Escenarios propios de una guerra civil: revueltas, incendios, asesinatos
Grupos violentos, opositores a Hezbollah, se manifestaron en la plaza de los Cañones y luego ocuparon y vandalizaron el ministerio de Relaciones Exteriores. Quemaron documentos importantes y delicados. También destruyeron documentos en el ministerio de Ambiente y en el de Economía. Asesinaron a un soldado de la guardia de seguridad. El premier Hassan Diab propone anticipar las elecciones parlamentarias. El patriarca maronita pide anticipar las elecciones y reclama una investigación internacional.
Beirut (AsiaNews) – Beirut no tiene tregua. Ayer, pese a que la sabiduría popular y la mayor parte de los jóvenes quiere estar en calma, gestionando las tareas de socorro, enviando mensajes de chat por WhatsApp, las manos oscuras que trabajan en las sombras lograron colmar la plaza de los Cañones, pero no con grupos pacíficos y alegres, sino con personas violentas y destructivas.
Esta vez, los “manifestantes” no representaban a todas las confesiones, al pueblo, a los pobres, sino más bien a la mitad ideologizada, a aquella que es anti-chiíta, anti-Hezbollah, anti-Irán, anti-China y anti-Rusia.
Colocaron cuerdas en la plaza de los Cañones y de ellas colgaron a dos maniquíes que representaban – por primera vez, rompiendo con un tabú - a Hassan Nasrallah, secretario de los Hezbollah, y a Nabih Berry, presidente de la Cámara de Diputados del Líbano desde hace tres décadas, y en verdad, el verdadero amo intocable del país.
Aunque lleva poco tiempo en funciones, contra el nuevo gobierno - surgido luego de las protestas de los últimos meses, y que aún no ha tenido tiempo de actuar, pero que ha obrado muy bien en la lucha contra el Covid-19 – se entonaron eslóganes como “Renuncia del gobierno”; “Queremos una Beirut desarmada”; “No a las armas de Hezbollah”. Lo cierto es que todos estos reclamos son reivindicaciones políticas partidistas, bien definidas, y ya no más un eslogan contra la corrupción, el hambre o a favor de la justicia social.
En los enfrentamientos con las Fuerzas del orden, los revoltosos mataron a un soldado de las fuerzas de seguridad, tendiéndole una trampa en el ascensor de un hotel céntrico de Beirut.
La horda violenta, compuesta sobre todo por jóvenes, también centró su mira en tres camiones particulares puestos a disposición de Defensa Civil para el retiro de escombros y vidrios, y mampostería, y los incendiaron.
Los revoltosos – reunidos en torno al general retirado Sami Rammah - luego ocuparon y quemaron las oficinas del ministerio de Relaciones Exteriores, donde se piensa que hay pruebas que podrían conducir hasta los responsables de las explosiones. En el incendio del ministerio de Relaciones Exteriores se destruyeron e incineraron documentos delicados en cantidades inmensas. Los ministerios de Economía y de Ambiente también fueron ocupados, pero en lugar de incendiar los documentos, los vándalos arrojaron al aire los papeles, y los desparramaron por las calles. Estos documentos podrían contener licitaciones oscuras, con olor a corrupción, que cubren el periodo desde 1992 hasta hoy, y que el gobierno del primer ministro Hassan Diab, quiere castigar.
Muchos piensan que detrás de estos revoltosos están los mismos corruptos, cuyo objetivo es hacer desaparecer, en medio del caos, los documentos y pruebas de culpabilidad, para asegurarse su impunidad. Mientras se libran estos nuevos desórdenes, está en boca de todos la cuestión de la disgregación en cantones étnico-religiosos. Se trata de un viejo proyecto, que nunca fue completamente sepultado, que cobró popularidad durante la época de la guerra civil (1975-1990). Además del soldado muerto, el saldo de ayer incluye cientos de heridos. El ejército logró desalojar a los ocupantes de los ministerios, pero los daños son irreparables.
Mientras los grupos violentos se congregaban en el centro de Beirut, el premier Hassan Diab pronunciaba un discurso en cadena nacional: “No es momento para polémicas políticas… somos un gobierno surgido de la voluntad popular, luego de las protestas, les pido darnos dos meses…”, “El país está viviendo una tragedia que supera sus capacidades”; “he prometido a los libaneses ir al fondo de esto y castigar a los responsables, no importa quiénes sean, no estarán por encima de la ley”.
Diab dijo que mañana, en el Consejo de ministros, propondrá adelantar las elecciones parlamentarias.
El patriarca maronita Beshara Raï también pide la renuncia del gobierno, convocar a elecciones por anticipado, y reclama una investigación internacional para dar con los responsables de las explosiones del 4 de agosto. Para los chiítas, esta última petición es vista como un gesto de neo-colonialismo, deseoso de poner al país bajo la tutela internacional.
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