30/11/2024, 15.01
MUNDO RUSO
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Hacia dónde va la 'generación Putin'

de Stefano Caprio

Si para describir a las nuevas generaciones se utilizan diversos términos, hoy a los rusos les resulta cada vez más evidente que se está formando una "generación Putin". Cabe preguntarse qué futuro se está preparando para ella, aunque en realidad es difícil apreciar una verdadera convergencia social e ideológica. Más bien recuerdan a los "silenciosos" de los años de la Segunda Guerra Mundial.

 

Hacia finales de la década de 2010 comenzaron a alcanzar la mayoría de edad en Rusia las personas que hasta ese momento habían vivido bajo el régimen de Vladimir Putin, quien asumió la presidencia en el año 2000. Si bien se utilizan diversos términos para describir a las nuevas generaciones (Boomer, X, Z, Millennials y otros), hoy a los rusos les resulta cada vez más evidente que se está formando una "generación Putin", y cabe preguntarse qué futuro se está preparando para ella, como reflexionan los comentaristas de una de los últimos artículos en Signal de Meduza.

Algunos sociólogos rusos explican que aproximadamente la mitad de este grupo social cree en las buenas relaciones con Occidente y con el mundo entero, y espera un "futuro feliz para Rusia", la expresión más popular del difunto Alexei Navalny, el líder alternativo que había logrado movilizar a muchos jóvenes entre 2012 y 2020, confiando en los valores de la democracia y no depositando su confianza en las altas esferas del régimen de Putin. Pero los tres años de guerra están cambiando el equilibrio y la orientación de los jóvenes rusos, que se están inclinando cada vez más hacia la cosmovisión de las generaciones anteriores que siguen marcadas por el pasado soviético, con una apatía general que se traduce en un apoyo silencioso a la guerra y a la propaganda de los ideales patrióticos.

En realidad, no existe una verdadera convergencia social e ideológica entre los miembros de la "generación Putin", más allá del uso instrumental que se intenta hacer de esta expresión. No es realista atribuir a la masa de los jóvenes rusos características evidentes de politización o más bien de distanciamiento de la política, de conformismo o de rebelión u otras. Los términos de las categorías "generacionales" son a menudo sólo instrumentos de publicidad más que teorías sociológicas con base científica. Está claro que el período comprendido entre los 17 y los 25 años constituye la etapa más sensible a los acontecimientos externos de la personalidad de cada individuo, y las grandes conmociones sociales como la guerra, una revolución u otras fracturas en el curso de la vida, dejan huellas profundas en la mente y en el alma.

A principios de la década del 2000 el sociólogo ruso Yuri Levada había identificado seis generaciones de rusos soviéticos, refiriéndolas a los diversos contextos históricos que se sucedieron en los setenta años del régimen totalitario: la revolución y la guerra civil, la movilización estalinista, la guerra patriótica, el deshielo jruscheviano, el estancamiento brezhneviano y la perestroika de Gorbachov. En los últimos treinta años, le siguió la generación yeltsiniana, que creció en la búsqueda de la libertad, y ahora la Putin-jugend, a la que solo se le pide lealtad y obediencia al régimen. Otro sociólogo, Iskender Jasaveev, hablando con los periodistas de Signal, advierte que los especialistas utilizan con mucha cautela la categoría de "generación Putin", porque la política juvenil ha cambiado varias veces en estos años.

Incluso la misma franja que se define como "juvenil" ha sufrido modificaciones, pasando del grupo de personas entre 14 y 30 años, después hasta 35 y actualmente hasta 38, considerando las necesidades de movilización para la "operación militar especial". Sobre todo después de 2010, con el giro cada vez más agresivo del putinismo, el Estado ha intentado tomar el control de la población más joven, con resultados bastante contradictorios. Las protestas navalnistas de 2011-2012 provocaron como reacción el relanzamiento de los "programas patrióticos" en las escuelas de todos los tipos y niveles, y también se formaron equipos de especialistas para trabajar con los jóvenes en Internet y en las redes sociales. Obviamente, con la anexión de Crimea en 2014 y la invasión de Ucrania en 2022 estos programas fueron adquiriendo un carácter cada vez más militarista, como resulta evidente en las planificaciones de política juvenil aprobadas por el Kremlin para el período 2016-2020, destinadas "a los tiempos de paz y de guerra".

