Gas y carbón rusos: Beijing asegura la 'ruta mongola'
Se inauguró una nueva línea ferroviaria para llevar el carbón mongol a territorio chino. Se espera que en 2024 comiencen las obras de construcción de un nuevo gasoducto ruso para abastecer a China a través de Mongolia. Estados Unidos también está armando su juego geopolítico en la región. No faltan fricciones entre Beijing y Ulán Bator.
Beijing (AsiaNews)- Mongolia es cada vez más importante para el abastecimiento energético de China. Ulán Bator acaba de inaugurar una nueva línea ferroviaria que le permitirá aumentar sus exportaciones de carbón a China de 30 a 50 millones de toneladas anuales.
Con 233 kilómetros de longitud, el nuevo tramo conecta Tavan Tolgoi con Gashuun Sukhait, un cruce mongol en la frontera con la Mongolia Interior china. La industria minera representa una cuarta parte del PIB de Mongolia, y por su parte Beijing ha aumentado las compras de carbón para hacer frente a los problemas energéticos debido a las temperaturas extremas y los altos precios del petróleo y el gas en el mercado mundial -todo ello en sentido contrario a los objetivos de "descarbonización" que había marcado Xi Jinping.
El gas ruso también pasará por la "ruta de Mongolia" en su traslado a China. Ulaanbaatar y Moscú han anunciado que en 2024 comenzarán las obras de construcción de Power of Siberia 2, el gasoducto para transportar hasta territorio chino el gas extraído del yacimiento ruso de Yamal, que actualmente abastece a Europa.
Cuando esté en pleno funcionamiento, Power of Siberia 2 debería tener un caudal de 50.000 millones de metros cúbicos al año, que se suman a los 38.000 millones que teóricamente puede aportar su gasoducto gemelo, que entró en funcionamiento en 2019. El nuevo gasoducto no podrá operar antes de 2030 y en el escenario más optimista impulsará las exportaciones de gas ruso a China hasta 128.000 millones de metros cúbicos al año, una cantidad que no alcanzará a cubrir los casi 200.000 millones que Moscú perderá de Europa en respuesta a la invasión de Ucrania.
La posición geográfica convierte a Mongolia en un importante tablero geopolítico para las grandes potencias. Ulán Bator se presta al juego, tratando de llevarse bien con China, Rusia y los EE. UU., y al mismo tiempo obtener ventajas económicas.
No es casualidad que en la nueva línea ferroviaria de Mongolia circulen 16 locomotoras producidas por la estadounidense Caterpillar. En forma de ayuda a fondo perdido, Washington también ha destinado 350 millones de dólares para solucionar los problemas de agua en la capital, Ulán Bator, donde se concentra casi la mitad de los 3,3 millones de habitantes mongoles.
En este juego a tres bandas, Beijing sigue siendo el jugador más aventajado: el 90% de las exportaciones mongolas van a China, mientras que las importaciones de productos chinos representan un tercio del total de Ulán Bator. En una visita a Mongolia entre el 10 y el 12 de septiembre, el presidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional, Li Zhanshu, declaró que los intereses a largo plazo de los dos países coinciden.
Lo que dijo el número tres del régimen chino es cierto solo en parte: en realidad no faltan fricciones entre Beijing y su vecino del norte. En octubre de 2020, decenas de manifestantes se reunieron en Ulán Bator para exigir la liberación de personas de etnia mongola arrestadas en China. El mes anterior, en la región autónoma china de Mongolia Interior, los estudiantes de origen mongol se habían rebelado contra las autoridades por la decisión de reducir el uso de su lengua materna en los planes de estudios escolares.