Golpe de Estado en Myanmar: Yakarta intenta una difícil mediación

de Ati Nurbaiti

El presidente Jokowi pide la intervención diplomática de la ASEAN para garantizar la seguridad del pueblo birmano. Los generales de Naipyidó miran con buenos ojos el golpe militar tailandés, pero no el modelo indonesio de transición democrática. La sociedad civil de Indonesia carece de empatía con los manifestantes de Myanmar.

Yakarta (AsiaNews) – El gobierno indonesio continúa intentando abrir canales de comunicación con los generales de Myanmar, autores del golpe de Estado del primero de febrero que puso fin al gobierno civil de la líder democrática Aung San Suu Kyi.

Para detener la represión del movimiento civil que protesta contra el golpe de Estado, el presidente indonesio Joko "Jokowi" Widodo convocó a una reunión de emergencia de la ASEAN (Asociación de Países del Sudeste Asiático). Su iniciativa, que ha recibido el apoyo de Malasia, choca sin embargo con la actitud de otras naciones del bloque regional, más proclives a no interferir en los asuntos internos de un Estado miembro como Myanmar.

Retno LP Marsudi, ministra de Asuntos Exteriores de Indonesia, declaró que la principal preocupación de su gobierno es la "seguridad del pueblo birmano". Pidió a los militares de Naipyidó que eviten la violencia, se abran al diálogo, y faciliten el acceso de las organizaciones humanitarias a los miles de manifestantes y activistas detenidos. Para llegar a una solución pacífica de la crisis, además de los países de la ASEAN, Marsudi también presionó a China, Japón y Rusia, que mantienen importantes relaciones políticas y comerciales con Myanmar.

"Al ver que su control sobre la población se evapora, el Tatmadaw [el ejército birmano] se vuelve cada vez más violento", y esto ocurre tanto en las ciudades como en los pueblos, dijo a AsiaNews Debbie Stothard, activista de ALTSEAN-Birmania, una ONG que lucha por el respeto de los derechos humanos en los países de ASEAN. Stothard señala que los militares birmanos quedaron sorprendidos al descubrir que hasta los funcionarios de alto nivel participan del movimiento de desobediencia civil.

Para Stothard, la ASEAN debe hacer algo más que llamamientos ineficaces contra la violencia. Subraya que urge encontrar una solución antes de fin de año, cuando la presidencia -un cargo rotativo- de la organización pase de Brunei a Camboya. Phnom Penh está muy cerca de China y promoverá una política de no injerencia, como pide Beijing.

A pesar de las numerosas críticas a su sistema democrático, Indonesia tiene algo que compartir con los dirigentes birmanos: el período de reformas que sobrevino en la transición del régimen militar al civil. Así lo declaró a AsiaNews el general retirado Agus Widjojo, gobernador del Instituto Nacional de Resiliencia (Lemhanas).

Con el fin del régimen autoritario del Presidente Suharto, a partir de 1998 el ejército indonesio renunció a su poderoso papel de "doble función" -en las esferas militar y política. Según Widjojo, Indonesia podría servir de ejemplo para "crear confianza" en las relaciones entre civiles y militares, algo que todavía no existe en Myanmar. El problema, como señala Widjojo, es que Yakarta ya no es un modelo para los generales birmanos, que ven con mejores ojos la experiencia de Tailandia, gobernada por el ex general golpista Prayuth Chan-ocha.

Sin embargo, el intenso lobbying de Indonesia carece de un elemento fundamental: la empatía con los manifestantes birmanos. Es lo que sostiene Sri Lestari Wahyuningroem, director del Centro de Estudios de Ciudadanía y Derechos Humanos de la Universidad Nacional de Veteranos de Yakarta. Para el académico "debería haber más solidaridad basada en un sentido cívico, compartido, de humanidad".

Wahyuningroem explica que se carece "de la capacidad de conectarse con otros a nivel emocional y compartir", a diferencia, por ejemplo, de las manifestaciones masivas en Indonesia y Malasia -dos países de mayoría musulmana- contra la persecución de la minoría musulmana Rohinyá en Myanmar.