Francisco y Kirill, las “alianzas en contra” y el deseo de unidad (II)
El encuentro en el aeropuerto de La Habana es casi como una “toccata y fuga” debido a los temores de que se produzcan reacciones negativas por parte de los ortodoxos conservadores. Si bien los motivos políticos parecen prevalecer, (“alianza en contra” del terrorismo, del laicismo, del relativismo moral, del islam, del liberalismo, de los protestantes,…), dicho evento es un paso en el camino rumbo a la unidad plena entre católicos y ortodoxos. La segunda parte de un artículo bajo la autoría de una personalidad del Patriarcado de Moscú.
Moscú (AsiaNews) – El encuentro del Patriarca Kirill con el Papa Francisco, que se llevará a cabo en pocas horas más en Cuba, si bien tiene un alcance histórico, adviene como una “tocata y fuga”: anunciado y realizado en el lapso de una semana, en un aeropuerto lejos de Roma y de Moscú. Dicho “minimalismo” es sin duda, motivado por los temores del Patriarcado a que se produzcan reacciones negativas por parte de los ortodoxos más conservadores.
No puede decirse que tales temores sean infundados. Las reacciones de la prensa ortodoxa tradicionalista y de los sitios nacionalistas son, efectivamente, negativas, en tanto la opinión pública rusa parece ver el encuentro favorablemente. Ciertamente que el patriarca no puede dejar de tomar en cuenta el peligro del descontento interno en la Iglesia, así como el de cismas. Razones de prudencia, por ende, explican la elección del lugar, la rapidez de la realización del encuentro, así como su modalidad, que por así decirlo, se trata de libreto previsto, absolutamente laico.
Las razones por las cuales la Iglesia rusa ha aceptado el encuentro, tantas veces promovido por la Santa Sede, son diversas y, como ya fue dicho, las mismas tiene un fuerte carácter “reactivo” y parecen estar ligadas a situaciones contingentes, de oportunidad política. Dichas razones responden, por lo tanto, a una lógica de alianzas en oposición a un enemigo.
Desde hace varios años que quien se ha tornado en defensor de una “alianza” estratégica con los católicos es el metropolita Hilarion, y esto incluso antes de volverse presidente del Departamento que supervisa la política externa de la Iglesia rusa. El término “alianza” no pertenece al lenguaje eclesiástico de ninguna tradición cristiana.
El hecho de recurrir al término laico hace pensar que el diálogo entre católicos y ortodoxos sea entendido por los últimos como mera diplomacia, no obstante eclesiástica. Así las cosas, cuantos creen en la unidad de la Iglesia, y sufren y ruegan por la plena manifestación de dicha unidad, no pueden más que quedarse perplejos y estar desconcertados ante esta idea de alianza “en contra de”: contra el terrorismo, contra el laicismo, contra el relativismo moral, contra el islam, contra el liberalismo, contra los protestantes…
¿Pero de verdad los ortodoxos y católicos -que declaran tener, y de hecho tienen, la sucesión apostólica y la reconocen recíprocamente- no tienen otra razón para el diálogo fraterno, más que la presencia de un enemigo en común? ¿De verdad que todo aquello a lo que podemos tender, como discípulos de Cristo, es a una mera “alianza estratégica”?
Jesucristo, en la vigilia de su Pasión, oró al Padre, pidiéndole fervientemente por la unidad de sus discípulos. Y rogó no sólo por sus discípulos de entonces, sino también “por aquellos que, por su palabra, creerán”, es decir, por nosotros. Y pidió al Padre, para cuantos creen en Él, no una alianza estratégica, sino “que sean una sola cosa”. Tender a la plena superación de todos los malentendidos teológicos y las ofensas históricas, al pleno restablecimiento del amor fraterno, a la plena manifestación de la unidad en Cristo, es el deber de todo cristiano, el cumplimiento del Mandamiento nuevo (el único que nos dejó el Señor), nuestra respuesta a su ferviente oración: “Que todos sean uno”.
01/03/2016 10:57
31/07/2018 11:06