Golpes, estupros y abusos: los Rohingya en Tailandia cuentan el viaje de la desesperación
Bangkok (AsiaNews)- “Los hombres son obligados a tomar laxativos antes de subir a los barcones, así los debilitan e impiden que puedan rebelarse, combatir o resistir. Las mujeres, si de buen aspecto, son estupradas varias veces hasta que no llega a la meta final”. Las naves están “repletas” y si alguno osa “mover una mano o un pie, es castigado con brutalidad por los guardianes”, o “amenazados de recibir un disparo de pistola y arrojados al mar”. Es lo que cuenta Muhummed Choriff, un joven Rohingya- minoría musulmana de Myanmar perseguida y privada del derecho a la ciudadanía-de sólo 16 años, originario del Estado de Rakhine en Myanmar. “Todos sufren de malnutrición-agrega- muchos están enfermos y los que no resisten, mueren y los tiran al agua” por los transportadores.
Él es uno de los miles de desesperados que han abandonado la ex –Birmania para escapar de las persecuciones, subiendo a bordo de una de las centenares de embarcaciones de desesperados que surcan los mares de las Andamane en estas últimas semanas. Su historia fue recogida y compartida con AsiaNews, por Siwawong Sukthawee, activista y coordinadora de una red de asociaciones que se ocupan de estos desesperados, luchando contra la trata de vidas humanas en el país asiático.
Muhummed Choriff cuenta que fue abandonado, “junto a otras 600 personas a bordo de una barca”, en una zona de aguas territoriales indonesias y “sin ninguna guía porque el capitán y los miembros del equipaje se escaparon. “Ninguno sabía cómo controlarla-agrega- así que iniciamos a gritar desesperados. Algunos, entre ellos yo, tuvimos la fortuna de lograr llegar nadando hasta la costa”. Por este viaje de la desesperación, que tenía como meta final Malasia, donde vive un tío mío, concluye el joven, “mi familia tuvo que pagar 30 mil bath (unos 750 euros)”.
En los últimos 10 días, otras 3 mil personas, en su mayoría provenientes de la ex –Birmania, junto a trabajadores migrantes de Bangladesh, fuero socorridos en el mar de las Andamane y a lo largo de las costas de Indonesia, Malasia y Tailandia. Un drama que se agravó con las medidas tomadas por Bangkok-lugar caracterizado por ser el lugar de trata de seres humanos y donde se descubrió una fosa común cerca de la frontera con malasia, donde estaban sepultados decenas de Rohingya. E inició precipitadamente la política de los rechazos adoptada (y luego desmentida ayer al finalizar un vértice de ministros de Relaciones exteriores) por Yakarta y Kuala Lumpur.
Siwawong Sukthwee nos dice que, “las barcas” antes de partir “deben esperar que los traficantes hayan recogido al menos 600 prófugos Rohingya”, o sea la totalidad de capacidad de los medios de transporte” y luego sí pueden zarpar. Algunos pueden esperar por días antes que el número sea alcanzado, éstos tienen sólo a disposición “una ración de comida por día, un puñado de arroz y sal”, mientras que “el agua llega sólo de la lluvia”.
El activista thai cuenta la historia de una mujer, una de las tantas jóvenes Rohingya que enfrentan embarazadas el viaje de la desesperación, ella junto a su hija de 3 años. “Vivíamos en un campo de prófugos en Myanmar-dice la migrante- porque mi casa fue incendiada. Junté todo el dinero que pude, con la esperanza de ir con mi marido que está en Malasia”. Detenida en Tailandia por “ingreso ilegal” y tratada como una clandestina, la mujer junto a su hija fue encerrada en un centro de acogida. “Rezo y espero-concluye-que algún día nuestros hijos puedan ver a su papá”.
Mientras tanto en el frente gubernamental, el Premier Prayut Chan-o-chan anuncia la disponibilidad de Tailandia en dar reparo y también acogida a los prófugos. Sin embargo se trata de una solución de breve período y por motivos humanitarios, porque es tarea de las organizaciones humanitarias y de una coordinación entre gobiernos de la región encontrar una solución definitiva. Al respecto, el 29 de mayo próximo en Bangkok se realizará un encuentro de emergencia entre los países del Asean, aumentado por otras naciones involucradas en el tráfico de personas.
Según fuentes del Alto comisariado de la Onu para los refugiados (Unhrc) en los primeros 3 meses de este año, al menos 25 mil Rohingya y trabajadores migrantes de Bangladesh entraron ilegalmente en Tailandia, víctimas de la red de traficantes de vidas humanas. Un número doble respecto al mismo período del año pasado.
18/05/2015