Hermana india: En los ojos de los niños usados como esclavos, un llanto por la vida
Hoy se celebra la tercera Jornada mundial de oración, reflexión y acción contra la trata. Fue instituida por el Papa Francisco en el día de la memoria litúrgica de santa Josefina Bkakita. Sor Gracy forma parte del Movimiento asiático de las religiosas contra el tráfico de seres humanos. En todo el mundo iniciativas para contrastar la reducción a la esclavitud.
Mumbai (AsiaNews)- “El lugar era hediondo, sucio, oscuro, horrible. Estaba escandalizada y mi espíritu deseaba la luz, la confortación para mí y para mi pueblo. He visto en los ojos de estos tres niños inocentes un llanto por la vida. Eran usados como esclavos”. Es la dramática narración de sor Gracy Rodrigues, religiosa india de la Congregación de la Hijas de la caridad (conocidas como canosianas- fundada por Matilde de Canossa), que trabaja para salvar a los niños víctimas del tráfico de seres humanos. A Asia News reporta su compromiso como activista del Movimiento asiático de las religiosas contra el tráfico (AMRAT), una red social de 52 congregaciones religiosas comprometidas en la lucha contra la reducción de la esclavitud.
De hecho, hoy se celebra la tercera Jornada mundial de oración, reflexión y acción contra la trata de personas, instituida por el Papa Francisco en el día en el cual recurre la memoria litúrgica de santa Josefina Bakhita (que significa afortunada), canonizada en el año 2000 por el Papa Juan Pablo II, era una hermana sudanesa, raptada en tierna edad, vendida en los mercados de El Obeid y Khartún y víctima por años de explotación y abusos. Hoy el Papa, hablando de Bakhita, dijo “Esta muchacha esclavizada en África, explotada, humillada, no perdió la esperanza y llevó adelante la fe y terminó como migrante en Europa. Y allí sintió la vocación y llamada del Señor y se hizo monja. Recemos a esta santa por todos los migrantes, los refugiados, los explotados que sufren tanto, tanto”.
Sor Gracy reporta que “cada dos minutos, un niño es explotado; más de 200 millones de niños trabajan como esclavos; 73 millones de ellos tienen menos de 10 años”. Hoy en todo el mundo se realizan diversas iniciativas bajo el lema: “¡Son niños, no esclavos!”, apoyadas por la Thalita Kum, la red internacional de vida consagrada contra el tráfico de seres humanos. A continuación el comentario de la hermana canosiana (Traducción a cardo de AsiaNew).
La familia y la comunidad son de extrema importancia y juegan un rol vital en la educación de los niños y en el desarrollo de la civilización. Por el contrario, la esclavitud es un sistema deshumanizante y depravado que intenta reducir el valor y la dignidad, llevándonos hacia la cultura de la muerte. Hoy en cada ámbito de la sociedad y del país escuchamos el llanto del niño: “No estoy al seguro”. ¿Todo esto hiere mi conciencia? Y mis oídos ¿sienten este llanto? Cada vez que escucho el llanto de estos niños que están en la calle o en las favelas o en los reformatorios, o en las veredas, el corazón me dice. “Son niños esclavos”.
Cada dos minutos un niño es víctima de explotación sexual. En el mundo, más de 200 millones de menores trabajan, de los cuales 73 millones tienen menos de 10 años. Cada año 22 mil niños mueres a causa de accidentes de trabajo. Se calcula que cerca de 30 millones de pequeños han perdido su infancia por la explotación sexual en los últimos 30 años. Ellos son vendidos para el mercado del sexo, la producción pornográfica, los matrimonios forzados, las adopciones ilegales, el trabajo forzado o para convertirlos en niños soldados. El tráfico viola en modo claro el derecho fundamental a vivir con dignidad.
El Papa Francisco afirma: “Cuánto espero que cada uno de nosotros escuche el llanto de Dios: ¿Dónde está tu hermano? (Gen. 4,9). ¿Dónde está tu hermano o tu hermana reducidos en esclavitud? ¿Dónde están tus hermanos y hermanas que estáis matando en los locales clandestinos, en los círculos de la prostitución, en los niños usados para mendigar, en la explotación en el trabajo sin permisos? No miremos para otro lado”.
El movimiento asiático de las religiosas contra el tráfico de seres humanos (AMRAT, Movement of Women Religious Against Human Trafficking) me da muchas oportunidades de colaborar y estrechar contactos con las 52 congregaciones religiosas que forman parte de este fórum. En cuanto personas consagradas, Dios nos da un don especial. El discernimiento nos lleva a hacer una elección, que puede hacer la diferencia en la vida del pobre, del necesitado, del marginado, del rechazado, de las víctimas de la injusticia y de los crímenes. Fue dicho justamente que “los profetas tienden a estar del lado de los pobres y de quien no tiene el poder”.
