Fukushima: radiactividad en los trabajadores y vertidos de agua bajo control

de Angeline Tan

Ya terminaron las tres primeras fases de la liberación y no se han registrado valores anómalos en el océano. Pero hasta ahora el proceso sólo ha afectado a una parte muy pequeña de los líquidos almacenados. Sin embargo, algunos incidentes en los trabajadores encargados de la limpieza han recordado que los verdaderos peligros residen en las operaciones de desmantelamiento de los reactores, que todavía no han comenzado.

Tokio (AsiaNews) - Un elevado nivel de radiación en la nariz de uno de los trabajadores que trabajaban en el desmantelamiento de la central nuclear ha vuelto a poner bajo los reflectores de los medios las operaciones que se están llevando a cabo en la central nuclear de Fukushima que fue dañada por el terremoto y el tsunami de 2011. El episodio está relacionado con la operación de descontaminación, que continuará durante décadas en el corazón de la central, y no con las aguas de refrigeración que desde el 24 de agosto Japón vierte al mar después de un tratamiento que de todos modos no puede eliminar completamente los residuos de tritio. Estos residuos estarían presentes en cantidades que la OIEA -la Agencia Atómica Internacional- ha calificado como no preocupantes.

Es posible que los materiales radiactivos hayan tocado la cara del trabajador cuando se quitó la máscara completa después de terminar su jornada, declaró Tepco, la empresa propietaria de la central que también coordina las operaciones de saneamiento. El empleado no sufrió ningún efecto adverso para la salud y un escáner de cuerpo completo no mostró contaminación interna, aunque volverá a someterse a un análisis general el mes que viene. Es el segundo accidente de este tipo en pocas semanas. En octubre dos trabajadores fueron salpicados con agua que contenía material radiactivo y se los hospitalizó por precaución. Hay que añadir también que la parte más peligrosa de la operación de saneamiento -retirar el combustible radiactivo y los escombros de los tres reactores afectados- todavía no ha comenzado.

En cuanto al vertido del agua de refrigeración -que comenzó hace tres meses- el 20 de noviembre terminó la tercera sesión de operaciones y ya está prevista una cuarta para el próximo mes de marzo. Al terminar esta primera fase se deberían haber liberado al océano unas 31.200 toneladas de las aproximadamente 1,3 millones de toneladas totales almacenadas en los cerca de 1.000 tanques donde las recogieron desde 2011 hasta el verano pasado. La operación, por tanto, está destinada a durar años.

A pesar de las garantías sobre la seguridad del líquido que se va a liberar, la decisión de Tokio, como se recordará, provocó la reacción de China, Corea del Sur y Corea del Norte. Beijing en particular, a pesar de que descarga grandes cantidades de aguas residuales nucleares al océano cada año sin ningún control, sigue calificando la decisión de Tokio de "extremadamente egoísta e irresponsable" y mantiene una prohibición general de importar productos pesqueros japoneses.

Los estudios realizados en las aguas que rodean Fukushima no han registrado hasta el momento ninguna anomalía. Algunos críticos acusan a la OIEA de utilizar únicamente datos del gobierno japonés y de Tepco. En realidad, la OIEA está realizando sus propios análisis junto con otros laboratorios independientes de todo el mundo y ha prometido seguir haciéndolo durante treinta años.

Además, la propia agencia rusa de control veterinario y fitosanitario, Rosselkhoznadzor, ha declarado que los peces capturados en los mares del Lejano Oriente ruso desde que Japón comenzó a verter aguas residuales al océano no contienen niveles excesivos de radiación. Según la agencia rusa, que ha intensificado su vigilancia desde que Tokio inició las operaciones de vertido de Fukushima, sus especialistas estudiaron 443 muestras de productos pesqueros de todo tipo y siempre han encontrado niveles de radiación dentro de lo normal.