Guerra en Ucrania: Moscú despliega una mayoría de tropas caucásicas y asiáticas
Proceden de las provincias más pobres del país. No tienen otra fuente de sustento más allá del reclutamiento y la guerra. Las familias de los caídos evitan hablar del conflicto. Delincuentes y gamberros son enviados al frente a combatir.
Moscú (AsiaNews) - Varias fuentes documentan que la gran mayoría de los soldados del ejército de ocupación ruso en Ucrania no son de etnia rusa, sino principalmente caucásicos o asiáticos, si bien no hay estadísticas ni información oficial al respecto. Un informe de Sibir.Realii documenta la situación de las familias de estos soldados "por la fuerza", que no tienen otra fuente de sustento más allá del reclutamiento y la guerra.
Hace pocos días se inauguró una "Avenida de los Héroes" en el cementerio de la ciudad de Borzia, en la región siberiana de Zabajkal. Ubicada en el centro del camposanto, allí se colocaron coronas con flores de plástico para honrar a los numerosos soldados caídos en la "operación militar especial" en Ucrania. Los casi 30.000 habitantes de Borzia dependen casi por completo del distrito militar local (Nro. 06795). Todos los soldados y oficiales de este sector fueron enviados a Ucrania, y muchos regresaron en el infame "Load 200" (Carga 200) que en el antiguo código soviético significaba el transporte de víctimas. Mientras tanto, las esposas y las madres de los caídos se dedican a otra guerra: la "kommunalnaja", la lucha para obtener servicios sociales y de vivienda, especialmente cuando no se reconoce oficialmente la muerte de su cónyuge en acción militar.
En Borzia, casi todas las familias locales dependen de las Fuerzas Armadas, porque allí es difícil encontrar otro trabajo. En enero, los soldados borzianos fueron utilizados en los "ejercicios en Bielorrusia", para luego ser vertidos en la invasión ucraniana como primera carne de cañón. Ahora, en la Avenida de los Héroes se planea erigir un monumento "por el fin de la operación especial", como explica Nadežda Afanaseva, la redactora jefe del periódico local Daurskaja Nov. Mientras tanto, a modo preventivo, se cavan decenas de fosas.
Los héroes "oficiales" están marcados con sus nombres, y hasta ahora sólo hay seis, que destacan por ser “más rusos”: Denis Frolov, Anatolij Kustov, Roman Ermilov, Vasilij Lopatin, Sergej Bronnikov y Sergej Tsarkov. Los lugareños, sin embargo, cuentan muchas decenas de muertos que han sido trasladados como “Carga 200”. El hecho es que cuando el camión llega con los cuerpos de los soldados caídos, a menudo ni siquiera es posible acercarse a los ataúdes. Todo el pueblo se reúne para el funeral, porque "alguien tenía que ir a luchar contra los nazis", como dice un habitante local. Algunos son sepultados sin nombre, otros en sectores marginales, a menudo sin el consuelo de los familiares.
A los ciudadanos de Borzia no les gusta hablar de la guerra, sobre todo con los desconocidos y los periodistas que vienen de lejos. Según el diputado local Aleksandr Alekseenko, "es mejor no hablar de ello ni siquiera en familia", él mismo ha sido multado por "desacreditar a las Fuerzas Armadas" en alguna que otra palabra imprudente que surgió en conversaciones privadas. "Aquí, entre nosotros, cualquiera está dispuesto a cargarse a su jefe o a un rival por un puesto, de modo que si se habla mientras se toma un café, luego van e informan al responsable. Digamos que estás bien si sólo te multan o te remueven del cargo, y no te mandan a trabajos forzados".
En una conversación con sus colegas, Aleksandr dijo que había oído que los ucranianos consideran a los soldados rusos como ocupantes -no porque lo hubiera leído en Internet, sino por una carta que le fue enviada por un familiar ucraniano. Su amigo y colega Sergej, que tiene un hijo en el frente, comenzó a acusarlo de llamar ‘ocupantes’ a los soldados rusos. Parecía que todo había terminado allí, hasta que recibió una citación de la fiscalía: lo llevaron a juicio. Afortunadamente, el veredicto fue leve, sólo lo condenaron a pagar una multa de 45.000 rublos (unos 800 euros) -que aún así, es más que el salario de un mes.
En Borzia, la vida se ha vuelto nerviosa y peligrosa, informan otros habitantes. Los actos de vandalismo no cesan: rompen las luces y los bancos en las calles, y ya no hay soldados para apaciguar a los jóvenes más revoltosos, porque están casi todos en Ucrania.
Además, dice Kirill, "no es que las cosas fueran mucho mejor con los soldados: aquí el ejército recluta delincuentes y revoltosos y son ellos mismos los que ejercen la violencia callejera y los abusos de diversa índole". Kirill es músico en una banda de rock local, pero hoy le cuesta encontrar compañeros para tocar música y jóvenes que vayan a conciertos, salvo unos cuantos borrachos que empiezan a destrozarlo todo apenas comienza la música. La guerra está destruyendo Ucrania, pero también sigue arruinando la vida en Siberia.
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