Fiesta de la Asunción en el pueblo de JuJi: fueron bautizadas dos personas de noventa años
El Pbro.Valerio Sala, misionero del PIME en el norte de Tailandia, llegó hoy al pueblo, uno de los 29 de los que se ocupa. Los fieles, tribales Lahu, han llevado en procesión una estatua de la Virgen: “Una pareja de ancianos me pidió recibir el bautismo y la confirmación para poder morir como cristianos. Es un hermosísimo ejemplo para los jóvenes, a menudo poco dispuestos a comprometerse en la fe”.
Chiang Rai (AsiaNews)- Hoy los habitantes de JuJi, un pequeño pueblo en la provincia de Chiang Rai, han festejado la fiesta de la Asunción junto al Pbro. Valerio Sala, misionero del Pontificio Instituto de las Misiones Extranjeras (PIME), párroco de la región. Los fieles tribales Lahu han llevado en procesión una estatua de la Virgen (v. foto) y, durante la misa, una pareja de esposos de más de noventa años recibieron el bautismo y la confirmación.
JuJi, explica el Pbro. Sala, “es un pequeño pueblo donde viven 12 familias católicas. Los bautizados son pocos en relación al número de creyentes”. El centro es uno de los 29 aglomerados de casas que el misionero trata de visitar con frecuencia constante: “Pero no siempre lo logro, y este año, para la Asunción, fui sólo a 13 de ellos. He dado prioridad a aquellos que no he visitado el año pasado”.
El sacerdote cuenta la historia de los dos ancianos bautizados: “Él tiene 92 años y ella 90, son migrantes de Myanmar. Si bien son católicos desde hace más de 50 años, jamás han recibido una instrucción, ni escolar ni catequística”. Estando ya cerca de la muerte, prosigue, “querían recibir el bautismo para morir como hijos de Dios. La pasada Cuaresma fui a JuJi para celebrar la misa y me habían dicho que deseaban recibir el bautismo. Yo les prometí que los bautizaría el día de San Bartolomé, patrono de la Iglesia. Pedí también permiso al obispo para bautizarlos”.
Hay muchos motivos, explica el misionero, por los cuales muchas personas no son bautizadas desde la conversión: “A veces el trabajo no les permite seguir la catequesis. En el caso de los dos ancianos, incidió el hecho de ser migrantes de Myanmar y de haber cortado los vínculos con las viejas comunidades. Luego se agregó la vejez, faltaron las fuerzas y no tuvieron ocasión de bajar a la misión de Mae Suay”.
El bautismo y la confirmación de personas tan ancianas, afirma el misionero, “son un hermoso testimonio para los pocos jóvenes del pueblo, que a menudo están poco dispuestos a dar el paso decisivo para el bautismo”. “No lo hacen porque se dan cuenta de que es un compromiso”. En general, prosigue el padre Sala, “los tribales no están dispuestos a recibir los Sacramentos, porque saben que luego deberán ser fieles, especialmente en el matrimonio”. “Sobre todo en el pueblo de los akha, permanece la costumbre del repudio de la mujer si ella no puede tener hijos o se vuelve fea. Por eso, a las personas les cuesta vivir en plenitud su fe de cristianos, así como abandonar todas las tradiciones que no tienen que ver con ella”.
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