25/04/2014, 00.00
MYANMAR-ITALIA
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Hacia los altares Isidoro Ngei Ko Lat, primer beato birmano y Mario Vergara, 19 mártir del Pime

de Piero Gheddo
Serán beatificados el 24 de mayo. El joven birmano, que fue catequista, fue asesinado junto al misionero. Los obispos de la Iglesia de Myanmar han definido sus beatificaciones: "un gran aliento para toda la entera comunidad católica de Myanmar para vivir una fe más en conformidad con el Evangelio y a testimoniarla con mucho coraje y heroicidad".

Milán (AsiaNews). En la tarde del sábado del 25 de mayo de 2014, en la catedral de Aversa (Caserta) serán beatificados el p. Mario Vergara y su catequista Isidoro Ngei Ko Lat, martirizados en el alba de 25 de mayo de 1950 en Shadaw en Birmania oriental (Myanmar). El p. Vergara es el 19 misionero del Pontificio Instituto de la Misiones Extranjeras (Pime) muerto mártir y el quinto que la Iglesia eleva a la gloria de los altares. En un tiempo de graves dificultades para el instituto misionero, por la fuerte disminución de las vocaciones sacerdotales y laicales. El señor nos concede este nuevo Beato, también él testigo de la tradición de santidad y de dedicación total a la misión hasta los confines de la tierra, que caracteriza la historia del Pime.

La ceremonia de la beatificación será precedida por un congreso histórico el 15 de mayo por la tarde en Frattamaggiore en el cine-teatro De Rosa; el 22 de mayo se hará una vigilia de oración en Frattaminore en la parroquia S, Simón, presidida por el Superior general del pime, el p. Ferruccio Brambillasca. El sábado 24 de amyo a la 17,30 en la catedral de Aversa el card. Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la causa de los santos, presidirá la ceremonia de la beatificación de Mario Vergara y de Isidoro Ngei Ko Lat; el 25 de mayo a las 18 misa de agradecimiento en la basilica de San Sossio en Frattamaggiore, presidida por el obispo de Aversa, mons. Angelo Spinillo. Al final, el domingo 1 de junio en la casa del Pime en Ducenta (Caserta) se celebrará el 69 congresito misionero.

El catequista Isidoro Ngei Ko Lat es el primer birmano que será beatificado. No hay muchas noticias que se refieran a este activo colaborador del p. Vergara, pero las cartas del p. Mario son suficientes para hacernos una idea de este humilde, pero expléndida figura de apóstol laico: una vida donada, al servicio del Evangelio y de los hermanos, coronada con el martirio. Bautizado por el p. Domenico Pedrotti el 7 de septiembre de 1918 en Taw Pon Athet donde había nacido. Isidoro pertenecía a una familia de agricultores, ya convertida al catolicismo por el beato p. Paolo Manna. Pierde a los padres siendo adolescente y se va a vivir con un hermanito a lo de una tía. En el curso de la investigación diocesana en la curia de Loikaw, una prima suya, que vivía en el mismo pueblo, testimonia que desde chico Isidoro frecuentaba a los misioneros e iba a menudo con ellos. Surge entonces el deseo de ser sacerdote y entra en el seminario menor de Toungoo. Antiguos compañeros del seminario testimonian su celo y su seriedad. Es un joven simple, honesto y humilde. Revela una exquisita sensibilidad religiosa y una alta actitud para el estudio.

Pero a causa de una salud delicada-sufre de asma bronquial- fue obligado a volver a su familia. No puede realizar su sueño de ser sacerdote, pero permanece en él el deseo de hacer algo para el Señor. Así que decide no casarse. No es todavía catequista, pero siempre está dispuesto a ayudar al catequista del pueblo. En su viaje a Dorokhó abre una escuela privada gratuita, en el cual enseña a los niños el birmano y el inglés, da también lecciones de catecismo, música y canciones sagradas. Está en buenas relaciones con la gente y todos lo quieren.

El primer encuentro con el p. Vergara, que estaba siempre buscando catequistas, sucedió en Leikthó. Era el año 1948. Isidoro acepta en seguida y con alegría la invitación de desarrollar el servicio de catequista en Shadaw. Permanec junto al misionero hasta el momento del martirio. Isidoro era también el intérprete del p. Galastri que todavía no conocía bien la lengua local. La población de Shadaw estaba compuesta por campesinos analfabetas, cuya mayoría había sido evangelizada por los bautistas, hostiles a los católicos. Isidoro, si  bien se movía entre miles de dificultades, colaboraba activamente con el p. Vergara en la obra de elevación cultural, social y religiosa de aquella gente.

