de resonancia entre los intelectuales de China continental. Desde cuando tomó el poder en el 18° Congreso del Partido, en noviembre de 2012, Xi subrayó que el pueblo chino debe tener "confianza en el recorrido, en las teorías y en las instituciones del socialismo con características chinas". El presidente advirtió que China no debe jamás tomar el "sendero equivocado" de los valores políticos y de las instituciones occidentales [v. People´s Daily, 21 de febrero]. La dirigencia de Xi debe ahora enfrentar el hecho que los estudiantes de Hong Kong, no sólo han desafiado su visión ortodoxa, sino que han obtenido el aplauso de los intelectuales y organizaciones no gubernamentales de China. La Revolución de los Paraguas de hecho creó una especie de frente unido entre los activistas de China continental y Hong Kong.
Desde los años 80, los diputados democráticos y grupos de la sociedad civil de Hong Kong han dado ayuda moral y ocasionalmente económico a los disidentes, pasando por Liu Xiabao a Hu Jia, para llegar a la Madres de Tienanmen, Inmediatamente después del lanzamiento del movimiento Occupy Central, a fines de septiembre, Beijing impuso una censura sobre las noticias relacionadas con los eventos en Hong Kong. También los servicios de la CNN y de la BBC sobre el argumento fueron bloqueados. Los censores chinos, sin embargo, no logaron silenciar a un buen número de intelectuales muy conocidos, que expresaron su propio apoyo a Occupy Central [v. Asocited Press y Inmedihak, 30 de septiembre].
El personal de seguridad estatal chino arrestó a unos 100 disidentes, que habían expresado el propio apoyo al movimiento democrático de Hong Kong con una serie de medidas que pasan del rasarse el cráneo a realizar grupos privados de discusión. Por ejemplo, el conocido poeta Wang zang y otros 7 intelectuales fueron detenidos por la policía de Beijing, mientras se preparaban para tener una noche de lectura poética en honor de los manifestantes de Hong Kong. Ahora se espera que Wang y los otros sean acusados del nebuloso crimen de "provocar disturbios", que normalmente lleva en sí una condena a 3 años de cárcel. El número de los intelectuales arrestados o molestados superó a la de aquellos que fueron detenidos por la brevísima "Revolución de los jazmines" en diversas ciudades chinas en 2011, y esto sugiere que Beijing considera la situación de Hong Kong como una amenaza mucho más seria de aquella otra. [v.Apple Daily, 13 de octubre,ABC News, 8 de octubre].
Hasta ahora Beijing evitó usar tácticas armadas contra los activistas de Hong Kong. Sin embrago, diversos líderes y medios estatales chinos han subrayado que las protestas son un tentativo de cambiar no sólo el gobierno de Hong Kong, sino también las autoridades de Beijing. Wang Yang, vice primer ministro y miembro del Politburó, notó que "las naciones occidentales están tratando de fabricar una revolución colorada, dando ayuda a la oposición de Hong Kong"[ v. Wen Wei Po y Ta kung Pao,14 de octubre]. Un editorial del Cotidiano del pueblo afirma que "el verdadero objetivo" de los manifestantes es el de "desafiar a las máximas autoridades" de China, y agrega que esto "está destinado a fracasar".
El periódico oficial del Partido acusó al gobierno y a las Ong americanas de ayudar en manera directa a los manifestantes. "Los EEUU apoyan a los promotores de los "valores universales de democracia, libertad y derechos humanos", pero en realidad los Usa sólo están defendiendo sus propios intereses estratégicos, minando mientras tanto a aquellos gobiernos que considera "insubordinados". Un artículo en la edción internacional de Cotidiano del pueblo llega hasta el punto de definir la amnifestación de Hong Kong como un tentativo de "dongluan" ("agitación"), el mismo término usado por Deng Xiaoping y por el entonces primer ministro Li Pen, para definir el movimiento de los estudiantes que llevó a la masacre de la plaza de Tienanmen en 1989. [v. People´s Daily,11 de octubre: Global Times, 4 de octubre].
Pekín
tiene en la mano las cartas, y no dará marcha atrás
De acuerdo con Deng Yuwen, comentarista político chino y ex director de la
Escuela Central del Partido, el presidente de Xi y sus colegas en los niveles
más altos han llegado a la decisión de no hacer ninguna concesión a los
manifestantes. "Es posible - dijo Deng - después de la conferencia de la
APEC [en noviembre], Beijing decida utilizar tácticas más estrictas contra
Occupy central". "E incluso si no se toman medidas drásticas como el
uso de la Brigada Hong Kong del Ejército de Liberación popular, Pekín podría
reforzar el control sobre las políticas relacionadas con el territorio para
excluir la posibilidad de una revolución de color" [Entrevista con el
autor, 15 de octubre].
