Hassaké: los cristianos armenios se unen a los kurdos para luchar contra la interferencia de Turquía

de Pierre Balanian

La comunidad local, antigua y colmada de sobrevivientes del genocidio, se niega rotundamente a emigrar. Luego de haber expulsado a las milicias del Estado Islámico de la ciudad, se atraviesa una grave crisis humanitaria. Un líder cristiano: "El mundo no puede olvidarse de nosotros". Los armenios hacen de mediadores entre los kurdos y las fuerzas gubernamentales. Los diferentes frentes están "decididos a luchar contra" el ejército de Ankara.

Hassaké (AsiaNews) - Los armenios en la provincia siria de Hassaké permanecen en la ciudad yse niegan rotundamente a cualquier posibilidad de emigrar. Es una comunidad muy antigua, que se ha visto engrosada por la llegada de los sobrevivientes del genocidio armenio, perpetrado por los turcos en 1915. Precisamente en esa zona han encontrado refugio y salvación muchos armenios católicos en las cercanías de Mardin, la ciudad en el sureste de Turquía donde vio la luz el beato Ignacio Maloian.

Como fue el caso en todas las comunidades de la diáspora, también estos armenios han sido capaces de integrarse y mezclarse a la vez que mantiene sus tradiciones, su cultura y su fe cristiana en medio de una mayoría musulmana, con la que ha vivido en armonía y tolerancia.

La guerra que se libra en Siria desde hace cinco años ha hecho prevalecer la muerte, la destrucción, la miseria y la inseguridad. Sin embargo, esto no ha sacudido ni aterrorizado a la comunidad cristiana, que está decidida a seguir viviendo en sus hogares.

Entrevistado por AsiaNews, Rasmik Boghigian, un líder de la comunidad local, que participa en la organización de las actividades y ayuda mutua de la ciudad, informa que "Hassaké es presa de una grave crisis humanitaria". Las "tensiones recientes" entre kurdos y las fuerzas del gobierno sirio por el "dominio" del territorio "han empeorado la situación". Ahora el 80% de la superficie "está en manos de los kurdos", tras haber arrancado el control a Daesh [acrónimo árabe para el Estado Islámico, EI] y a algunas facciones rebeldes extremistas pro-islámicas.

Por la noche, la situación es aún más tensa, mientras que durante el día la lucha se hace menos intensa. La población hace enormes esfuerzos para combatir la catástrofe humanitaria: no hay corriente eléctrica desde hace ya seis días, se carece de alimentos y medicinas. "Hago un llamamiento al mundo - dice Rasmik Boghigian – para que piensen y ayuden de inmediato a los habitantes, enviando artículos de primera necesidad. Para todos, no sólo para los armenios de Hassaké. Hemos salvado al mundo de Daesh, y ahora el mundo no puede olvidarse de nosotros".

Al mismo tiempo, las noticias llegadas a Hassaké sobre la situación de los cristianos armenios en Raqqa (la denominada capital del Califato en Siria) son poco frecuentes y preocupantes. La iglesia está cerrada, y "para celebrar una misa o un sacramento" es necesario "pagar un yizya" - el impuesto coránico impuesto a los no musulmanes en las zonas de mayoría musulmana - que equivale a 7 gramos y medio de oro. Además, está prohibido tocar las campanas, o recitar himnos sagrados o misas cantados y "el sonido no pueden atravesar la pared de la iglesia misma".

Mons. Boutros Marayati, obispo armenio católico de Alepo, contactado por AsiaNews, evitó hacer comentarios al respecto. "Los tiempos nos imponen tener precaución - advierte el prelado - una virtud más necesaria que nunca en un momento de incertidumbre y cambios rápidos".

En Hassaké había alrededor de 64 familias armenias, compuestas en su mayoría por personas de edad avanzada; también allí la iglesia está cerrada, y los armenios están tratando de mantener una posición de neutralidad pero a la ve propiniendo gestos, realizando en varias ocasiones el papel de mediación entre las fuerzas kurdas y gubernamentales. Los dos frentes se encuentran divididos en dos áreas distintas; a los cristianos se les permite pasar de una zona a otra, algo que es valioso, en muchos casos, para ambas partes. Para la atención médica van a la cercana ciudad de Qamishli, donde los recursos médicos aún siguen funcionando, aunque relativamente.

Hasta la fecha sigue siendo incierto el futuro de esta provincia siria estratégica, ubicada en la frontera con Turquía e Irak, compuesta en un 50% de árabes, un 40% de kurdos y un 10% de armenios. El cese del fuego alcanzado entre kurdos y el gobierno sirio ha dejado un marco más definido. Ahora la ciudad está casi totalmente bajo el control kurdo, con una presencia simbólica de las fuerzas de Damasco (entre 10% y 20%) en la provincia y, sobre todo, en el casco antiguo, donde se encuentran los edificios gubernamentales y administrativos.

Hassaké antes jugaba un papel de gran importancia desde el punto de vista estratégico - está situada entre Turquía e Irak - además de ser considerada el granero de Siria. En el área se produce un algodón famoso en todo el mundo por su calidad, a lo cual hay que añadir los pozos de petróleo. En marzo, los kurdos declararon la zona "región autónoma", de la cual la ciudad ha pasado a formar parte integral. También han tomado el control de la vecina Qamishli y consideran la ciudad "un área que deben desalojar las fuerzas del régimen en Damasco". Meskin Ahmed, líder de la región autónoma kurda, dijo que el gobierno debe "reconocer de facto la administración autónoma".

Sólo una cosa une a todos los habitantes de Hassaké: "El No a la presencia de Turquía aquí". En torno a este lema, todos se disponen a luchar con uñas y dientes.