Ya antes del 24 de mayo de 1950, se registró y en diversas circunstancias acciones intimidatorias contra los misioneros católicos por parte de una facción fanática de bautistas. Eran bandas armadas que tenían como jefe militar al comandante Richmond y de parte religiosa al jefe de distrito Tiré. También los catequistas, obrando en estrecho contacto con los misioneros Vergara y Galastri, se convirtieron en blanco de la intolerancia de los soldados rebeldes. Fue propio por causa de uno de estos catequistas, Giacomo Colei, que fue encarcelado y se desarrolla la cuestión que llevará al martirio de Isidoro y Vergara. De hecho, ambos temiendo por la vida de Cólei, deciden ir a ver al jefe del distrito para pedirle la liberación. Pero probablemente era una trampa preparada para suprimir a los apóstoles del Evangelio. Éstos, de hecho no encuentran a Tiré, sino que tienen que arreglárselas con Richmond, que estaba enemistado con el jefe de distrito y odiaba a los misioneros. El resto lo cuento más adelante con el martirio del p. Vergara.

Los obispos de la Iglesia de Myanmar han definido la beatificación del p. Vregara y de su catequista como: "un gran aliento para la entera comunidad católica de Myanmar para vivir un fe más en conformidad con el Evangelio y a testimoniarla con coraje y heroicamente, siguiendo el ejemplo del catequista Isidoro que no dudó en dar su vida misma por el Evangelio junto al p. Vergara".

El p. Mario Vergara nació en Frattamaggiore (Nápoles), diócesis de Aversa, el 18 de noviembre de 1910. Ordenado sacerdote en el Pime el 28 de agosto de 1934, a fines de septiembre parte para Birmania, destinado a la diócesis de Toungoo. En 1935 se le confía el distrito de Citació en las montañas y florestas de los Sokú, una de las tribus carianas. Atraviesa tiempos durísimos entre otras cosas por la gran carestía causada por una multiplicación enorme de ratas. Durante la segunda guerra mundial, en 1941 el p. Vergara es internado, con todos los misioneros italianos, en campos de concentración ingleses en India. Volverá a Birmania sólo en 1946, fuertemente debilitado físicamente y arriesga la vida después de la exportación de un riñón.

Se ofrece generosamente al obispo de Toungoo, mons. Alfredo Lanfranconi, para la apertura de un nuevo distrito entre los Carianos rojos en el este de Loikaw, hacia el río Salween, con varios poblados para evangelizar. Privado de medios, hostilizado por los protestantes bautistas, estudia la lengua local, soporta todo tipo de sacrificios, recorriendo largas distancias a pie, amando y curando a todos, católicos, catecúmenos, paganos. Desde 1948 es ayudado por un joven co-hermano el p. Pietro Galastri, de Partina (Arezzo), que construye edificios útiles para la misión: escuela, iglesia, orfelinato y dispensario. A continuación de la independencia de Inglaterra (1948), inician los desórdenes y la guerra civil entre gubernamentales y rebeldes carianos.

La guerrilla era subencionada por los protestantes bautistas, presentes entre los carianos antes que los católicos llegasen y habían formado la elite de la tribu. Los carianos querían la independencia del gobierno de Rangoon formado por los birmanos, el pueblo budista mayoritario en Birmania. El p. Vergara condena la guerra y toma la defensa del pueblo oprimido por una guerra que traía destrucción y muerte, sin ninguna posibilidad de obtener la independencia y el reconocimiento internacional. Se atrae el odio de los rebeldes por sus intervenciones de pacificación.

El 24 de mayo de 1950 el p. Vergara va al centro de Shadaw junto al maestro catequista Isidoro, para convencer al jefe de distrito Tiré, para que libere al otro catequista que había sido arrestado. Se encuentra en cambio, frente la jefe de los rebeldes Richmond el cual, después de haberlo sometido a un duro interrogatorio, ordena el arresto del misionero y de Isidoro. Después de un largo camino por la floresta durante la noche, ambos son asesinados en las orillas del río Salween, en el alba del 25 de mayo de 1950, con fucilazos que se escucharon en el poblado cercano. Sus cuerpos, cerrados en sacos, fueron tirados al río Salween y jamás fueron encontrados. El p. Pietro Galastri, capturado mientras rezaba con los huérfanos en la capilla de la misión, después de un día de secuestro fue también asesinado y tirado en el gran río. También el p. Galastri, no menos generoso y heroico del co-hermano, merece ser beatificado.

 

 

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