Engañados por Erdogan, rechazados por Europa. El drama de miles de migrantes en la frontera
En pocos días, pasaron de la euforia por la posibilidad de expatriarse, a la desesperación, tras toparse con el muro de Aenas. El sueño de una vida libre y digna, desvanecido. La violencia de los militares griegos, que rechazan a los migrantes en tierra de nadie. Atenas o Ankara “es lo mismo”. El presidente turco los usa como carne de cañón contra Bruselas.
Estambul (AsiaNews/Agencias) - Desolados, desmoralizados, sin saber a dónde ir, paralizados en tierra de nadie, entre Turquía y Grecia, o más bien Europa. Para ellos, es imposible seguir adelante pero al mismo tiempo no abrigan ningún deseo de volver atrás. En apenas pocos días, miles de migrantes pasaron de la euforia -tras recibir autorización del gobierno tuco para expatriarse- a la desesperación, al toparse con el muro del gobierno de Atenas y la violencia de los grupos de extrema derecha helénica. Según cuentan, llegaron a la frontera en tren, a bordo de autobuses y en taxi, convencidos de que podrían “pasar al otro lado”.
El sueño de estas personas -que no son millones, como amenzaba el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, pero sí varios miles - era llevar una vida libre y digna en Europa. Ahora, todo parece haberse destrozado sobre el alambre de púas del paso fronterizo turco de Pazarkule (Kastanies). “Después de ser rociados con los gases lacrimógenos de la policía griega”, cuenta a Le Monde Mahmut, un joven padre de familia iraquí, “dimos marcha atrás” y ahora “no sabemos qué sucederá”.
Sentados sobre el cordón de la acera, Hossein, de 29 años y Nafiseh, de 27, una joven pareja proveniente de Teherán, se sienten tan abrumados que les cuesta hablar: “Todo ha sido muy duro. Después de encontrar nuestro escondite, un casa abandonada donde nos habíamos refugiado, los soldados griegos nos apalearon. Luego nos quitaron nuestras bolsas de dormir, las carteras, telefónos celulares y nuestros documentos”. Ahora, concluye la muchacha, “no nos queda nada”.
Ahmed es un joven afgano que también ha sido víctima de la violencia y los golpes por creer que llegaría “a Europa”; cuando, por el contrario, se encontraba en una tierra de nadie a medio camino entre Grecia y Turquía. Atenas o Ankara, afirma, “para mí es lo mismo. Tanto de un lado como del otro, hemos rebotado como un saco de ropa sucia”.
Entre 5 y 10.000 migrantes se encuentran agolpados desde hace tres días en la zona de seguridad de Pazarkule, la cual se niegan a abandonar, creyendo que aún es posible un milagro. Los turcos los han dejado pasar, pero los griegos los rechazan arrojándoles agua o gases lacrimógenos para dispersarlos. Pero todo es en vano. Erdogan los usa como carne de cañón contra Bruselas, a la cual acaba de comunicar que ha roto el polémico acuerdo sobre migrantes, suscrito en el 2016, tras haberse beneficiado económicamente en todos estos años. “Muy pronto - advierte - su número se convertirá en millones”.
Las declaraciones del presidente turco despertaron una durísima reacción de Fevzi Pekcanli, representante en Edirne del Partito Republicano del Pueblo (CHP, oposición), inspirado en Atatürk. Indignato por el hecho de que los refugiados se hayan convertido en un “instrumento de presión entre los Estados”, él ataca a Erdogan, acusándolo de difundir cifras “absolutamente falsas” y de permanecer indiferente frente al drama humanitario de la región. “Si esto sigue así - afirma - tendremos muchísimos Aylan Kurdi”.
Como trasfondo, inerte e incapaz de expresar una posición firme, a la Unión Europea le toca afrontar el escenario más difícil, pero no por eso impredecible: una ola migratoria avanza desde la frontera sur, impulsada por las políticas turcas, mientras se consuma el drama de miles de vidas humanas frente a la indiferencia más generalizada.
03/03/2020 10:33