Un método que Pekín podría utilizar para ahogar el aliento de los activistas de
la democracia es cortar la financiación disponible para los miembros demócratas
y los organizadores de Occupy Central. El ataque se centró principalmente en el
magnate independiente Jimmy Lai, que lidera el popular diario pro-democracia
Apple Daily. A principios de este año, algunos hackers de unidades desconocidas
de China continental han entrado en el ordenador personal de Lai; poco después,
se publicaron los documentos robados para demostrar que Lai ha donado 40
millones de dólares de Hong Kong (poco más de $ 5.2 millones) a los políticos
demócratas y el Occupy central [v. Asiasentinel.com 29 de agosto; South China
Morning Post, 28 de agosto].
Un arma aún más poderosa es la "carta económica", en referencia al
hecho de que la economía de Hong Kong no podría sobrevivir sin el apoyo de la
China continental. A finales de septiembre, Pekín ha convocado decenas de
industriales de Hong Kong para pedirles que denuncian el movimiento Occupy
Central. El mensaje de la administración Xi Sar es que podrían sufrir pérdidas económicas si no
respaldan el gobierno central. El control político de Beijing sobre la economía
de Hong Kong, ha sido demostrado claramente por la repentina decisión - tomada
en febrero - de no mantener en el territorio la Conferencia de Ministros de
Economía y Finanzas de la APEC. Al final del año pasado, altos funcionarios
chinos dijeron al gobierno de la Sar que el prestigioso evento se celebraría en
Hong Kong con el fin de afirmar el estatus del territorio como el centro
financiero de Asia. El evento ahora se ha trasladado a Pekín [v. Wall Street
Journal, 22 de Septiembre; Global Times, 05 de marzo].
A pesar de la amenaza de la "carta económica" se llevó a cabo antes
de las protestas actuales, la medida fue tomada varios meses después de que los
planes para Ocupar central se han hecho públicos. Aún más significativo es el
hecho de que dos de los acontecimientos más importantes para la economía de
Hong Kong depende de la bendición de Pekín. Uno de ellos es planificar la
expansión del papel de la Sar como un centro comercial offshore en yuanes
renminbi (moneda china. ndt). La otra es la "Conexión de las Bolsas de
Valores de Shanghai y Hong Kong," o beishuinandiao
(literalmente "transferir agua del mar en el norte al del sur). La
referencia es a una política - que se espera que comience a finales de este mes
- que permite a los ciudadanos chinos comprar acciones que cotizan en la Bolsa
de Valores de Hong Kong [v. South China Morning Post, 18 de Febrero, China
Economic Review, 20 de octubre]. el éxito de estas iniciativas depende de las
decisiones del liderazgo benevolente del Partido Comunista.
El
nuevo futuro de Hong Kong
A largo plazo, se espera que Pekín tomará medidas más draconianas para evitar
que los valores de los "liberales burgueses" se infiltran en el país.
A mediados de octubre, el Departamento de Propaganda del Partido ordenó a las
bibliotecas nacionales eliminar los libros escritos por figuras líderes en Hong
Kong y Taiwán. Estos incluyen la histórica sino-estadounidense Yu Ying-shih, el
escritor Giddens Ko y el artista taiwanés y escritor de televisión y autor
Leung Man-A. Los editores de la China continental también recibieron
instrucciones de no publicar libros de intelectuales chinos, como el economista
Mao Yushi, el analista político Chen Ziming, el novelista Ye Fu (también
conocido como Zheng Guoping), así como los trabajos de los expertos en derecho
Qianfan Zhang y He Weifang. El Departamento de Propaganda y el Ministerio de
Educación también pidieron a las universidades asegurarse de que sus
estudiantes son capaces de emular a sus homólogos de Hong Kong [v. Ming Pao, 14
de octubre; Radio Free Asia, 12 de octubre].
Desde los primeros años del siglo XX, cuando el Dr. Sun Yat-sen - que dirigió
la revolución del 10 de octubre de 1991, poniendo fin a la dinastía Qing
(1644-1911) - encontró refugio en Hong Kong, la ciudad más cosmopolita y abierta
de mente de China ha sido un generador de nuevas ideas para la madre patria. El
patriarca Deng Xiaoping insistió en la devolución del territorio a China en
1997, expresando la esperanza de que "varios otros Hong Kong" nacieran
en la rica costa china, por la rápida modernización de la nación [v. Cncki.net
2 de septiembre de 2013; Chinavalue.net 7 de julio de 2007].
En su lugar, la obsesión del Presidente Xi que la Sar no degenere hasta convertirse
en una "base de la subversión" contra la patria socialista, podría
llevar al final de la función dinámica de la Perla de Oriente como un
catalizador para los cambios económicos y políticos en un país de 1350000000
personas.
12/12/2016 18:34