de Vladimir Rozanskij

El tema fundamental del encuentro será la autocefalia ucraniana y la de Macedonia. Pero permanecen numerosas incertidumbres sobre la efectiva realización de tal encuentro debidas a las señales contradictorias del Patriarca de Moscú.

 

Moscú (AsiaNews)- El mundo ortodoxo se queda sin respiración por la anunciada visita del Patriarca de Moscú Kirill (Gundjaev) al Patriarca ecuménico de Constantinopla Bartolomé (Archontonis), programada para el 31 de agosto en Estambul. El encuentro debería esclarecer la autocefalia de la Iglesia ortodoxa ucraniana, que se discutirá oficialmente en el Sínodo de la Iglesia de Constantinopla a inicios de octubre.

Pero, de parte de los ambientes cercanos al patriarcado de Moscú llegan señales contradictorias y por lo tanto permanecen incertidumbres sobre la efectiva realización sobre tal encuentro.. También en Estambul se teme una renuncia de último momento de parte de la delegación rusa, como sucedió para el Sínodo pan-ortodoxo de Creta de 2016. La visita de Kiril se colocaría dentro de un programa sinodal intenso en el Fanar, la sede de Bartolomé en la metrópolis turca; el 30 de agosto se reúne en sesión extraordinaria y el 1° de setiembre tendrá lugar la asamblea plenaria (Megale Sinaxis) para examinar los pedidos de autocefalia de Macedonia y Ucrania, pero también para evaluar las posiciones de los rusos.

En uno de los encuentros precedentes, en Montenegro en 2013, Bartolomé y Kirill se pusieron de acuerdo sobre las reglas de colaboración inter-ortodoxa y las relaciones recíprocas entre Moscú y el Fanar, pero el rechazo inesperado de participar en el Concilio de Creta llevó la relación a un estado de continua tensión. En Creta participaron 10 iglesias ortodoxas sobre 14 y la ausencia de los rusos evitó que se pudiese mencionar la cuestión de la autonomía ucraniana, cuestión ya en el aire mucho antes de los motines de Maidan en Kiev del año sucesivo.

La tensión aumentó en los últimos meses, a causa de los torpes intentos de algunos emisarios moscovitas, en el mundo diplomático y empresarial, que logró instigar a la Iglesia de Gracia contra el Patriarcado ecuménico, presionando también sobre el gran influjo de los rusos en los monasterios del Monte Athos. Las maniobras no produjeron el resultado esperado, es más han provocado la irritación de Atenas contra Moscú, no obstante las históricas problemáticas de los griegos contra la sede patriarcal en Turquía.

Ulteriores tensiones se percibieron el mes pasado, cuando el patriarca Kirill expresó su desacuerdo por no haber podido participar en los festejos de Kiev por los 1030 años del Bautismo de la Ru´de Kiev. En ese caso fue Bartolomé quien renunció a último momento su participación ya prevista, enviando en su representación al metropolitano de Gallia, Emanuele (Adamakis), exarca de Constantinopla en Francia. Éste intervino en las solemnidades de Kiev afirmando que el patriarcado ecuménico “no dejará a sus hijos ucranianos sin defensa y a merced del destino. El patriarca ecuménico no puede permanecer ciego frente a los cordiales pedidos que les hacen desde hace más de un cuarto de siglo”, ignorando la condición de Ucrania desde el fin de la dependencia soviética. El metropolitano por lo tanto anunció casi explícitamente la cercanía del Tomos de autocefalia: “Los fieles de la Iglesia ucraniana y sus jefes tienen el derecho al propio puesto entre las Iglesias Ortodoxas”.

El panorama ortodoxo no estarían por lo tanto en favor de Moscú y los temores de fracaso podría por lo tanto llevar a Kiril a renunciar al encuentro. Su realización sería en vez un hecho notable, para encontrar la fórmula en grado de satisfacer a todas las partes. El Tomos podría ser acordado a Macedonia, que espera desde que terminó Yugoeslavia con problemáticas similares a Ucrania en relación con los vecinos serbios y griegos, proporcionando un posible modelos para la solución definitiva de la crisis eclesiástica en Ucrania.

Il panorama ortodosso non sarebbe quindi favorevole a Mosca, e i timori di un insuccesso potrebbero quindi spingere Kirill a rinunciare all’incontro. La sua realizzazione sarebbe invece un fatto notevole, per trovare la formula in grado di accontentare tutte le parti. Il Tomos potrebbe essere accordato alla Macedonia, che l’attende dalla fine della Jugoslavia con problematiche simili all’Ucraina nei confronti dei vicini serbi e greci, fornendo un possibile modello per la soluzione definitiva della crisi ecclesiastica in Ucraina.