Fuzhou: El nuevo obispo Cai Bingrui y la frontera de Fujian

De conformidad con la Santa Sede, el actual obispo de Xiamen tomó posesión hoy de una de las sedes históricamente más importantes de la Iglesia en China. En la provincia que limita con Taiwán, en un contexto políticamente muy sensible. El desafío (que en realidad no se ha completado) de una reunificación con las comunidades “subterráneas” y los incómodos eslóganes sobre el “patriotismo”.

Milán (AsiaNews) - Como ya habíamos anticipado hace unos días, después de la ordenación el lunes pasado del nuevo obispo de Luliang, en la provincia de Shanxi, hoy ha llegado una segunda noticia importante para la Iglesia en China. Esta mañana tomó posesión el nuevo obispo de la diócesis de Fuhzou, la capital de la provincia de Fujian. Monseñor José Cai Bingrui, de 58 años, desde 2007 ya era obispo de Xiamen, otra sede episcopal de la misma provincia. No se trata, por tanto, de un nuevo nombramiento episcopal, sino de un traslado que – hizo saber la Santa Sede – fue aprobado por el Papa Francisco en aplicación del Acuerdo Provisional entre Roma y Beijing sobre el nombramiento de obispos.

Mons. Cai se formó en el seminario de Sheshan, en Shanghai. Fue ordenado sacerdote en 1992 y muy pronto pasó a ser administrador diocesano de la comunidad de Xianmen, una diócesis donde el obispo ordenado ilegítimamente por Beijing (Joseph Huang Ziyu) había muerto y sólo quedaban dos jóvenes sacerdotes. La ordenación episcopal se llevó a cabo en 2010, con el consentimiento de Roma expresado según las modalidades que precedieron al Acuerdo de 2018. Ahora el Pontífice "habiendo aprobado su candidatura" - dice el comunicado de prensa vaticano - el 15 de enero lo ha nombrado obispo de Fuzhou, “transfiriéndolo desde la sede de Xiamen”. En la capital de Fujian sustituye a Mons. Peter Lin Jashan, el anciano arzobispo proveniente de la Iglesia “clandestina” que Beijing había reconocido oficialmente en 2020 en virtud del Acuerdo, pero que falleció en 2023 a los 88 años. Cabe señalar que la nota vaticana define al nuevo pastor como "obispo" y a Fuzhou como "diócesis", confirmando también en este caso la geografía eclesiástica impuesta por las autoridades de Beijing, que no incluye las sedes metropolitanas.

El nombramiento de Mons. Cai es de gran importancia para la Iglesia en China, en una diócesis extensa donde, según las estimaciones más recientes, viven más de 300.000 católicos. Es un contexto complejo, porque las mismas comunidades “clandestinas” - históricamente significativas en Fujian - ya antes del reconocimiento oficial de Mons. Lin Jashan se habían dividido a su vez en dos grupos, y uno de ellos siguió haciendo referencia a otro administrador diocesano clandestino, Mons. José Lin Yuantuan.

Fuzhou es un lugar fundamental en la historia de la evangelización en China. En 1624 el jesuita y matemático Giulio Aleni (1582-1649), discípulo de Matteo Ricci, fue pionero precisamente aquí del encuentro con la cultura china de finales de la dinastía Ming. Sus diez años de diálogos en Fuzhou con un grupo de eruditos confucianos que se convirtieron al cristianismo posteriormrnte recopilados en el Kuoduo richao (el “Diario de admoniciones orales”), son un testimonio único del cristianismo chino primitivo, así como de las preguntas que el anuncio del Evangelio suscitaba en quienes se acercaban a él. Pero Fuzhou fue también la primera frontera del martirio de los cristianos bajo la dinastía Qing. En 1747 fue encarcelado y decapitado el obispo dominico, Mons. Pedro Sans i Jordà, que ya entonces era vicario apostólico de Fujian. Y de los 120 mártires chinos proclamados santos por el Papa Juan Pablo II el 1 de octubre de 2000, en una ceremonia duramente cuestionada como una "provocación" por el Partido Comunista Chino, los primeros seis - a los que mataron antes del siglo XIX - son todos misioneros dominicos que derramaron su sangre por la proclamación del Evangelio en esta provincia china.

Fujian también es particularmente importante para la China actual: es una de las zonas económicamente más dinámicas del país (y en realidad del mundo entero) y al mismo tiempo es una frontera particularmente sensible desde el punto de vista político (fue a partir de aquí que Xi Jinping construyó su ascenso a la cima del Partido Comunista Chino). Pero sobre todo es la primera línea de enfrentamiento con Taiwán, que en su punto más cercano se encuentra a apenas 120 kilómetros por mar.

Sobre este último punto hay un episodio interesante que concierne a Mons. Cai. Cuando fue ordenado obispo en 2010 en Xiamen, en una ceremonia presidida por Mons. Zhan Silu, que todavía era obispo de Mindong (en aquel momento todavía no en comunión con Roma), estuvo presente el obispo emérito de Taipei, Mons. Joseph Cheng Tsai-fa. Cuando AsiaNews le preguntó, Mons. Cai respondió que desde hacía mucho tiempo su diócesis había estado recibiendo visitas de católicos de la vecina isla de Taiwán y esperaba continuar el diálogo y el intercambio con la Iglesia del otro lado del Estrecho.

Hoy le tocará la tarea de continuar en Fuzhou el camino de reunificación de su comunidad eclesial. En las horas en las que se anunció el nombramiento, el anciano prelado "clandestino" Joseph Lin Yuantuan también difundió una nota en la que decía que la Santa Sede "espera su colaboración activa para orientar al clero, las religiosas y los fieles de Fuzhou para que sean obedientes y apoyen al obispo Cai Bingrui". Lo que - sin embargo - también es una manera de recordar que, más allá de los nombramientos, la unidad es un camino que todavía no se ha completado plenamente en Fujian, como lo demuestra en estos últimos años en Mindong la dolorosa historia del obispo Mons. Guo Xijin.

En este mismo contexto también hay que leer las palabras que el comunicado “oficial” de China Catholic pone en boca del nuevo obispo de Fuzhou. Al presentarse hoy ante la diócesis, Mons. Cai se habría comprometido a "mantener siempre en alto la bandera del patriotismo y el amor a la Iglesia, adhiriéndose al principio de la independencia y la autogestión, a la dirección de la sinización del catolicismo en el país, uniendo y guiando a los sacerdotes y fieles de la diócesis de Fuzhou a adherirse a un camino compatible con la sociedad socialista”. Las infaltables consignas de Xi Jinping, en la frontera de Fujian.

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