Enkh-Baatar “será un puente entre la Iglesia y el pueblo mongol”
El próximo 28 de agosto será ordenado el primer sacerdote de Mongolia. Celebrarán la ordenación el Prefecto apostólico, el Nuncio y el obispo de Daejeon, lugar donde el joven asistió al seminario. Misionero de Arvaikheer: “Su testimonio ayudará a los jóvenes mongoles que están viviendo un camino de discernimiento vocacional”. Alegría y satisfacción de la comunidad local: “Si él lo logró, nosotros también podemos lograrlo”.
Arvaikheer (AsiaNews) – La comunidad católica de Mongolia “está feliz, y orgullosa de su primer sacerdote. Joseph Enkh-Baatar tiene ante sí una gran tarea: la de ser un puente entre la cultura católica y la cultura mongola. Nosotros lo acompañaremos lo más posible: estoy seguro de que será capaz de afrontar con la sensibilidad justa los desafíos que aguardan a esta joven Iglesia”. Es lo que dijo a AsiaNews el Pbro. Giorgio Marengo, misionero de la Consolata, que desde el año 2003 vive en Mongolia, y desde el 2006 en Arvaikheer: la zona está situada a 400 kilómetros de la capital, UlaanBaatar, y de hecho representa una base de la misión católica en Mongolia.
El próximo 28 de agosto, en la catedral dedicada a los santos Pedro y Pablo de UlaanBaatar, será celebrada la primera ordenación de esta comunidad. Nacida el 10 de julio de 1992 con la llegada de tres misioneros del Inmaculado Corazón de María (CICM), la Iglesia mongola cuenta con poco más de 1000 fieles. Junto a ellos, hay casi 25 misioneros extranjeros y cerca de 50 religiosas.
La ordenación será presidida por el Prefecto apostólico, Mons. Wenceslao Padilla (uno de los primeros tres misioneros en llegar al país); junto a él, concelebrarán Mons. Lazzaro YouHeung-sik, obispo de Daejeon (Corea del Sur) y Mons. Osvaldo Padilla, Nuncio apostólico en Corea y Mongolia. En la ceremonia, también estará presente el Superior regional de los Maryknoll, el Pbro. Gerard Hammond, que ha ayudado a la comunidad católica en la preparación del futuro sacerdote. De hecho, Joseph asistió al seminario de Daejeon, y allí fue ordenado diácono.
Desde la misión de Arvaikheer, retoma el padre Marengo, “fuimos 15. En los últimos días hemos estado rezando una novena pidiendo a San Pablo apóstol que interceda por él, mientras Enkh está de retiro espiritual. El sentimiento que compartimos todos es la alegría, pero también la satisfacción: muchos de nuestros feligreses viven esta ordenación como una profundización de un camino de fe, que ha llevado a alcanzar una meta importante. Y espero que del algún modo, esta fiesta pueda ayudar a otros jóvenes mongoles a seguir su ejemplo”.
Si bien tiene una comunidad que aún es muy pequeña, la Iglesia mongola desde hace algún tiempo tiene un “Vocational Team” que sigue a un grupo de jóvenes, tanto hombres como mujeres: “Las hermanas y los padres que acompañan a estos muchachos no quieren de ningún modo forzarlos en su decisión. Se trata de un camino de discernimiento, que debe proseguir en la verdad. Por supuesto que la ordenación de Enkh estimula esta búsqueda. Lo importante es presentarla y vivirla del modo más justo: es una novedad absoluta para el país, y es necesario explicar que la del sacerdote no es una carrera, sino una vocación”.
En lo que respecta a la vocación del nuevo sacerdote, el padre Marengo tiene una esperanza: “Él conoce bien la historia, la cultura, la religión y la tradición mongolas. Éste es un pueblo peculiar, orgulloso y poseedor de una rica y antigua tradición espiritual. Espero que él pueda volverse un puente entre la Iglesia y los mongoles, que pueda ayudarlos a entender y que pueda ser entendido por ellos. La sensibilidad mongola es muy destacable, llena de aristas que un extranjero a menudo no logra abarcar”.