Filipinas: "Hangop Kabataan", 25 años de amor especial
En Pagadian, provincia de Zamboanga del Sur, la fundación de los misioneros de San Columbano celebró el aniversario de su obra para ayudar a las familias sin recursos con niños con discapacidades. Escolarización, atención domiciliaria y capacitación para encontrar trabajo. Pero sobre todo superar los prejuicios.
Manila (AsiaNews)- Una fundación católica que se ocupa de los niños con necesidades especiales en el sur de Filipinas celebró el 8 de septiembre sus 25 años de actividad. Hangop Kabataan (“abrazar a los niños”) -cuya sede se encuentra en Pagadian, capital de la provincia de Zamboanga del Sur- es una iniciativa de los misioneros irlandeses de San Columbano y se ocupa de ayudar a las familias en las que hay niños y jóvenes con discapacidades.
Con motivo del aniversario, varios niños y niñas recibieron su Primera Comunión en una alegre celebración eucarística. La ceremonia fue seguida por los festejos organizados por el personal, los niños y sus padres. El P. O'Malley, misionero de San Columbano y co presidente de la fundación, agradeció a todo el personal, a la población local, a los padres y a los colaboradores "que nos apoyan con generosidad, atención y comprensión. Los niños con necesidades especiales inspiran un amor especial".
Hangop Kabataan fue fundada hace 25 años por el padre Michael Sinnott, misionero del instituto irlandés que trabajó en Filipinas en numerosas parroquias durante más de 50 años. Después de jubilarse como párroco de Dumalinao, el P. Sinnott puso en marcha un programa de rehabilitación comunitaria para niños con necesidades especiales. En abril de 1998 visitó toda la parroquia de San José, de Pagadian City, y con la ayuda de algunos laicos detectó 47 niños con necesidades especiales, la mayoría de los cuales provenían de familias pobres. “Reunimos a los padres y ellos expresaron su deseo de organizar una escuela para sus hijos. Como es una iniciativa basada en la comunidad, enseñamos a los padres y a otros miembros de la familia la manera de ayudar a sus hijos”, dice una de las primeras colaboradoras del padre Sinnott, Jocelyn Ocariza-Efhan. "Nuestra función era alentarlos y brindarles recursos que no podían conseguir por sí solos".
La escuela se puso en marcha en agosto de ese año, y todas las mañanas llegaban al instituto 24 niños. “Yo era la maestra de los nueve niños sordos - recuerda -. Los otros 15 alumnos, que tenían dificultades de aprendizaje, como síndrome de Down y autismo, estaban a cargo de Emma Andales y Helen Nelmida". Todas las tardes los miembros del personal iban a los hogares de los niños que no podían asistir físicamente al centro e invitaban a sus familias a participar en la iniciativa. El instituto aceptaba alumnos con cualquier discapacidad salvo ceguera. Para ayudar a los niños a ser lo más independientes posible, el padre Sinnott recomendaba a los padres prestar atención a sus necesidades, a su educación y a su bienestar general.
Hangop Kabataan ofrece en este momento tres tipos de servicios: el primero, destinado a los niños que van a la escuela y pueden asistir a las clases de lunes a viernes. Se dividen en cinco grupos según sus necesidades y capacidades. La clase azul está formada por niños autistas que no pueden quedarse quietos en clase y, por lo tanto, requieren toda la atención del docente. Los niños autistas que pueden seguir algunas instrucciones verbales, producir textos y dibujos sencillos y mejorar sus habilidades motoras, constituyen la clase amarilla. Los niños con otras dificultades que pueden concentrarse, escribir su nombre y copiar palabras, se encuentran en la clase rosa: los maestros les ayudan a prepararse para integrarse en una escuela común. A los niños con diversas discapacidades que forman parte de la clase verde se les enseña a preparar la merienda diaria para los niños de Hangop. El aula violeta enseña algunas materias académicas como matemáticas fundamentales y educación del carácter. Como parte del proyecto para lograr medios de vida, todos los niños reciben capacitación en técnicas para plantar y cuidar flores y árboles.
El segundo tipo de servicios está destinado a los niños que no pueden acudir al centro debido a la gravedad de sus discapacidades. Todas las tardes dos miembros del personal se encargan de visitar los hogares para realizar ejercicios y lecciones y motivar a las familias para seguir brindando el mejor cuidado posible a sus hijos.
Por último, el tercer grupo es el Club de Sordos, formado por personas que quieren buscar un trabajo para poder, aunque sea de forma modesta, colaborar con el mantenimiento de su familia. Hace cinco años la administración de la ciudad contrató temporalmente a tres miembros y uno de ellos consiguió trabajo en un restaurante de comida rápida local. Cada segundo sábado del mes, el Club de Sordos se reúne en el centro para recibir aliento, cursar seminarios y socializar, alentándolos a crecer en autonomía y participar en la sociedad como ciudadanos responsables.
“Me encanta lo que hago –cuenta Ocariza-Efhan-. Los chicos son muy cariñosos. Son más alegres que los estudiantes de secundaria. No son vengativos. Cuando notamos aunque sea una pequeña mejora en un niño, es un gran aliento. Es una alegría saber que ahora saben leer, mientras que cuando asistían a escuelas comunes, junto con todos, no recibían mucha atención debido al gran número de niños". Por eso es doloroso ver a veces a estos niños humillados por otros, ver que los etiquetan como "anormales" o "locos". “Debemos enseñarles a mejorar su posición y a que los traten como merecen en la comunidad”, concluye la colaboradora de Hangop Kabataan.
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