de Alessandra De Poli

En la fiesta de la Epifanía, consagración de la nueva iglesia de la parroquia de San José en el barrio cercano a la frontera. Una presencia histórica que se ha quedado pequeña en un barrio que crece y cambia de rostro con nuevos complejos residenciales para estudiantes y trabajadores gubernamentales de la China continental. El párroco, P. Pietro Paolo Dossi, misionero del PIME: "Una invitación a la renovación también para nuestra comunidad".

Hong Kong (AsiaNews) - En la solemnidad de la Epifanía, ayer en Hong Kong, la parroquia de San José, en el barrio de Fanling, vivió la alegría de la dedicación de su nueva iglesia. Un edificio subterráneo, en este caso en el sentido literal del término: en esta zona del distrito norte de los Nuevos Territorios, a sólo 2 kilómetros de la frontera con China continental, "a falta de un espacio edificable, se va literalmente bajo tierra", explica el P. Pietro Paolo Dossi, misionero del PIME, párroco de esta comunidad.

Ya había una iglesia "histórica" en Fanling, donde existe una pequeña presencia católica desde 1926. Pero fue a partir de 1949, cuando el obispo encargó al misionero del PIME Ambrogio Poletti que sirviera aquí, cuando la comunidad se desarrolló gradualmente. En aquella época sólo había unas decenas de católicos y se reunían para las celebraciones en lo que hoy es una escuela parroquial. En 1953, en el terreno donado por uno de los fieles, Chu Yan Kit, comenzaron las obras de lo que más tarde tomaría el nombre de iglesia de San José: un edificio "construido con piedras locales, cuadradas, irregulares y todas diferentes, que recuerda la iglesia de piedras vivas de la que habla Jesús en los Evangelios", explica el padre Dossi.

Hace cinco años, cuando se iniciaron las obras de renovación de la antigua iglesia, comenzó también el proyecto de construcción de la nueva estructura subterránea, conectada a la planta baja "con escaleras mecánicas y ascensores". Una necesidad dictada por el hecho de que "no hay más espacio edificable en el barrio", afirma el misionero del PIME. Pero la comunidad ha seguido creciendo y la diócesis ha aprobado la construcción de una iglesia más grande". En la actualidad, unas 200 familias asisten a los servicios dominicales y toda la parroquia se ha estado preparando para la inauguración de la nueva iglesia subterránea, que tuvo lugar ayer con una solemne celebración presidida por el obispo de Hong Kong, Card. Stephen Chow.

"Durante seis meses, cada primera misa del mes, hicimos una actividad diferente, rememorando la historia de la antigua iglesia y esperando la llegada de la nueva como si fuera una vuelta a casa", cuenta el padre Dossi. De hecho, mientras esperaban a que se terminara el espacio, la comunidad de la parroquia de Fanling se trasladó a las amplias salas de una escuela, tanto para las actividades parroquiales como para las celebraciones eucarísticas. "En las últimas semanas, hemos creado un rompecabezas de 500 piezas con la imagen de cinco panes y dos peces, recordando el episodio del Evangelio de Marcos en el que Jesús dice a los discípulos: 'Dadles vosotros de comer'. Detrás de cada baldosa, cada uno escribió una oración, en el signo de una comunidad que decide entrar en un lugar nuevo y renovarse, a su vez, a nivel interior".

La última pieza se colocó ayer con la inauguración oficial de la nueva iglesia. El distrito norte de los Nuevos Territorios de Hong Kong es una zona de denso desarrollo urbanístico: "En los últimos años, se han construido decenas de edificios en las inmediaciones", prosigue el padre Pietro Paolo, originario de Bérgamo y residente en Fanling, donde se ocupa de la parroquia junto con el misionero tailandés del PIME Phongphan Wongarsa. "Son edificios de cuarenta plantas cada uno, y en cada planta hay 32 pisos". Haciendo un cálculo rápido, el sacerdote estima que unas 30.000 personas llegarán a los alrededores de la parroquia en los próximos años. Se trata, sobre todo, de estudiantes que se desplazan a diario y trabajadores de la Administración procedentes de China continental. "En los últimos años, se oye hablar cada vez más mandarín en lugar de cantonés", admite el misionero.

Es una de las caras de la "sinización" iniciada por Beijing en la ciudad, que, "devuelta" por el Reino Unido en 1997, ha intentado labrar su propia identidad independiente de los antiguos colonizadores y del gobierno central. Pero el pesimismo es fuerte", comenta el sacerdote del PIME. Las noticias de suicidios de chicos y chicas están a la orden del día y, en general, hay una gran falta de confianza en el futuro. Muchas familias de nuestra parroquia también se han trasladado al extranjero tras los sucesos de 2020'.

Los feligreses de Fanling son todos hongkoneses, a los que se suman un centenar de filipinas, casi todas empleadas domésticas, mientras que los chinos presentes emigraron aquí entre los años cincuenta y sesenta. Esta emigración representa también un reto misionero siempre nuevo para los sacerdotes del PIME: "Todavía no hemos llegado a los chinos que se han trasladado al distrito", concluye el padre Dossi, "pero puede que a ellos nos dirijamos en el futuro".

 

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