Los sociólogos observan que no es nada fácil considerar los efectos de la "educación patriótica", y no se puede dar por sentado que los jóvenes rusos de hoy sean partidarios convencidos del poder, considerando que las encuestas tienen dificultades para revelar el pensamiento de los individuos, mientras que hacen evidente la disponibilidad a compartir o no el pensamiento dominante. El apoyo general a Putin es un efecto condicionado por la guerra en Ucrania, que ha impuesto una actitud particularmente cuidadosa con lo que se puede decir en público, ocultando todo lo posible la propia opinión. Los especialistas del Levada Centr señalan que la presión externa sobre Rusia hoy juega un papel diferente al de antes, porque los jóvenes rusos de hoy en su inmensa mayoría nunca han estado en el extranjero, y difícilmente vivirán esta experiencia, excepto en países "amigos" y exóticos, lo que les impide conocer las diferencia de los mundos en la realidad.

Por otra parte la guerra ha cambiado mucho las relaciones del mundo occidental con Rusia, y esto se refleja en la cultura y en los medios, con efectos significativos en las orientaciones de los más jóvenes, que se sienten rechazados por el mundo y, por lo tanto, crecen con la "cultura del resentimiento", alimentada además por la propaganda ideológica estatal. Como ocurría en la Unión Soviética, se forma así un dvoemyslie, un "doble pensamiento", como observa Jasaveev: "Esto sucede cuando los valores que se quieren transmitir son producidos por la retórica oficial, mientras que en la vida real se vuelven cada vez menos creíbles y vividos". En efecto, en las conciencias se está difundiendo un patriotismo muy desvaído, cuando no totalmente desprovisto de contenidos que tengan relación con la vida cotidiana.

En 2021 otro sociólogo, Grigory Judin, dijo que los miembros de la generación que creció bajo Putin están a la espera de "acontecimientos que los conviertan en una generación particular", porque se sienten excluidos del mundo anterior y no encuentran sentido en el mundo actual. Por eso la guerra de Ucrania ha dado respuestas a los jóvenes rusos de hoy, haciéndolos sentirse protagonistas de una revolución de dimensiones universales, y por eso también muchos son apasionados partidarios del zar. Un instituto de expertos muy cercano al Kremlin publicó hace unos meses un estudio monográfico sobre la juventud rusa, donde se constata que "los jóvenes tienen una representación confusa y fragmentaria de lo que realmente es Rusia". En consecuencia quedan en suspenso las valoraciones sobre las orientaciones de los jóvenes en Rusia, entre las muchas contradicciones.

El LevadaCentr también observa que de todos modos los jóvenes son los más "occidentalizados" de los ciudadanos de Rusia, debido al uso de los instrumentos de comunicación global y a los numerosos productos de la cultura de masas, a pesar de la propaganda obsesiva del Estado contra los "desvalores" occidentales. Más allá de los entusiasmos bélico patrióticos, los jóvenes son generalmente tolerantes con la tan denostada "comunidad LGBT", que las nuevas leyes rusas definen como "organización extremista". Y a pesar de los numerosos llamamientos estatales para aumentar la natalidad y exaltar los "valores tradicionales" y familiares, la edad media para contraer matrimonio y tener hijos sigue subiendo en Rusia, sin que de hecho se haya conseguido modificar los estándares cada vez más negativos de los últimos años.

La columna Signal propone un paralelismo con la "generación franquista" de España, que creció durante la crisis política y económica de los años '30 del siglo pasado y después desembocó en la guerra civil. En ese caso también se impuso desde arriba un fuerte adoctrinamiento en una ideología nacional-religiosa basada en el catolicismo tradicionalista, y la polarización debida a ese período influyó en el desarrollo posterior de la sociedad española, entre los que se adhirieron a las estructuras del régimen y los que intentaron organizar movimientos clandestinos contra la dictadura. El régimen de Franco terminó con la muerte natural del dictador, y la generación que creció bajo su poder fue capaz de asegurar una transición pacífica a la democracia. Los españoles han evitado la nostalgia del franquismo gracias a un gran debate social sobre la etapa de la dictadura, que es lo que le faltó a Rusia tras el fin de la Unión Soviética, y los que sienten nostalgia de los valores de esa época son solamente los que no la vivieron. Tal vez los que tendrán nostalgia de Putin serán los hombres del mañana, los que nunca sufrieron la represión y el grotesco forzamiento ideológico de esos años.

A los que vivieron la tragedia de la Segunda Guerra Mundial, antes de la generación de los baby boomer, se los solía llamar los "silenciosos", a menudo considerados conformistas y apolíticos, después de haber experimentado el horror de la destrucción del mundo que los rodeaba cuando se estaban asomando a la vida adulta. Posteriormente estos mismos se convirtieron en los "innovadores" que comenzaron a construir un mundo nuevo, en Europa y en la tierra. Tal vez entre los rusos sometidos a la trituradora de las guerras y los campos de concentración putinistas haya algunos que hoy se ven obligados al silencio, pero algún día ayudarán a Rusia a resurgir de las cenizas.

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