Cada vez que pienso en las víctimas de la trata, siento en mis huesos el llanto de justicia, el llanto por la humanidad. Gracias a la red de varias organizaciones, como la International Justice Mission e la Rescue Foundation, tuve la posibilidad de participar en algunos operativos de salvataje en áreas a luz roja. El primero de estos operativos fue una experiencia que jamás podré olvidar. El lugar era hediondo, sucio, oscuro, horrible. Estaba turbada y mi espíritu deseaba la luz, la confortación para mí y para mi pueblo. Vi en los ojos de estos niños inocentes un llanto por la vida. Eran usados como esclavos. Nos han implorado y rogado que los sacásemos de allí, habían sido golpeados, quemados, pateados, engañados y robados por sus protectores. Creía que el proceso de su salvataje habría sido más rápido, pero para recuperar a estos niños se necesitó toda una noche. Esta experiencia ha dejado una marca en mi corazón que me empuja siempre a buscar la justicia y a amar a los menos afortunados, los olvidados, los perdidos, los últimos y los desconocidos.
Cuando los jefes de policía de todo el mundo y exponentes religiosos, reunidos en el Vaticano, se comprometieron en trabajar juntos para combatir las formas modernas de esclavitud, el Papa Francisco se dirigió a ellos definiendo la trata de seres humanos como un “crimen contra la humanidad”. Sí, es realmente es un crimen contra la humanidad, en particular contra los niños, privados de su propia infancia y convertidos en esclavos en el mercado de los seres humanos, ¿no tienen ellos el derecho de transcurrir su infancia con dignidad? Son niños y no esclavos.
El encuentro con las víctimas de este tráfico es un desafío para mi vida. Despertó mi llamada a trabajar por los más desventajados y estar de parte de ellos a cualquier costo. Ruego para que Dios Omnipotente de a cada uno de nosotros la gracia de llevar adelante la misión cristiana, delicada y humana, de curar las heridas abiertas y dolorosas de la humanidad, que son también las heridas de Cristo. Despertémonos del letargo y levantemos la voz por quien no tiene voz, unamos nuestras manos con tantas personas que trabajan para salvar a los niños que viven en las varias formas de esclavitud.
La asociación AMRAT tiene diversos programas para acrecentar la conciencia sobre la cuestión del tráfico humano. Entre éstos hay varios seminarios; visitas a las casas que acogen a los niños; encuentros con aquellos que se prostituyen; servicios de oración en las escuelas y en las universidades; preparación de un proyecto de ley contra la trata por parte de los miembros de AMRAT, juegos en la calle; formación de la policía local; organización de momentos de oración común, eventos culturales y relaciones con organizaciones gubernamentales y Rotary Club.
Los miembros de AMRAT consideran que se deba expandir nuestro conocimiento sobre el tema del tráfico de seres humanos y extenderla hasta las vísceras de set mal y de sus más lejanos vástagos, hasta cuando- pasando de la conciencia a la oración, de la oración de la solidaridad, de la solidaridad a la acción concreta-la esclavitud y la trata no deban terminar.
Mientras recordamos a sor Josefina Bakhita y todas las víctimas del tráfico de seres humanos, con humildad recemos a nuestro Señor: ¡OH!, Dios, cuando escuchamos hablar de niños, hombres y mujeres engañados y llevados a lugares desconocidos para ser explotados sexualmente, trabajos forzados y ventas de órganos, nuestros corazones se indignan y nuestro espíritu se adolece porque su dignidad y sus derechos son aplastados con amenazas, mentiras y violencia.
¡Oh, Dios, ayúdanos a contrastar con nuestra vida toda forma de esclavitud. Te rogamos junto a santa Bakhita para que la trata de personas tenga fin!
Dónanos sabiduría y coraje para hacernos prójimo de todos aquellos que fueron heridos en el cuerpo, en el corazón y en el espíritu, para que así juntos podamos realizar tu promesa de vida y de amor tierno e infinito por estos hermanos nuestros hermanos y hermanas explotados.
Toca el corazón de quien es responsable de este grave crimen y sostén nuestro compromiso por la libertad, tu don para todos tus hijos e hijas,. Amén.
*pertenece a la Congregación de las Hijas de la Caridad
(Ha colaborado Nirmala Carvalho)
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